domingo, 1 de julio de 2007

July-reading list

Este mes tengo dos libros en mente. Uno que pretendo empezar y terminar hoy, por su mínimo contenido en cuanto a hojas; y otro que no sólo es mi expectativa, sino expectativa también de millones de personas alrededor del mundo.

Hoy pretendo adentrarme al mundo de la literatura randiana con "Anthem". Por fortuna lo hallé el día de ayer en Gandhi a un precio según yo accesible (comparado con los 404 pesos de Atlas Shrugged). Resulta que esta pequeña y corta distopía fue la primera obra, no muy publicitada, de la escritora ruso-estadounidense, antes de sus dos impactantes y famosas novelas.
Si jugamos a analogías, Anthem es a Ayn Rand lo que Armance es a Stendhal (además de que ambos usaban pseudónimo).
Las novelas de Ayn Rand, junto con su particular estilo de pensamiento, son algunos de los textos más prohibidos en la historia de la literatura. A nuestros enemigos del reino de Progresía les quema la piel siquiera acercarse a un libro así, por lo que simplemente le ponen un anatema y lo vedan. Es un hito para Gandhi, mi establecimiento favorito que desgraciadamente atiende a un segmento importante de los habitantes mentales de Progresía, poner por fin al alcance del público (figurativamente hablando, ya que los precios no están para bollos) las tres novelas de esta escritora. Y pues, de lleno a la escandalosa y descarnada filosofía objetivista.

El segundo libro no debe requerir presentación, ni menos explicación alguna. El 21 de julio, desde Sydney hasta Honolulu, mientras vayan abriendo las librerías, se podrá conocer el desenlace de una de las sagas literarias más exitosas de todos los tiempos. But, of course, hablamos de Harry Potter. Las especulaciones, teorías, expectativas, precios y reseñas anticipadas pueden ser conocidas en esta red. Sólo declaro que la idea de tan impactante conclusión ya me tiene bastante expectante desde creo, dos años que leí The Half Blood Prince.
Para la anécdota, recordemos que todas las grandes novelas del siglo XIX se publicaron por folletín. Cuando la última entrega de David Copperfield se publicó en Inglaterra, la gente se arremolinaba en los muelles neoyorkinos para gritarle a cualquier barco que procediera de la isla: ¿Qué ha sido de David Copperfield?
Aunque el mundo es un poco menos romántico que en ese entonces y para cuando yo tenga el libro en mis manos dentro de tres semanas, seguramente ya habrá personas fanáticas que por motivos de horario podrán saber cómo termina la saga (si leen quién sabe cuántos cientos de páginas en un trecho de siete a trece horas). Aunque no podamos ya estar en el aeropuerto gritando: ¿Qué ha sido de Harry Potter?, todavía y para siempre, existirá esa magia que surge cada vez que uno hace cantar a las páginas de un libro.

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