La canción más famosa de José Feliciano, aquel conocido y bilingüe (con ésta, hasta trilingüe nos salió) invidente puertorriqueño es una del grupo italiano "Ricchi e Poveri", que vendría siendo más o menos como el Mocedades de Italia. Me refiero, por supuesto, a "Chè sarà".
A pesar de que el título de la canción puede sonar determinista (y el determinismo sólo ha servido para justificar atrocidades), en realidad es una de aquellas odas que me gusta llamar "Canzoni eroiche", es decir, canciones heroicas.
Chè sarà habla de un punto en el camino del héroe que es fundamental; y es la partida del hogar. La partida del hogar significa un punto en el que es forzoso crecer; en que el héroe tiene que dejar la seguridad del nido para perseguir ese gran incentivo final después de tantos y tantos peligros, de la ayuda de sus amigos y/o de su mentor y de enfrentar al némesis. Este viaje servirá para aplicarlo en pro de una idea que nos retribuirá en el bien propio o común (o como se dice en economía, en el mayor bien para el mayor número)
Aquellas palabras iniciales de "Pueblito mío, que estás sobre la colina; dormido como un viejo que se muere" reflejan algo que todos y cada uno de nosotros tenemos que hacer algún día. Dejar el hogar. Y aunque no me voy de mi casa ni nada por el estilo, a niveles puramente emocionales todos lo estamos haciendo. En estos días, que he asumido por completo el control de mis finanzas, que he dejado de ver a mis abuelitos (¡Habrase oído!) y que entro de lleno al mundo laboral; ese principio universal de las finanzas de: "Crecer duele y crecer cuesta" resuena como eco dentro de mí, con mucha más fuerza que la de hace meses, cuando platiqué con Gogan del asunto.
He escuchado a mis mejores hermanos enfrentar decisiones, enfrentar problemas, incluso querer dejar todo lo que han conocido por toda su vida por esa irrefrenable necesidad que a veces todos sentimos de escapar. Sin embargo, resistimos. Resistimos porque creemos. Resistimos porque saldremos. Resistimos porque somos.
La última estrofa de esta canción refleja lo que tiene que ocurrir tarde o temprano, pero que no pasa nunca en nuestra memoria y nuestros pensamientos, y que siempre nos acompaña, en los viajes de todos y cada uno de nosotros.
"Ya mis amigos se fueron casi todos, y otros partirán después que yo. ¡Lástima! Porque adoraba su amada compañía; Pero todo pasa, todo se va. ¿Qué será? ¿Qué será de mi vida, qué será? Si sé mucho o no sé nada, desde mañana se verá. ¿Qué será? ¡Será lo que será!"
jueves, 28 de junio de 2007
sábado, 23 de junio de 2007
La mina de oro de la globalidad
La globalización está de moda tanto para quienes la defendemos como para quienes la defenestran. Sin embargo, hoy recibí un correo del cuate de LA Compañía que contenía el Newsletter del seminario, con todo y noticias mixtas de lo que pasó aquí (se les fue el heroico: el trade margin es negativo!) y lo que pasó en Europa.
Revisando un poco en el Facebook para ver de qué se trató el EFS, me percaté de algo importante, distinto a nuestra experiencia: que allí había máximo dos o tres del mismo país y su variedad era impactante: vi un ruso, inglesas, españoles, un griego, gente de Sudáfrica y el administrador del sitio es árabe. Bendita la diversidad humana.
Contrario a nuestro felice caso donde como buenos latinoamericanos nos gritábamos en castellano y nunca llegábamos a una conclusión seria (dejando de lado a un par de brasileñas); allá en Ginebra sólo podían comunicarse en inglés y ahí sí, había pexes y cosas históricas más serias entre ellos.
Que si los mexicanos somos los verdaderos más soberbios de la región, o que los venezolanos tomaron el liderazgo de las cosas porque saben que su país no va a parar a ningún buen lugar, o que los argentinos se creen lo que piensan de sí mismos o que los chilenos son la excepción que confirma a la regla en cuanto a ordenados, respetuosos, poco maliciosos y muy cortantes latinoamericanos no se compara con el hecho de que un árabe conviva con un sudafricano o un inglés, donde la cosmovisión, la formación, la ideología, los hábitos y los husos horarios son radicalmente distintos.
Esto me lleva a pensar en la importancia que es para la formación de una persona el contacto con gente muy distinta a sí. He tenido la oportunidad de convivir con gente de toda mi ciudad, de todo mi país y toda mi región, y espero en un futuro tener contacto similar con personas de todo el mundo (como en el EFS) y han sido experiencias increíbles. Yo considero mucho más grave un prejuicio contra aquellos aspectos de una persona que ésta no puede escoger (sexo, raza y nacionalidad) que las que sí. Por ello creo que estar con gente de muchos lados con muchos contextos distintos es fundamental para crear interrelaciones valiosas y sobretodo, personas de "formación integral" sin cacaerar el término.
Como creo que los "ye" somos una generación rescatable (al contrario de la anterior y la siguiente), está en nuestros manos poder mediante el conocimiento y el respeto a nuestras diferencias crear para esta generación la única igualdad racional, la igualdad de oportunidades; sin desviaciones ni prejuicios.
Revisando un poco en el Facebook para ver de qué se trató el EFS, me percaté de algo importante, distinto a nuestra experiencia: que allí había máximo dos o tres del mismo país y su variedad era impactante: vi un ruso, inglesas, españoles, un griego, gente de Sudáfrica y el administrador del sitio es árabe. Bendita la diversidad humana.
Contrario a nuestro felice caso donde como buenos latinoamericanos nos gritábamos en castellano y nunca llegábamos a una conclusión seria (dejando de lado a un par de brasileñas); allá en Ginebra sólo podían comunicarse en inglés y ahí sí, había pexes y cosas históricas más serias entre ellos.
Que si los mexicanos somos los verdaderos más soberbios de la región, o que los venezolanos tomaron el liderazgo de las cosas porque saben que su país no va a parar a ningún buen lugar, o que los argentinos se creen lo que piensan de sí mismos o que los chilenos son la excepción que confirma a la regla en cuanto a ordenados, respetuosos, poco maliciosos y muy cortantes latinoamericanos no se compara con el hecho de que un árabe conviva con un sudafricano o un inglés, donde la cosmovisión, la formación, la ideología, los hábitos y los husos horarios son radicalmente distintos.
Esto me lleva a pensar en la importancia que es para la formación de una persona el contacto con gente muy distinta a sí. He tenido la oportunidad de convivir con gente de toda mi ciudad, de todo mi país y toda mi región, y espero en un futuro tener contacto similar con personas de todo el mundo (como en el EFS) y han sido experiencias increíbles. Yo considero mucho más grave un prejuicio contra aquellos aspectos de una persona que ésta no puede escoger (sexo, raza y nacionalidad) que las que sí. Por ello creo que estar con gente de muchos lados con muchos contextos distintos es fundamental para crear interrelaciones valiosas y sobretodo, personas de "formación integral" sin cacaerar el término.
Como creo que los "ye" somos una generación rescatable (al contrario de la anterior y la siguiente), está en nuestros manos poder mediante el conocimiento y el respeto a nuestras diferencias crear para esta generación la única igualdad racional, la igualdad de oportunidades; sin desviaciones ni prejuicios.
domingo, 17 de junio de 2007
Despedida para un debut que se funde conmigo
Ayer fue la graduación de Fer para sexto de primaria, y con ella; el final más que formal de nuestro paso por el Colegio Moderno Tepeyac. Mi mamá aceptó haber "casi llorado" (aunque yo no lo vi, eliminaría el casi) cuando los mariachis cantaron las "golondrinas" para despedir a la generación 01-07 de primaria.
Como Fer se va del Moderno, esto ha dado pie a toda una serie de reflexiones familiares en torno a la corrección o incorrección de tan amarga decisión. Mamá lamenta a veces tener que dejar la institución que nos dio cobijo y educación desde hace casi dieciocho años; y también a veces no puedo evitar pensar todo lo que estamos dejando atrás mis hermanas, mis papás y yo.
¿Por qué yo? Pues porque a pesar de que me quedé en la escuela a dar clases durante casi dos años más, este capítulo lo siento pronto a cerrarse por varias razones:
La primera es el evidente fracaso del Centro de Lenguas desde que su segunda directora dejara la batuta; por lo que su cierre se antoja inminente.
La segunda es cierta actitud de cierta persona, que no quiere ver que sin administración ninguna-organización-puede-nada y en lugar de ello le echa la culpa a los maestros.
Dejar esa escuela es duro. Pero más duro es verla casi destruida por una serie de políticas organizacionales del más bajo nivel que pretenden una especie de ¿Reingeniería? cuya dirección no se vislumbra clara.
¿Qué utilidad existe en el echo de que un colegio privado de hacer graffitis a los alumnos? Eso lo toleraría en cualquier otro lado, pero no en la que era mi escuela. "Es que hemos cambiando el enfoque pedagógico a uno constructivista" me dicen. Eso suena muy mono y precioso en el papel, aunque tengo dudas sobre ello: ¿Eso implica que los alumnos van a ser mejores personas? ¿Las mejores escuelas de este país utilizan este modelo? ¿No sabe la señora directora que existe algo llamado: "Mejores prácticas de la industria"?
Aunque sé que actúo como todos aquellos paralizados por sus paradigmas que siempre se oponen al cambio; esta vez mis dudas me persiguen con presteza. Parece una apuesta arriesgada; y aunque sinceramente espero que se gane, en el fondo sé que no lo hará. Cuando yo entré a esa escuela, en 1989, de haber existido los rankings que existen hoy en día no me cabe duda que el CMT hubiera estado en los primeros lugares. Hoy día, ha abandonado la lista de las cien mejores escuelas de la ciudad, donde estuvo por varios años.
Eso me parece un insulto a los egresados que nos partimos la cara en nuestras instituciones educativas y trabajos para defender el prestigio de la casa que nos vio crecer y que nos formó. Es como si en diez años le pasara lo mismo a la UP. Ahí también se me caería la cara, sólo que en este caso no hablaríamos de prestigio local, sino nacional.
Tuve que abandonar mi tono grandilocuente para esta pequeña declaración, que he ha obligado a alzar la voz. Esperamos poder algún día soltar el periodicazo que Ale desea, pero no lo sé. Ya no quiero más daños a mi escuela.
Como Fer se va del Moderno, esto ha dado pie a toda una serie de reflexiones familiares en torno a la corrección o incorrección de tan amarga decisión. Mamá lamenta a veces tener que dejar la institución que nos dio cobijo y educación desde hace casi dieciocho años; y también a veces no puedo evitar pensar todo lo que estamos dejando atrás mis hermanas, mis papás y yo.
¿Por qué yo? Pues porque a pesar de que me quedé en la escuela a dar clases durante casi dos años más, este capítulo lo siento pronto a cerrarse por varias razones:
La primera es el evidente fracaso del Centro de Lenguas desde que su segunda directora dejara la batuta; por lo que su cierre se antoja inminente.
La segunda es cierta actitud de cierta persona, que no quiere ver que sin administración ninguna-organización-puede-nada y en lugar de ello le echa la culpa a los maestros.
Dejar esa escuela es duro. Pero más duro es verla casi destruida por una serie de políticas organizacionales del más bajo nivel que pretenden una especie de ¿Reingeniería? cuya dirección no se vislumbra clara.
¿Qué utilidad existe en el echo de que un colegio privado de hacer graffitis a los alumnos? Eso lo toleraría en cualquier otro lado, pero no en la que era mi escuela. "Es que hemos cambiando el enfoque pedagógico a uno constructivista" me dicen. Eso suena muy mono y precioso en el papel, aunque tengo dudas sobre ello: ¿Eso implica que los alumnos van a ser mejores personas? ¿Las mejores escuelas de este país utilizan este modelo? ¿No sabe la señora directora que existe algo llamado: "Mejores prácticas de la industria"?
Aunque sé que actúo como todos aquellos paralizados por sus paradigmas que siempre se oponen al cambio; esta vez mis dudas me persiguen con presteza. Parece una apuesta arriesgada; y aunque sinceramente espero que se gane, en el fondo sé que no lo hará. Cuando yo entré a esa escuela, en 1989, de haber existido los rankings que existen hoy en día no me cabe duda que el CMT hubiera estado en los primeros lugares. Hoy día, ha abandonado la lista de las cien mejores escuelas de la ciudad, donde estuvo por varios años.
Eso me parece un insulto a los egresados que nos partimos la cara en nuestras instituciones educativas y trabajos para defender el prestigio de la casa que nos vio crecer y que nos formó. Es como si en diez años le pasara lo mismo a la UP. Ahí también se me caería la cara, sólo que en este caso no hablaríamos de prestigio local, sino nacional.
Tuve que abandonar mi tono grandilocuente para esta pequeña declaración, que he ha obligado a alzar la voz. Esperamos poder algún día soltar el periodicazo que Ale desea, pero no lo sé. Ya no quiero más daños a mi escuela.
miércoles, 13 de junio de 2007
El reino fantástico que faltó en el mapa
Los nombres legendarios de Fantasía (Fantastica en la edición original en alemán), la Tierra Media, Narnia, Xanadú, la Atlántida, Ocrilú, Avalón y más recientemente la juvenil e inexperta Alagaesia evocan lugares bellos, insondables, majestuosos, imposibles, tiranizados, amenazados o eternos. Cada cual posee su gobierno, pero también posee sus héroes y villanos, sus filias y sus fobias.
¡Pues bien! Hoy me ha llegado vía "Asuntos Capitales" la noción de un nuevo reino fantástico, completamente inexplorado a los ojos humanos. Don Ricardo Medina mencionó sutilmente el reino de "Progresía" en su columna de hoy, lo cual me ha puesto una súper idea, que en otras castellanidades dirían que es "bien guay".
Ahora que pienso con cuidado, este reino fantástico no aparece en el mapa. Sin embargo, consultando los más antiguos manuales de geografía fantástica que han dejado elfos de los bosques y enanos de las minas, he podido hallar algunas de sus fronteras, sus alcances y sobretodo, su espléndido folclor y la cultura de quienes lo adornan.
En el reino de Progresía gobierna un ogro enorme, que sin ser verde, posee una virtud intocada por el poder cuasi absoluto que le ha concedido una cosa que llaman "el pueblo". En ese reino, el gran ogro conoce perfectamente lo que sacrifican todos sus súbditos al tomar decisiones; amén de que como es omnipresente, puede sustituir cualquier sistema de información y decidir qué está bien y qué está mal, a cómo se debe comprar y a cómo se debe vender, y que todos sean felices por ello.
En el reino de Progresía no existen los incentivos. Ninguno se siente compelido a decidir de acuerdo a lo que maximiza la utilidad de sus decisiones, sino que en teoría decide de acuerdo a algo que llaman "el interés general". Sin embargo, el único que en realidad decide es el gran ogro.
Debemos saber que en el reino de Progresía no existen palabras para llamarle a cada cosa por su nombre. Todo se nombra por eufemismos bonitos y elegantes. La pena por utilizar palabras tan asquerosas y crudas como "aborto" "discapacitado" o "anciano" es sumaria y mortal:
El peor castigo es llevar una etiqueta en la frente, por el que sea conocido siempre el condenado, sin previo juicio ni decisión alguna: el anatema es el adjetivo de Progresía. Me dicen que por los tiempos corrientes, los anatemas más populares en el reino son: imperialista, entreguista, fundamentalista y capitalista. La verdad en Progresía se conoce a priori y no puede ser defendida con argumentos racionales (olvidé decir que eso no existe: la verdad es la verdad del "pueblo").
Además, para proteger la pureza del reino, se nombra a un malvado que quiere destruir a Progesía, y contra el que se debe pelear siempre.
En estos momentos le dicen "neoliberalismo", aunque nadie sepa bien qué es.
En el reino de Progesía nadie puede tener el derecho a trascender de cualquier forma. Eso es un pecado gravísimo que atenta contra el bienestar del "pueblo".
Quien se atreve a intentar trascender es etiquetado de inmediato y expulsado del reino.
La familia es algo inútil, puesto que su papel es ejecutado por el ogro, un feliz e impoluto guardián de la mente dócil y tierna de los más jóvenes. Conocer la verdad única y a priori del ogro es un primer y noble objetivo.
En el reino de Progresía, se puede matar a cualquiera que sea demasiado débil para oponerse a ello, especialmente aquel que no posee voz ni voto. Si cualquiera se atreviese a defender a quien será asesinado por razones nobles como el "libre proyecto de vida" o por la debilidad manifiesta del condenado, entonces se le etiqueta, anatematiza y se predica sobre una serie de conceptos que nadie conoce bien, ni es capaz de defender, porque tendría que utilizar argumentos racionales, soportados con ideas y demostrados con números. Eso no existe en este reino.
Las ideas en Progesía pertenecen al Ogro. Nadie puede opinar fuera de ellas. La libertad es un concepto sobre el que todos predican pero nadie ejerce: no es necesario con la presencia y arbitrio del benevolente padre. Nadie tiene que practicar esa horrible cosa que es escoger: todo mundo sabe que el ogro conoce perfectamente qué es lo que conviene a cada cual.
Algún día, se sabe, el ogro podrá ser capaz de asignar a cada cual no según lo que dé, sino según lo que necesite; mientras que dará todo lo que pueda dar. Mientras ese día llegue, los habitantes de Progresía deben luchar porque a fuerza de repetir mentiras hasta convertirlas en verdades a priori, convenzan a quienes no vivan en el reino a integrarse a él y pelear juntos contra el malvado.
¿Verdad que se nos ha olvidado poner a Progresía en el mapa?
¡Pues claro! Existe en la mente de todos los que se denominan "progres".
Salud por Progresía: porque nunca salga de ese mapa.
¡Pues bien! Hoy me ha llegado vía "Asuntos Capitales" la noción de un nuevo reino fantástico, completamente inexplorado a los ojos humanos. Don Ricardo Medina mencionó sutilmente el reino de "Progresía" en su columna de hoy, lo cual me ha puesto una súper idea, que en otras castellanidades dirían que es "bien guay".
Ahora que pienso con cuidado, este reino fantástico no aparece en el mapa. Sin embargo, consultando los más antiguos manuales de geografía fantástica que han dejado elfos de los bosques y enanos de las minas, he podido hallar algunas de sus fronteras, sus alcances y sobretodo, su espléndido folclor y la cultura de quienes lo adornan.
En el reino de Progresía gobierna un ogro enorme, que sin ser verde, posee una virtud intocada por el poder cuasi absoluto que le ha concedido una cosa que llaman "el pueblo". En ese reino, el gran ogro conoce perfectamente lo que sacrifican todos sus súbditos al tomar decisiones; amén de que como es omnipresente, puede sustituir cualquier sistema de información y decidir qué está bien y qué está mal, a cómo se debe comprar y a cómo se debe vender, y que todos sean felices por ello.
En el reino de Progresía no existen los incentivos. Ninguno se siente compelido a decidir de acuerdo a lo que maximiza la utilidad de sus decisiones, sino que en teoría decide de acuerdo a algo que llaman "el interés general". Sin embargo, el único que en realidad decide es el gran ogro.
Debemos saber que en el reino de Progresía no existen palabras para llamarle a cada cosa por su nombre. Todo se nombra por eufemismos bonitos y elegantes. La pena por utilizar palabras tan asquerosas y crudas como "aborto" "discapacitado" o "anciano" es sumaria y mortal:
El peor castigo es llevar una etiqueta en la frente, por el que sea conocido siempre el condenado, sin previo juicio ni decisión alguna: el anatema es el adjetivo de Progresía. Me dicen que por los tiempos corrientes, los anatemas más populares en el reino son: imperialista, entreguista, fundamentalista y capitalista. La verdad en Progresía se conoce a priori y no puede ser defendida con argumentos racionales (olvidé decir que eso no existe: la verdad es la verdad del "pueblo").
Además, para proteger la pureza del reino, se nombra a un malvado que quiere destruir a Progesía, y contra el que se debe pelear siempre.
En estos momentos le dicen "neoliberalismo", aunque nadie sepa bien qué es.
En el reino de Progesía nadie puede tener el derecho a trascender de cualquier forma. Eso es un pecado gravísimo que atenta contra el bienestar del "pueblo".
Quien se atreve a intentar trascender es etiquetado de inmediato y expulsado del reino.
La familia es algo inútil, puesto que su papel es ejecutado por el ogro, un feliz e impoluto guardián de la mente dócil y tierna de los más jóvenes. Conocer la verdad única y a priori del ogro es un primer y noble objetivo.
En el reino de Progresía, se puede matar a cualquiera que sea demasiado débil para oponerse a ello, especialmente aquel que no posee voz ni voto. Si cualquiera se atreviese a defender a quien será asesinado por razones nobles como el "libre proyecto de vida" o por la debilidad manifiesta del condenado, entonces se le etiqueta, anatematiza y se predica sobre una serie de conceptos que nadie conoce bien, ni es capaz de defender, porque tendría que utilizar argumentos racionales, soportados con ideas y demostrados con números. Eso no existe en este reino.
Las ideas en Progesía pertenecen al Ogro. Nadie puede opinar fuera de ellas. La libertad es un concepto sobre el que todos predican pero nadie ejerce: no es necesario con la presencia y arbitrio del benevolente padre. Nadie tiene que practicar esa horrible cosa que es escoger: todo mundo sabe que el ogro conoce perfectamente qué es lo que conviene a cada cual.
Algún día, se sabe, el ogro podrá ser capaz de asignar a cada cual no según lo que dé, sino según lo que necesite; mientras que dará todo lo que pueda dar. Mientras ese día llegue, los habitantes de Progresía deben luchar porque a fuerza de repetir mentiras hasta convertirlas en verdades a priori, convenzan a quienes no vivan en el reino a integrarse a él y pelear juntos contra el malvado.
¿Verdad que se nos ha olvidado poner a Progresía en el mapa?
¡Pues claro! Existe en la mente de todos los que se denominan "progres".
Salud por Progresía: porque nunca salga de ese mapa.
domingo, 10 de junio de 2007
Go Doug, Go!
Aunque meterme en temas políticos casi siempre resultará en mentadas calurosamente enviadas de parte de nuestros enemigos, esta vez después de leer un post del maracucho en el facebook sentí un profundo orgullo porque alguien de mi generación se atreviera a tomar la palabra en la más alta tribuna de su país, que anda por aquella senda que Hayek llamó "el camino de la servidumbre", con el fin de representar a todos los estudiantes venezolanos y denunciar la cobarde, autoritaria y artera acción de El Comandante cerrando la televisora RCTV.
He leído muchos comentarios, más irracionales que racionales por parte de la "progresía" donde aplauden la decisión de micomandante Chávez, arguyendo que la ley le permitía no renovar la concesión, y es cierto. Que el canal era parcial y sesgado, es cierto. Que apoyó al golpe de estado contra él, es cierto. Sin embargo, la ley debe existir sólo para proteger vida, libertad y propiedad de los individuos, dejándolos hacer lo que quieran siempre y cuando no ataquen estos tres derechos. En este caso, la actuación del gobierno venezolano no fue en contra de la ley, sino en contra de los principios que la sustentan: del contrato social que seres libres y racionales suscriben para crear una agencia llamada "gobierno" que no sirva sino para lo mencionado anteriormente. Cuando el gobierno se extralimita en sus funciones y decide cómo los seres humanos han de utilizar y asignar sus recursos, siempre escasos a necesidades ilimitadas, entonces está tiranizando sin lugar a duda la libertad de todos ellos. Aquí en México no ha faltado algún despistado perredista o unamita borrego que aplauda la decisión de Chávez y pida que se haga lo mismo con Televisa. Ignoran que si Televisa es mediocre, mala o sesgada, todos tenemos un instrumento poderosísimo contra ello: un botón rojo que está hasta arriba del control remoto. Yo siempre cambio de canal y además, no le voy al América. ¿No hay mejor manera de ejercer mi derecho a decidir qué es lo que quiero ver por televisión?
Estoy orgulloso de Douglas, compañero y amigo del LAFS. Orgulloso porque dictó cátedra ante una asamblea controlada por un hombre que no tiene diferencia alguna con Mussolini, Stalin, Pol Pot o Palpatine, por poner ejemplos variopintos. Orgulloso porque demostró cómo cuando una persona es consciente de los principios de la ciencia económica, es capaz de luchar porque su sociedad abandone ese camino de la servidumbre. Orgulloso porque siempre habrá una juventud, minoritaria tal vez, que no se deja convencer por los anatemas, las etiquetas y los juicios a priori con los que nuestros enemigos de izquierda han inundado la lucha ideológica. Y orgulloso porque las ideas de nosotros los libertarianos, confrontadas ante la vulgar respuesta de nuestros escarlatinos enemigos nunca sonaron mejor: libertad de elección.
Doug: je crois en toi, je crois en libertè
Como no sé poner videos youtubianos en el blog, les paso el link:
http://www.youtube.com/watch?v=3Vt8JPXNIGQ
He leído muchos comentarios, más irracionales que racionales por parte de la "progresía" donde aplauden la decisión de micomandante Chávez, arguyendo que la ley le permitía no renovar la concesión, y es cierto. Que el canal era parcial y sesgado, es cierto. Que apoyó al golpe de estado contra él, es cierto. Sin embargo, la ley debe existir sólo para proteger vida, libertad y propiedad de los individuos, dejándolos hacer lo que quieran siempre y cuando no ataquen estos tres derechos. En este caso, la actuación del gobierno venezolano no fue en contra de la ley, sino en contra de los principios que la sustentan: del contrato social que seres libres y racionales suscriben para crear una agencia llamada "gobierno" que no sirva sino para lo mencionado anteriormente. Cuando el gobierno se extralimita en sus funciones y decide cómo los seres humanos han de utilizar y asignar sus recursos, siempre escasos a necesidades ilimitadas, entonces está tiranizando sin lugar a duda la libertad de todos ellos. Aquí en México no ha faltado algún despistado perredista o unamita borrego que aplauda la decisión de Chávez y pida que se haga lo mismo con Televisa. Ignoran que si Televisa es mediocre, mala o sesgada, todos tenemos un instrumento poderosísimo contra ello: un botón rojo que está hasta arriba del control remoto. Yo siempre cambio de canal y además, no le voy al América. ¿No hay mejor manera de ejercer mi derecho a decidir qué es lo que quiero ver por televisión?
Estoy orgulloso de Douglas, compañero y amigo del LAFS. Orgulloso porque dictó cátedra ante una asamblea controlada por un hombre que no tiene diferencia alguna con Mussolini, Stalin, Pol Pot o Palpatine, por poner ejemplos variopintos. Orgulloso porque demostró cómo cuando una persona es consciente de los principios de la ciencia económica, es capaz de luchar porque su sociedad abandone ese camino de la servidumbre. Orgulloso porque siempre habrá una juventud, minoritaria tal vez, que no se deja convencer por los anatemas, las etiquetas y los juicios a priori con los que nuestros enemigos de izquierda han inundado la lucha ideológica. Y orgulloso porque las ideas de nosotros los libertarianos, confrontadas ante la vulgar respuesta de nuestros escarlatinos enemigos nunca sonaron mejor: libertad de elección.
Doug: je crois en toi, je crois en libertè
Como no sé poner videos youtubianos en el blog, les paso el link:
http://www.youtube.com/watch?v=3Vt8JPXNIGQ
jueves, 7 de junio de 2007
Velut luna
El título del presente, además de servir como un bonito colofón de significaciones que tienen que ver con escudos de armas corporativos, pretende explicar mi sentir a los tres días de haber cumplido veintiún años y comenzado oficialmente mi vida laboral seria.
Y viene a cuento el segundo verso de todo "Carmina Burana" para resaltar a la situación corriente de mi persona como aquella famosa rueda que hicieran famosas las cosmovisiones de antaño. La rueda de la fortuna: a nivel emocional, social, educativo y de logros, por un lado, y a nivel físico, por el otro.
Por los primeros cuatro aspectos, sigo en "los cuernos de la luna" para seguir con las metáforas y alusiones corporativas. Adoro la empresa donde trabajo, dueña de una cultura organizacional que no me hace parar de disfrutar y de reír, de pasar buenos momentos y de conocer a gente tan distinta y tan valiosa. La oleada de responsabilidades nuevas ha caído como un delicioso y retador bálsamo sobre mí. Mi camino se ve duro y difícil, pero iluminado: Sin abandonar esa de Mr. Mister de "Kyrie eleison down the road that I must travel", escuchamos otra gran canción heroica, esta vez de conocida película de Disney: "I will go the distance".
Y como siempre hay un negrito en el arroz... ayer fui al quiropráctico, el primer especialista de este campo que he visto. El chiste es que según él los ortopedistas estaban mal y lo que presumiblemente era una "fuerte contractura muscular" primero y un "desvío vertebral" es nada más y nada menos que una hernia discal irreversible, que me condena a no volver a correr en toda mi vida y a una posible futura operación que no arreglaría el problema. Ahora sí la hice buena: esos dolores que tenía a los ocho años se hallan perfectamente justificados. Me siento como la única persona de veintiún años con este problema mucho más senil.
No se puede decir "así es la vida" en este caso. Existe alguna razón para esto, que me obliga tal vez a replantearme mis vacuos y torcidos objetivos de salud personal. Tendré que retomar la natación, algo que vislumbraba desde el principio del año. Para ello, propongo una tercera canción muy heroica: "Che sarà, che sarà, che sarà della mia vita, chi lo sa? So far tutto o forse niente, domani si vedrà. Che sarà? sarà quel che sarà"
Y al igual que mi camino, depende totalmente de mí.
Ser humano nunca había sido tan valioso.
Y viene a cuento el segundo verso de todo "Carmina Burana" para resaltar a la situación corriente de mi persona como aquella famosa rueda que hicieran famosas las cosmovisiones de antaño. La rueda de la fortuna: a nivel emocional, social, educativo y de logros, por un lado, y a nivel físico, por el otro.
Por los primeros cuatro aspectos, sigo en "los cuernos de la luna" para seguir con las metáforas y alusiones corporativas. Adoro la empresa donde trabajo, dueña de una cultura organizacional que no me hace parar de disfrutar y de reír, de pasar buenos momentos y de conocer a gente tan distinta y tan valiosa. La oleada de responsabilidades nuevas ha caído como un delicioso y retador bálsamo sobre mí. Mi camino se ve duro y difícil, pero iluminado: Sin abandonar esa de Mr. Mister de "Kyrie eleison down the road that I must travel", escuchamos otra gran canción heroica, esta vez de conocida película de Disney: "I will go the distance".
Y como siempre hay un negrito en el arroz... ayer fui al quiropráctico, el primer especialista de este campo que he visto. El chiste es que según él los ortopedistas estaban mal y lo que presumiblemente era una "fuerte contractura muscular" primero y un "desvío vertebral" es nada más y nada menos que una hernia discal irreversible, que me condena a no volver a correr en toda mi vida y a una posible futura operación que no arreglaría el problema. Ahora sí la hice buena: esos dolores que tenía a los ocho años se hallan perfectamente justificados. Me siento como la única persona de veintiún años con este problema mucho más senil.
No se puede decir "así es la vida" en este caso. Existe alguna razón para esto, que me obliga tal vez a replantearme mis vacuos y torcidos objetivos de salud personal. Tendré que retomar la natación, algo que vislumbraba desde el principio del año. Para ello, propongo una tercera canción muy heroica: "Che sarà, che sarà, che sarà della mia vita, chi lo sa? So far tutto o forse niente, domani si vedrà. Che sarà? sarà quel che sarà"
Y al igual que mi camino, depende totalmente de mí.
Ser humano nunca había sido tan valioso.
viernes, 1 de junio de 2007
Las lecturas insospechadas de Golding y Garland
En mi lista de libros favoritos se hallan dos novelas cuya estructura e idea principal son increíblemente similares. La primera de ellas fue escrita por el premio Nobel de Literatura de 1983 (un momento de lucidez de la Academia Sueca, antes de comenzar a dar patentes de corso para permitir decir cualquier cosa a cada idiota que se ha venido a sacar el premio). La segunda, por uno de los más prometedores escritores de su generación, si no el que más. Ambos, británicos. La segunda novela fue, según un comentarista, "la primera, pero para la generación X". Ambas fueron adaptdadas al cine, la primera con resultados mediocres; la segunda siendo hecha pedazos.
Por supuesto, me refiero al Señor de las Moscas de Sir William Golding, y a La Playa de Alex Garland.
Como mencioné, el tema es muy similar en ambas: la destrucción del ser humano y la revlación de su verdadero rostro cuando se reduce a un esquema de recursos y civilización sumamente precarios. Aunque una tiene como protagonistas a niños y otra a veinteañeros fracasados, al fin y al cabo finalizan del mismo modo: en el terror y en la muerte. A un nivel puramente superficial, lo que podemos decir es que su efecto fundamental es refutar impecablemente la ingenuidad de Rousseau cuando hablaba de un "buen salvaje".
Sin embargo, y escarbando un poco más, encontré un trasfondo económico sumamente interesante para ambas novelas. El trasfondo nos lleva, nada más y nada menos que a ¡Hayek! (y no Salma)
Más o menos lo que dijo tal economista en su obra más famosa es que todos los totalitarismos se parecen porque todos han caminado por El Camino de la Servidumbre. Aunque el propio autor negó en el prólogo la hipótesis que sigue a continuación, muchos de sus sucesores y yo mismo creemos que ésa es la idea subyacente: que todo intento de colectivizar las decisiones de asignación de recursos provoca un conflicto de incentivos tan grande que la necesidad de orden deriva siempre en el terror, la muerte y la pérdida de las libertades individuales.
Aquí está el quid de las dos novelas: dos situaciones en donde los recursos son precarísimos (una por contingencia, la otra por una utopía) y se busca asignarlos "comunitariamente" o como dirían los de la otra esquina, "cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad". Aunque evidentemete el enunciado anterior es un absurdo terrible a nivel de incentivos, a esos incentivos me remito para observar cómo es que de una u otra manera, intentando imponer un modo centralizado de tomar decisiones económicas se atenta contra la libertad de la persona: alguien terminará alanceado o apuñalado, mientras la paranoia ideológica llega a niveles indecibles.
Sólo una persona en esta situación de "isla desierta" ha salido bien librada, y sólo porque estaba sola: Robinson Crusoe.
Recomiendo ampliamente primero El Señor de las Moscas (o LOTF como le dicen en inglés). Cuando la leí, noté el Camino de la Servidumbre incluso con mayor obviedad que en Rebelión en la Granja (y eso que la de Golding no está basada en algo de la vida real). Y me recordó a mis amigos venezolanos, cuyo país tristemente se halla actualmente corriendo por este camino. Nunca nos cansamos de no aprender, ¿Verdad?
Por supuesto, me refiero al Señor de las Moscas de Sir William Golding, y a La Playa de Alex Garland.
Como mencioné, el tema es muy similar en ambas: la destrucción del ser humano y la revlación de su verdadero rostro cuando se reduce a un esquema de recursos y civilización sumamente precarios. Aunque una tiene como protagonistas a niños y otra a veinteañeros fracasados, al fin y al cabo finalizan del mismo modo: en el terror y en la muerte. A un nivel puramente superficial, lo que podemos decir es que su efecto fundamental es refutar impecablemente la ingenuidad de Rousseau cuando hablaba de un "buen salvaje".
Sin embargo, y escarbando un poco más, encontré un trasfondo económico sumamente interesante para ambas novelas. El trasfondo nos lleva, nada más y nada menos que a ¡Hayek! (y no Salma)
Más o menos lo que dijo tal economista en su obra más famosa es que todos los totalitarismos se parecen porque todos han caminado por El Camino de la Servidumbre. Aunque el propio autor negó en el prólogo la hipótesis que sigue a continuación, muchos de sus sucesores y yo mismo creemos que ésa es la idea subyacente: que todo intento de colectivizar las decisiones de asignación de recursos provoca un conflicto de incentivos tan grande que la necesidad de orden deriva siempre en el terror, la muerte y la pérdida de las libertades individuales.
Aquí está el quid de las dos novelas: dos situaciones en donde los recursos son precarísimos (una por contingencia, la otra por una utopía) y se busca asignarlos "comunitariamente" o como dirían los de la otra esquina, "cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad". Aunque evidentemete el enunciado anterior es un absurdo terrible a nivel de incentivos, a esos incentivos me remito para observar cómo es que de una u otra manera, intentando imponer un modo centralizado de tomar decisiones económicas se atenta contra la libertad de la persona: alguien terminará alanceado o apuñalado, mientras la paranoia ideológica llega a niveles indecibles.
Sólo una persona en esta situación de "isla desierta" ha salido bien librada, y sólo porque estaba sola: Robinson Crusoe.
Recomiendo ampliamente primero El Señor de las Moscas (o LOTF como le dicen en inglés). Cuando la leí, noté el Camino de la Servidumbre incluso con mayor obviedad que en Rebelión en la Granja (y eso que la de Golding no está basada en algo de la vida real). Y me recordó a mis amigos venezolanos, cuyo país tristemente se halla actualmente corriendo por este camino. Nunca nos cansamos de no aprender, ¿Verdad?
June reading list
Para el mes de junio, si el tiempo me permite; pretendo leer la historia de la segunda palabra más pronunciada en el planeta tierra y que resulta ser una marca comercial de cierto refresco muy famoso. Después de ella, pretendo leer ahora sí un libro similar de historia de las empresas, y que narra el caminar de los primeros 165 años de mi ahora compañía.
Mientras tanto, a ver cómo John Pemberton creó en 1886 en la ciudad de Atlanta,casi por accidente eso que le ponemos a las cubas y que cuando escasea en un antro, es cuando hace sufrir a la cartera.
Mientras tanto, a ver cómo John Pemberton creó en 1886 en la ciudad de Atlanta,casi por accidente eso que le ponemos a las cubas y que cuando escasea en un antro, es cuando hace sufrir a la cartera.
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