lunes, 29 de octubre de 2007

Home on the Range

Como creo alguna vez haber comentado, desde hace tiempo me he obsesionado con el arquetipo jungiano del héroe, desarrollado en un modelo general por Joseph Campbell. Sin repetir demasiado, el estudioso escribió que todo héroe en toda cultura sigue exactamente el mismo modelo u “horma” de camino, que incluye la salida del hogar, la entrada a un mundo distinto o fantástico mediante un “rite of passage”, la figura del mentor, la batalla contra el némesis, la obtención del gran incentivo final, inherente a toda épica, y el regreso al hogar.
Alguna vez escribí que me sentía en el momento en que daba vuelta a observar el hogar recién dejado y cantaba ésa de: “Paese mio, che stai sulla colina”. No recuerdo cuándo fue tal entrada, pero seguramente no hace mucho. Lo anterior viene al cuento (y el hecho de que esté escribiendo a las dos de la mañana no tiene mucho que ver) porque vengo regresando de cierta reunión donde pude constatar el abandono mental en el que tengo a ese hogar. Este año he conocido más gente que nunca en mi vida: personas tan distintas y dispares, con tanto que pensar y tanto que decir, tanto que contribuir… de distintos orígenes, con gustos tan diferentes. Extranjeros, connacionales de lejos, conciudadanos de lejos…
A veces mi mente regresa a casa. A donde me crié y donde nominalmente todavía vivo, aunque sólo paso aquí, excluyendo las horas de sueño, como hora y media entre semana. Cuando oigo ésa de Nickelback, photograph, mi mente suele volar sobretodo a ese último año de preparatoria, con sus dos grandes viajes, la salida intempestiva en el último vórtice (probablemente el mejor viaje de los tres) . Sinceramente, sin mis amigos todo no hubiera pasado como una película, de ésas para el cotorreo, pero tremendamente arquetípicas. Me la pasé demasiado bien, aunque hubo sus claroscuros, como suele suceder. Sin embargo, me llevé una de las mejores experiencias de mi vida.
Lo que queda es la nostalgia, esa sonrisa vacía que amamos en el fragor del recuerdo. Sin embargo, esa sensación de vivir en tercera persona no la quita nadie. Algún día regresaré a casa, más allá de las visitas episódicas del Halloween de cada año. ¿Quién sabe? Cuando desenterremos esa cápsula del tiempo será un día interesante.

1 comentario:

Xime-chan dijo...

No había pensado en eso. Mi nostalgia únicamente se manifiesta cuando me sirven la comida fría en el comedor de la Compañía y pienso: "Extraño tanto la cocina de mi madre..."
Te deseo que esa vuelta a casa no sea el final de tus aventuras.