De un tiempo para acá, cuando me he entrenado más por afición que por necesidad en algunos postulados de la ciencia económica, sólo una transgresión evidente y muy grave, o una barbaridad absoluta puede hacerme perder los estribos a niveles sorprendentes. Alguna frasecilla ingeniosa, políticamente correcta (ay mami) como la de Fernández Menéndez cuando soltaba esta perla: "Se necesita la mano visible del Estado para que regule a la mano invisible del Mercado" me hace rasgarme las vestiduras como good orthodox kid que soy.
La economía es una ciencia cuya evidencia surge automáticamente después de haber transpuesto paradigmas sumamente vulgares, de haber roto lo evidente, de haber pasado por el velo de lo que parece "sentido común", pero no es sino lo que decía el físico Goldratt, una práctica común. Y pasaría por alto esta práctica tan común en latinoamérica, la de "economistas de café" (me cuento entre ellos, porque no soy economista; aunque procuro rodearme de estudiantes y profesores de aquella carrera), de no ser porque esta práctica es muy peligrosa. De ella proceden todas las servidumbres.
Esta diatriba viene al cuento porque me he desmayado después de leer un artículo publicado nada más y nada menos que en msn donde una experta de la mismísima Universidad Nacional afirma con todas que "las trasnacionales inciden en la desigualdad y la pobreza mundial". Según la citada experta, el acaparamiento de recursos (tierra, trabajo y capital) por parte de doscientas empresas trasnacionales (una de las cuales le publicó el artículo y otra de las cuales es la que me da empleo) amplía la brecha de desarrollo, ya que no permite que ¡se desarrollen las sociedades en las cuales se establecen!
Con el debido respeto a todos los años que dejó en la silla para estudiar sus maestrías y doctorados, la experta de la UNAM que se atrevió a decir eso es una soberana imbécil. Afirmaciones tales son las que permiten que el subcontinente en el que estoy parado ser cada vez una región más irrelevante. Las que permiten que auténticos señores oscuros como Lord Chávez vayan a mandar al agujero a sus pobres países. Las que permiten que ideas como las suyas sean esgrimidas por cada ignorante, que da miedo que los seres humanos no nos cansemos de caer en tantas mentiras repetidas hasta el cansancio desde 1848.
A la mencionada experta se le debería recordar que los factores productivos no son tres, sino cuatro. El último se llama "entrepreneurship" y es el que mueve a todos los demás. Me gustaría saber qué opina acerca del funcionamiento de esas empresas como trampolines donde se aprende el expertise para que los que se independicen formen sus propias empresas. O que me explicara entonces el concepto de "ventaja competitiva", donde aquellas trasnacionales crecieron gracias a haber dominado habilidades de negocio, por haber innovado, por haber dado desarrollo y oportunidades donde se establecieron. Que piense en todas las ciudades que dejarían de existir si las empresas que las hicieron grandes simplemente se fueran (Y eso va para los outsources de Nike también). Que piense qué tienen de heroico los nombres de un Gates, un Mittal, un Branson (aunque ellos no lo sepan y crean que le deben algo a la sociedad)
Tales opinones, que respetables son, sin duda; no deben escapar de las torres de marfil de donde han salido. Con razón la facultad de economía de la UNAM es una de las más desprestigiadas del país, nido de perredistas del más rancio cuño, y que perdió desde hace sesenta años su abolengo ante un ITAM arrollador que fue creado precisamente para dar formación económica a todos aquellos jóvenes que no querían plegarse a la ideología marxista que, por lo que veo, sigue existiendo en dicha facultad.
Ahora, un poco más tranquilo, reflexiono sobre todo lo que vociferé en este post. No me arrepiento de nada.
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