miércoles, 13 de junio de 2007

El reino fantástico que faltó en el mapa

Los nombres legendarios de Fantasía (Fantastica en la edición original en alemán), la Tierra Media, Narnia, Xanadú, la Atlántida, Ocrilú, Avalón y más recientemente la juvenil e inexperta Alagaesia evocan lugares bellos, insondables, majestuosos, imposibles, tiranizados, amenazados o eternos. Cada cual posee su gobierno, pero también posee sus héroes y villanos, sus filias y sus fobias.

¡Pues bien! Hoy me ha llegado vía "Asuntos Capitales" la noción de un nuevo reino fantástico, completamente inexplorado a los ojos humanos. Don Ricardo Medina mencionó sutilmente el reino de "Progresía" en su columna de hoy, lo cual me ha puesto una súper idea, que en otras castellanidades dirían que es "bien guay".

Ahora que pienso con cuidado, este reino fantástico no aparece en el mapa. Sin embargo, consultando los más antiguos manuales de geografía fantástica que han dejado elfos de los bosques y enanos de las minas, he podido hallar algunas de sus fronteras, sus alcances y sobretodo, su espléndido folclor y la cultura de quienes lo adornan.

En el reino de Progresía gobierna un ogro enorme, que sin ser verde, posee una virtud intocada por el poder cuasi absoluto que le ha concedido una cosa que llaman "el pueblo". En ese reino, el gran ogro conoce perfectamente lo que sacrifican todos sus súbditos al tomar decisiones; amén de que como es omnipresente, puede sustituir cualquier sistema de información y decidir qué está bien y qué está mal, a cómo se debe comprar y a cómo se debe vender, y que todos sean felices por ello.

En el reino de Progresía no existen los incentivos. Ninguno se siente compelido a decidir de acuerdo a lo que maximiza la utilidad de sus decisiones, sino que en teoría decide de acuerdo a algo que llaman "el interés general". Sin embargo, el único que en realidad decide es el gran ogro.
Debemos saber que en el reino de Progresía no existen palabras para llamarle a cada cosa por su nombre. Todo se nombra por eufemismos bonitos y elegantes. La pena por utilizar palabras tan asquerosas y crudas como "aborto" "discapacitado" o "anciano" es sumaria y mortal:
El peor castigo es llevar una etiqueta en la frente, por el que sea conocido siempre el condenado, sin previo juicio ni decisión alguna: el anatema es el adjetivo de Progresía. Me dicen que por los tiempos corrientes, los anatemas más populares en el reino son: imperialista, entreguista, fundamentalista y capitalista. La verdad en Progresía se conoce a priori y no puede ser defendida con argumentos racionales (olvidé decir que eso no existe: la verdad es la verdad del "pueblo").

Además, para proteger la pureza del reino, se nombra a un malvado que quiere destruir a Progesía, y contra el que se debe pelear siempre.
En estos momentos le dicen "neoliberalismo", aunque nadie sepa bien qué es.

En el reino de Progesía nadie puede tener el derecho a trascender de cualquier forma. Eso es un pecado gravísimo que atenta contra el bienestar del "pueblo".
Quien se atreve a intentar trascender es etiquetado de inmediato y expulsado del reino.

La familia es algo inútil, puesto que su papel es ejecutado por el ogro, un feliz e impoluto guardián de la mente dócil y tierna de los más jóvenes. Conocer la verdad única y a priori del ogro es un primer y noble objetivo.

En el reino de Progresía, se puede matar a cualquiera que sea demasiado débil para oponerse a ello, especialmente aquel que no posee voz ni voto. Si cualquiera se atreviese a defender a quien será asesinado por razones nobles como el "libre proyecto de vida" o por la debilidad manifiesta del condenado, entonces se le etiqueta, anatematiza y se predica sobre una serie de conceptos que nadie conoce bien, ni es capaz de defender, porque tendría que utilizar argumentos racionales, soportados con ideas y demostrados con números. Eso no existe en este reino.

Las ideas en Progesía pertenecen al Ogro. Nadie puede opinar fuera de ellas. La libertad es un concepto sobre el que todos predican pero nadie ejerce: no es necesario con la presencia y arbitrio del benevolente padre. Nadie tiene que practicar esa horrible cosa que es escoger: todo mundo sabe que el ogro conoce perfectamente qué es lo que conviene a cada cual.
Algún día, se sabe, el ogro podrá ser capaz de asignar a cada cual no según lo que dé, sino según lo que necesite; mientras que dará todo lo que pueda dar. Mientras ese día llegue, los habitantes de Progresía deben luchar porque a fuerza de repetir mentiras hasta convertirlas en verdades a priori, convenzan a quienes no vivan en el reino a integrarse a él y pelear juntos contra el malvado.

¿Verdad que se nos ha olvidado poner a Progresía en el mapa?
¡Pues claro! Existe en la mente de todos los que se denominan "progres".
Salud por Progresía: porque nunca salga de ese mapa.

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