Acá en mi pueblo el periódico que suelen arrojar a tus puertas (gratuitamente) los miércoles y sábados recibe el nombre de "Ecos", un pasquín tan apegado a nuestra realidad como la horrenda combinación halloweenesca (negro y naranja) de sus colores y por supuesto, su contenido editorial tan variado:
Denuncias por el mal servicio de la compañía de luz (zzzzzz...), denuncias por el mal servicio de las tiendas "x", denuncias por cobros indebidos de telmex, plegarias, retahílas mogigatas, exhortaciones a mantener la unidad de la familia (mediante la dictadura de los padres, por supuesto), bravatas políticas priístas y cinísticas contra los pasmantemente estúpidos gobiernos de Durán & Co.; y mis favoritos: las columnas de dos viejitos que no deben tener otras cosas quehacer:
Uno es el típico agorafóbico que de repente se vuelve malthusiano y propone el control poblacional absolutamente coercitivo; y otro que critica sin ton ni son, pero que entre otros "abajofirmantes" usuales, siempre vive quejándose de cómo se ha deteriorado la vida en este recóndito rincón de Chill&GoLand desde que el sueño agringado de "ciudad fuera de la ciudad", bendecido por Kennedy himself, se irguiera como el sueño de superación de un país que vivía en los cuernos de la luna y de una clase media pujante a la "Casi el paraíso".
Pues bien, como todo en esta ciudad (iba a decir país, pero el norte me ha convencido de lo contrario), la infraestructura urbana se ha deteriorado: las losetas de concreto, tan perfectas y tan caras se rompieron tras cuarenta y tantos años, los modernos letreros de los circuitos han perdido las esquinas, se autorizan negocios por todos lados, el boom inmobiliario también ha alcanzado a la zona, el tráfico es insufrible por tanta escuelita y porque ya es zona de paso a otros satélites de la ciudad.
En resumidas cuentas, porque la planeación urbana se fue al diablo.
No sé si Satélite sea una ruina de lo que solía ser. No viví para ver aquellas épocas gloriosas. Quiero pretender que lo más cercano mis visiones fue Plaza Satélite antes de su primera remodelacion, el cine Apolo, el autocinema, el Burger Boy (que mi madre odiaba), El Boliche con sus líneas viejas y su scoring manual con lápiz, El McDonalds de siempre (y también antes que lo remodelaran), el Bazar que nunca ha cambiado...
No vi a la generación de mis tíos apoderarse de la cultura sateluca, porque ellos fueron los equis, hijos de los anteriores a los boomers que llegaron por primera vez a esta "tierra del edén". Y de los boomers que llegaron aquí de niños y que nos engengraron, quedan pocos recuerdos.
No vi a la generación de mis tíos apoderarse de la cultura sateluca, porque ellos fueron los equis, hijos de los anteriores a los boomers que llegaron por primera vez a esta "tierra del edén". Y de los boomers que llegaron aquí de niños y que nos engengraron, quedan pocos recuerdos.
Creo que quienes lloran por la gloria perdida de Satélite lo hacen movidos por una cosmovisión mítica y mística del éxodo: el salir de una ciudad que se salía de control y que ahora, por un pecado terrible que no pueden descifrar (en su mentalidad, seguramente de algún político), la ciudad ha regresado y ha engullido su gran ideal.
Satélite no es un sueño que valga la pena mantener (o regresar a su estado primigenio) porque ya no estamos en el desarrollo estabilizador, porque ya no usamos corbatas delgadas, trajes cafés y lentes de marco grueso. Porque Keynes murió. Porque Galbraith murió.
Sin embargo, nos ha tocado retomar la antorcha. Porque ese Satélite ya no existe, debemos aprender a valorar lo lejos que hemos llegado y lo que es conservable: por nuestras losetas rotas, por nuestra Cúspide, por las pedas en las casas, por el aire que a veces se huele limpio, por los cerros que aún vemos, por nuestra presa Madín, por nuestras cachunescas prepas, porque todos saben todo de todos, porque un pueblo chico es un infierno grande, porque somos los arribistas más adorables de la ciudad y probablemente del pais, por la vida que nos dio, por la vida que nos quitó...
Pero en fin, si hay una constante en este mundo es el cambio, y los hijos de los equis serán los siguientes en llegar a este recodo del camino de quienes tuvimos a bien llegar aquí...
Mientras tanto, un par de fotitos del recuerdo y el video que a más de uno arrancará lágrimas...