He perdido, hermano. Suena horrible decirlo.
Pues bien, lo digo con todas sus letras: la frase maldita, la frase absoluta, la frase que me reduce al neutro aditivo a la siniestra de un semejante: No pude.
No pude.
No supe, no quise. No sé.
Soy débil. Un maldito débil. Un ser que representa la imagen que tengo de la falta total de dignidad: la falta de fuerza.
No sé si tú lo has sentido, pero con tu currícula en el asunto, quiero pretender que así ha sido. ¿Verdad? No creo equivocarme. Tú también has sentido la premura de hablar con alguien, porque tu interior se desmorona como el carbón que dejó de arder porque le han soltado encima un cubo de agua fría. Tampoco lo has dicho porque seguramente tú consideras al igual que yo que no se debe hablar de ello porque es privado y es sagrado. ¿No es así?
Tú eres con uno de los que menos hablo de mis grandes amigos: a veces parecemos asentir con una mirada todo lo que hemos vivido y todo el desmadre que hemos hecho. En cierto modo somos parecidos; es más, en el modo en el que tú sabes (y en el modo al cual tú escapaste por una razón que no puedo descifrar y que en el punto en que lo hiciste, yo cuestioné virtualmente todo en lo que creía)
Eres un paradigma para mí. Más bien, eras. Hace muchos años, en ése, ese curso estrambótico que sirvió como un fulcro para años posteriores, eras la imagen que virtualmente cualquiera a esa edad hubiera querido ser; teníamos doce años. Doce maravillosos años.
Y luego te apartaste. Al principio no lo advertí porque estaba mucho más ocupado intentando hacer que me llamaras "hermano", como efectiva y actualmente ocurre. Pero nunca advertí tu deterioro progresivo, tanto físico como moral. Es cierto, has viajado y excesivamente bien (prometo luchar por alcanzarte este año), la has pasado bien, los scouts te han ayudado a ser una persona que considero íntegra. Pero te apartaste: declinaste la lucha a la que estamos moralmente obligados las personas como tú y como yo para llevar una existencia mucho más calma y quiero pensar que contemplativa (con absoluta proporción guardada, por supuesto). Muchos me han pedido que siga ese camino: una existencia calmada, lejos del mundanal ruido, escapar, escapar de una manera galante: apartarse para poder salvar tu propia alma (y en tu caso, tu francamente jodido organismo). Una vida en silencio, sin instituciones, sin juegos, sin medias sonrisas, sin conversaciones susurradas en los pasillos, sin cuarenta y ocho leyes de hierro, sin el tío Nick (y sin tomarse fotos en su estatua con cara de "Machiavelli Rocks!"). Pero yo siempre les he respondido lo mismo: ¿De qué sirve la paz mental si uno no se divierte? ¿Qué existencia le estaría reservada? Yo amo el escape, pero sólo sirve para los fines de semana: pretenderlo para siempre nos lleva peligrosamente a extremos del más puro romanticismo de Novalis del cual no quiero hablar. Yo amo esa maldición china: Quiero que me sea concedido vivir en una época interesante.
Sin embargo, tú escapaste. You were born to lead y te apartaste. Cuando me di cuenta que lo habías hecho y la crisis personal que te causó o creo que te causó, yo me pregunté tantas cosas acerca de mí y de la misión que yo debía tener. Comenzaba el hastío. (y salí, por supuesto).
Ahora, lo único que tengo que decirte es que en cierto modo, quisiera escapar como tú, pero no puedo. No ahora, y menos de este modo. Sería tan cobarde como inaceptable.
Pero ¿De qué tanto estoy hablando, sino insensateces?
Pues una insensatez muy sencilla, hermano:
Creí que era ella, y ella no fue. Ella me desechó como un pañuelo. Ella me traicionó. Ella me dejó hecho pedazos y proclamó a los cuatro vientos que "nunca había sido tan feliz" (con mi enemigo, por cierto).
De pronto, cuando ella soltó cuatro palabras, comprendí porqué la gente se rasca la frente con una uña hasta sacarse sangre y dejarse una marca de luto; porqué la gente se rompe las manos cuando golpea troncos de árboles; a qué cosa se refieren cuando hablan de un "crimen pasional". Me sentí perdido, flaco, cansado, ojeroso y sin ilusiones.
Me sentí tentado a rogar: "Házme amigo el favor, de no hablarme de ella aún... de llevarme muy lejos de aquí a lugares lejanos sin dueño", y creo que hice un ruego parecido con Coma, pero ahora estoy más sereno. No, no pido que me lleven lejos, ni tú ni el resto del Núcleo.
Es algo más sencillo:
Házme hermano el favor, de ayudarme a poner una armadura.
Házme hermano el favor, de recordar que la causa de que ella no esté aquí es precisamente él. Házme hermano el favor, de orar por mí, a quien creas, por mi batalla, que será dura e insufrible, pero que tengo ganar por honor y dignidad, y porque francamente ya estoy harto.
Házme hermano el favor, de verme salir al campo, y mientras me veas partir, acompáñame:
Kyrie eleison, Kyrie eleison, Kyrie...
Kyrie eleison down the road that I must travel,
Kyrie eleison through the darkness of the night...
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