viernes, 29 de febrero de 2008

El Corazón de un León

¡Pues bien! Hemos llegado al fin a este estadío del camino. Si creí que el título de la unidad que da vida a este semestre se llamaría "guerra" por la conflagración que en mi celo y en mi orgullo había prometido contra ti, el nombre ha sido perdido hoy.

Perdí... no lo sé. ¿Una salida fácil? ¿Quién lo sabe? ¿Una tregua necesaria? Probablemente... ¿Que por evitar pleitos me quedé con una pifia? Tal vez...

Lo único que sé es que nunca me había sentido tan aliviado. Confundido en un principio, pero fundamentalmente aliviado. Perdí el IMEF... sí lo perdí. Lo perdí por imprudente. Lo perdí porque la pasión me ganó cuando debió haber sido el poder el que se apoderara de la frialdad absoluta de mi cabeza. Lo perdí porque juré algo moralmente imposible, pero gané otra cosa...

Esta semana no tuve stamina. No me quise o no me pude levantar por desgano, mandé al carajo al "minuto heroico", no temí, pero odié la sensación. Hoy puedo dormir tranquilo, sereno.
Quiero dormir cansado...

Probablemente siga dolido por ella, pero ella se ha comportado a la altura: me pidió disculpas y me dio las gracias. No puedo pedir más.

Que peleé con galanura, sí, lo hice. Que agoté mis argumentos, también. Que todas y cada una de las razones, ya fueran legales, formales, o silogismos perfectos fallaran ante la torpeza del árbitro y la supuesta superioridad moral de mi adversario, así fue. Y porque, tal vez nunca tuve la razón.
Porque no hablé cuando el corazón me estrujaba la garganta. No hablé cuando la sombra del poder dictatorial de mi rival comenzó a hacer estragos en mí. No hablé cuando su falta de liderazgo comenzó a echar a pique el congreso, que creo, saldrá moderadamente bien.

Pero estoy tranquilo. Le di demasiadas vueltas al asunto. Mi rabioso aliado terminó desilusionado de mi calma. Lo pude ver.

¿Por qué estoy tranquilo si he perdido para siempre la posibilidad de ser presidente de un grupo IMEF Universitario y a cambio he aceptado de automático la presidencia de una Sociedad de Alumnos Interna, en una escuela donde las sociedades de alumnos sólo sirven para hacer obras de caridad y organizar eventitos?
Porque, a pesar de terminar en buenos términos, mi rival no sabe que la batalla continúa. Cree que se libró de mí, pero en realidad he sido yo quien ha obtenido la libertad absoluta de conformar un grupo responsivo, responsable, amable, democrático y cuya voz sea respetada por escrito.
Porque me dio la posibilidad de demostrarle que la mejor de las cuentas claras y las cosas en su lugar es precisamente el demostrarle que puedo liderar mil diez veces un proyecto mejor que él: que puedo ser seguido, no alguien que mueve a las personas a empujones. Que puedo distraer todos sus recursos sin culpa, y que no seré saboteado por ello. Que soy capaz de convertir la carrera más apática de todas en un centro dinámico, de diálogo, de innovación y de propuestas.

Que tendré la capacidad de escuchar, de representar, de delegar, de tolerar.

Ricardo Corazón de León supo que no podía reconquistar Jerusalén, pero él y Saladino llegaron a un acuerdo.
El corazón de un león radica en adoptar la solución más sabia, porque es la más virtuosa, porque la dicta el corazón en el sentido estricto: la capacidad de valorar a los demás, de ver en ellos fines, de conocer sus incentivos y trabajar en ellos con paciencia y confianza.
Y en eso, siempre te he llevado la delantera.

Rodrigo, nada me debes. Rodrigo, estamos en paz.

1 comentario:

Roberto A. Pérez Díaz dijo...

El hombre juicioso no da su vida a la ligera, porque hay pocas cosas por la que se merezca morir. Sin embargo, en los momentos de grave crisis, al homre juicioso no le importa perder la vida, porque hay circunstancias en las que no merece la pena vivir.

Aristoteles