miércoles, 21 de octubre de 2009

Chanson du Satélite

Cada miércoles cuando salgo en la madrugada, aparece ante mis pies la última copia del Ecos, que una camioneta siempre deposita grácilmente a toda velocidad. Y aunque recuerdo bien que la sección de cartas (que suelen ser el pareto inverso del periódico: el 20-80) siempre se ha tratado de quejas clásicas satelucas que demuestran un exagerado credo NIMBY (‘not in my backyard’), últimamente leer este periódico me ha causado más y más malestares.

El tema de moda, por supuesto, es el famoso Viaducto Elevado Bicentenario (AKA ‘Segundo Piso de Periférico Norte’). Muchos de los vecinos se han sentido ultrajados por el hecho de que la vialidad en cuestión es de cuota. Cinco pesotes cuesta el recorrido desde Lomas Verdes hasta el Toreo o viceversa en la tarde. Y claro, la primera razón que aducen estos satelucos para inconformarse por el cobro es que el ‘Segundo Piso de Periférico Sur’ no lo cobran.

¿Pues qué creen? Great news, gentlemen! El Segundo Piso de Periférico Sur SÍ lo cobran. Lo cobran hoy y lo cobran a los hijos de los chilangos con la deuda en la que incurrió nuestro amigo el Peje y que tendrá que pagarse de alguna forma. Si es endeudamiento, sus hijos lo pagan. Si es déficit, que causa inflación, sus hijos lo pagan.

Por cierto que en Santiago de Chile el túnel bajo el río Mapocho y en Sydney el túnel de Lane Cove lo cobran al igual que se hace con el Viaducto Elevado. Y hasta donde sé, nadie se ha quejado porque los ciudadanos no fueron acostumbrados por siglos a chupar de las ubres del gobierno. El segundo piso es una vialidad de cuota al igual que las carreteras: si quieres algo mejor, pues paga.

Me preocupa mucho la extendida creencia entre muchos vecinos de Satélite que la escasez no existe: que el gobierno es un hada madrina que debe regalar cosas porque sí, o porque ésa es su tarea.

Sé que muchos se han escudado en que ‘pagamos impuestos para ello’. Pues muy bien, señores: sus impuestos no financian infraestructura, al menos no en gran medida. Sus impuestos financian el gasto corriente del gobierno y toda una serie de prebendas para grupos de interés que siempre piden ‘más apoyos’: ya sea el agro, la educación, el cine, ‘la industria nacional’ o lo que sea.
No se puede chiflar y comer pinole: si quieren educación pública gratuita, seguro social, INFONAVIT, ISSSTE, UNAM, CONACYT, PROCAMPO, oportunidades, Seguro Popular, los gastos básicos del Estado que son procuración de justicia y defensa y además todavía carreteras y puentes… y seguir pagando IVA con productos a tasa cero, no pues estamos fritos.

Señores, es momento de despertar de una gran ficción: que podíamos vivir en un país con altísimos gastos ‘de bienestar’ y pocos impuestos. El Petróleo (a Dios gracias) ya se está acabando y nos está haciendo despertar a nuestra realidad: el gobierno no puede pagar sus gastos sin emitir deuda o subir impuestos. La única alternativa económicamente racional implica lógicamente recortes brutales al gasto público, pero oposición de los clásicos piqueteros que defienden ‘causas sociales’. (y probablemente oposición de muchos de ustedes también).Creo que es momento de dejar de chuparse el dedo y creer que basta con ‘gobernantes patriotas que amen a México’ para que de repente todo cambie. Es un grado de ingenuidad de verdad infantil. El gobierno no sirve para hacernos felices. El gobierno no sirve para procurar nuestro bienestar. El gobierno sólo sirve para evitar que nuestra vida, libertad o propiedad se vean vulneradas, y de ahí para adelante dejarnos en paz. Y hasta que no pongamos un freno a todas sus actividades que son dizque para darnos bienestar y limitemos fuertemente la labor del gobierno, todo seguirá igual. Punto. Todo lo demás es aire.

lunes, 12 de octubre de 2009

La Hombrada

De manera impactante, pero calculada y quirúrgica, como ha sido cada vez que cae un conflicto fuerte a esta administración, el gobierno federal ha hecho la hombrada de aventarse algo que he deseado políticamente desde que tengo doce años: Liquidar a Luz y Fuerza del Centro. Empresa ruin, ineficiente, dipsómana de dinero público, conformada en su mayoría por gente grosera, adocenada a una ideología caduca, violenta como pocas, con unos privilegios que un ejecutivo de una trasnacional envidiaría. En suma, una mentada de madre para el consumidor que debía tomar una fuerte dosis de agua y de ajo cada vez que el medidor no funcionaba y le llegaban consumos estratosféricos. Irse a quejar resultaba en malas caras, en hombros encogidos, en múltiples formaciones en filas diversas. Lo que más me enardecía / daba risa de acuerdo a mi humor, solía ser el hecho de que en las oficinas no tenían computadoras.

Pero el sábado por la tarde, después de que la selección calificara al mundial, el gobierno hizo la hombrada y mediante un decreto decidió liquidar a la empresa. Costará un dineral, y los trabajadores serán liquidados como si merecieran un premio, pero la sangría que sus pensiones representaba casi un cuarto del dinero que le falta al gobierno para el año que entra. Casi 42 MMMMXP (cuarenta y dos mil millones de pesos). Con todas sus letras, es una mentada de madre: empresa de más de 40000 empleados que puede operar con 8000, gente que se jubila con el 300% de su sueldo y le regalan la luz, gente que le pone luz al ¡EZLN!

Para mí es indescriptible la alegría de escuchar el anuncio en las noticias de un sábado por la noche. Triunfó el usuario, el consumidor atado a la irracional brutalidad de un monopolio público. Y como han dicho muchos, triunfó México.

¿Qué espero a partir de aquí? Pues no mucho: un trato similar para todos aquellos que estructuralmente tienen enquistado a este país. Manotazos, que así se debe gobernar contra quienes a favor y en contra ostentan privilegios inenarrables.

La batalla será larga. Vendrán y se rasgarán las vestiduras clamando autonomía sindical, respeto al trabajador y demás argumentos de plañideras a modo. Habrá protestas que desatarán la virulencia total de una de las peores herencias del antígeno que colmó todas las estructuras de este país a lo largo del siglo pasado. Pero no hay marcha atrás. O no debe haberla. Una de las virtudes de esta administración ha sido la de no rajarse ante los conflictos, aunque eso sí, se tenga un miedo irracional a generarlos. Tal vez, después de todo, me he equivocado y sí existe voluntad para remover, al costo que sea, el manto que impide el vuelo libre de México.