Este post tiene por finalidad servir de adendum al anterior, guardado el mismísimo día de ayer. La verdad es que resulta que entre el frenesí del trabajo y la angustia por ser parte de una histeria colectiva inenarrable, me he topado con toda una serie de historias periodísticas acerca de ciertos distribuidores que no pudieron aguantarse las ganas (o no quisieron aguantárselas) y violaron el embargo que existía para publicar lo que en el idioma de los acrónimos se llamaría HP&TDH. Mil doscientas copias del libro fueron distribuidas antes de tiempo. Una de ellas fue a parar al Times de Nueva York, por lo que ni tardos ni perezosos, publicaron el día de ayer una reseña anticipada, "teniendo el máximo cuidado de no revelar detalles sensibles sobre la trama". Por otro lado, entre la muy comprensible prohibición del ministerio israelí de comercio para vender los libros en sabat a las dos de la mañana y el comping (guerra de precios entre minoristas) entre ASDA y sus competidoras en el Reino Unido; me ha llegado a la cabeza una de mis tantas reflexiones economizantes, que tienen que ver, por supuesto, con los incentivos que rodean a este frenético maratón y a sus principales protagonistas.
Creo firmemente que en este mundo hay tres elementos a los que uno no puede vencer de ningún modo posible: uno es el propio organismo, otro es la naturaleza (o su originador si uno es religioso) y el tercero es el mercado.
Ejemplos: para el primer caso, el caso de tatuajes y perforaciones es típico, así como el de las malpasadas de la primera juventud. Hay facturas pendientes que hacen imposible que uno le pueda ganar a su propio cuerpo.
El segundo es un recurso del cual Greenpeace y similares se valen para cumplir con sus objetivos políticos (porque de ningún modo esas ONG's pueden tener fines exclusivamente humanitarios). Y es al fin y al cabo que cualquier desequilibrio, que casi siempre es regional y no global, como nos quieren hacer ver, termina pasando factura a quien lo comete.
Y el tercero, ignorado y despechado, es justo lo que estamos viendo ahora. Intentarle ver la cara a un sistema hiper-complejo conformado por las decisiones racionales, no ejercidas coercitivamente por millones y millones de personas que responden a incentivos (y donde en este caso es el puro gusto) ha sido una de esas lecciones históricas que jamás hemos aprendido. Intentar darle la vuelta al mercado provoca: carestía (que no es lo mismo que escasez), desempleo, desviaciones, falta de competitividad, entre otras linduras.
En este caso particular, nos hallamos ante un conflicto de incentivos:
La editorial (Bloomsbury en The UK y Scholastic en The US) puso como castigo que quien se atreviera a romper el embargo no recibiría más copias para vender después de su tanda inicial. Ahora, por lo visto, ese incentivo negativo no fue suficiente para evitar este pequeño "error" en el caso de las tiendas en Estados Unidos, quienes seguramente creyeron que les sería buena publicidad eso de "lo ponemos en tus manos antes que nadie", aunque después les caiga el diluvio encima. En el caso de ASDA, como podemos ver, es mayor el incentivo de que el minorista genere tráfico en su tienda, no vender libros de Harry Potter. Por eso comenzó a vender a márgenes negativos un producto con la esperanza de que alguien se quede a comprar más cosas que no sean precisamente libros. Y el periódico, pues, al igual que los retailers.
Finalmente, debo comentar que aquí en México un tipo consiguió una copia antes de la medianoche de hoy. Sin embargo, bastó sólo un cajero peneque que o no sabía o no le importaba (o tenía información asimétrica, que es otro pexote en economía, o simplemente no tenía incentivos)
Por cierto que en unas ocho horas el libro sale a la venta.
viernes, 20 de julio de 2007
Los tres invencibles
Etiquetas:
environment,
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recóndita armonía del mercado
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2 comentarios:
Un amigo estuvo todo el día de ayer amenazando a los comensales que le acompañábamos en su cumpleaños con contarnos el final del esperado libro si alguien volvía a mencionar algo al respecto. A la tercera amenaza sin resultado, le pedí que me contara. De todos modos me he negado a seguir la historia desde mi desilusión con el segundo libro. Me reservo mis comentarios sobre la información que me fue transmitida. Suerte!
Bueno, el segundo libro es el peor de toda la saga.
Sin embargo, cuando lees el sexto, la historia de la Cámara cuadra perfectamente con el resto.
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