Como el mundo parece ya haberse calmado después de la furia monumental que provocara el release the TDH, entonces me siento con suficiente calma, fuerzas e inspiración para correr mi reseña del libro en cuestión.
Mucho se ha hablado y dicho. Me encanta leer las reseñas que aparecen por aquí y por allá, para darme una idea de la opinión general acerca de tal o cual suceso. Sin embargo, últimamente me ha pasado como que las reseñas negativas tienen argumentos más sentados (aunque siempre son los mismos argumentos) que las que se dejan llevar por la furia del momento. En todo esto, me he dado a la tarea de otorgar una reseña más cuidadosa, menos apasionada, aunque sí, sin hacer demasiado caso a voces exaltantes y apoteósicas por igual.
Por principio de cuentas, TDH no es el mejor libro de la serie. Se queda a una distancia mediana, corta, tal vez, de GOF y de OOP (en todo caso, mucho más cerca de esta última que de la primera). Y es que, me dicen, el cuarto libro es maravilloso por que cual novelista policiaca, la autora va dejando pistitas regadas por los pasajes del libro hasta un clímax impactante e inesperado. En lo particular, GOF ha sido el que más me ha dejado con el alma en un hilo, y por más tiempo (el gap entre los libros cuatro y cinco, en tiempo, fue el más largo).
Sin embargo, como se ha comentado mucho, TDH es un wrap-up genial a toda la serie. Ya no más explicaciones repetidas sobre quién-hizo-qué-y-cuándo, ni recapitulaciones innecesarias. Puede que esto impida a quien recién se está incorporando a la saga sentirse perdido, pero siendo honestos, ningún tarado se esperaría hasta el último libro para leer el final. En todo caso, casi todos los personajes que están vivos (y un poco los muertos) aparecen para lo que se ha llamado un "curtain call": para despedirse de quienes han crecido y se han desvelado con ellos. Es buen detalle, que, desgraciadamente, ningún escritor hace jamás. Por lo mismo, puede sonar exagerado o teatral, pero que en mi caso, agradezco de todos modos.
Lo que tal vez se extrañe es el ambiente estudiantil tan bien planteado en los seis libros anteriores. A muchos no les gustó el cambio de ambiente, y puede que tengan razón. La autora era un pez en el agua a la hora de bucear por los estanques dickensianos e incluso hessianos, por lo que no se siente tan en confianza a la hora de salir "al campo". Además, el hecho de que las novelas sean fantasía baja no ayuda demasiado a plantear de manera fantásticamente realista los escenarios bucólicos que un escritor competente de fantasía alta debe dominar a la perfección. Los pasajes que tienen lugar en el campo suenan más forzados, que, digamos, un Paolini (aun cuando éste deriva muchísimo).
Otra cosa interesante sobre el libro fue que me sentí parte de muchas épicas a la vez. Como si ésta intentara ser una suma de muchas épicas, con todos los ingredientes. Hay situaciones que recuerdan vivamente a objetos maléficos que si uno se les acerca le pervierten demasiado; situaciones que recuerdan que hay que saber entregar la cabeza cuando la misión (o la Idea que la alimenta) así lo exige y uno se ve a sí mismo elevado por el sacrificio... sólo por poner dos situaciones de los grandes titanes de la novela fantástica.
Sin embargo, es un buen colofón. Con todo y que cierta última muerte me dejó con la misma cara que me dejó Kill Bill Vol. 2 cuando escuché eso de "Did Pai-Mei teach you the five-point-heart exploding technique?" (aunque necesariamente sin el glorioso bolèro que compuso Morricone para tal efecto), la serie termina de buena manera. Tres semanas después de haber comenzado a escribir este post y con siete libros de pasta dura acomodados y tranquilos en mi librero, no queda sino darle las gracias a Joanne Kathleen Rowling por haber hecho que la juventud mundial (y a veces más que eso) aprendiera nuevas maneras de soñar.
Al fin y al cabo, para eso es la literatura.
lunes, 6 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario