En mi lista de libros favoritos se hallan dos novelas cuya estructura e idea principal son increíblemente similares. La primera de ellas fue escrita por el premio Nobel de Literatura de 1983 (un momento de lucidez de la Academia Sueca, antes de comenzar a dar patentes de corso para permitir decir cualquier cosa a cada idiota que se ha venido a sacar el premio). La segunda, por uno de los más prometedores escritores de su generación, si no el que más. Ambos, británicos. La segunda novela fue, según un comentarista, "la primera, pero para la generación X". Ambas fueron adaptdadas al cine, la primera con resultados mediocres; la segunda siendo hecha pedazos.
Por supuesto, me refiero al Señor de las Moscas de Sir William Golding, y a La Playa de Alex Garland.
Como mencioné, el tema es muy similar en ambas: la destrucción del ser humano y la revlación de su verdadero rostro cuando se reduce a un esquema de recursos y civilización sumamente precarios. Aunque una tiene como protagonistas a niños y otra a veinteañeros fracasados, al fin y al cabo finalizan del mismo modo: en el terror y en la muerte. A un nivel puramente superficial, lo que podemos decir es que su efecto fundamental es refutar impecablemente la ingenuidad de Rousseau cuando hablaba de un "buen salvaje".
Sin embargo, y escarbando un poco más, encontré un trasfondo económico sumamente interesante para ambas novelas. El trasfondo nos lleva, nada más y nada menos que a ¡Hayek! (y no Salma)
Más o menos lo que dijo tal economista en su obra más famosa es que todos los totalitarismos se parecen porque todos han caminado por El Camino de la Servidumbre. Aunque el propio autor negó en el prólogo la hipótesis que sigue a continuación, muchos de sus sucesores y yo mismo creemos que ésa es la idea subyacente: que todo intento de colectivizar las decisiones de asignación de recursos provoca un conflicto de incentivos tan grande que la necesidad de orden deriva siempre en el terror, la muerte y la pérdida de las libertades individuales.
Aquí está el quid de las dos novelas: dos situaciones en donde los recursos son precarísimos (una por contingencia, la otra por una utopía) y se busca asignarlos "comunitariamente" o como dirían los de la otra esquina, "cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad". Aunque evidentemete el enunciado anterior es un absurdo terrible a nivel de incentivos, a esos incentivos me remito para observar cómo es que de una u otra manera, intentando imponer un modo centralizado de tomar decisiones económicas se atenta contra la libertad de la persona: alguien terminará alanceado o apuñalado, mientras la paranoia ideológica llega a niveles indecibles.
Sólo una persona en esta situación de "isla desierta" ha salido bien librada, y sólo porque estaba sola: Robinson Crusoe.
Recomiendo ampliamente primero El Señor de las Moscas (o LOTF como le dicen en inglés). Cuando la leí, noté el Camino de la Servidumbre incluso con mayor obviedad que en Rebelión en la Granja (y eso que la de Golding no está basada en algo de la vida real). Y me recordó a mis amigos venezolanos, cuyo país tristemente se halla actualmente corriendo por este camino. Nunca nos cansamos de no aprender, ¿Verdad?
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