domingo, 17 de junio de 2007

Despedida para un debut que se funde conmigo

Ayer fue la graduación de Fer para sexto de primaria, y con ella; el final más que formal de nuestro paso por el Colegio Moderno Tepeyac. Mi mamá aceptó haber "casi llorado" (aunque yo no lo vi, eliminaría el casi) cuando los mariachis cantaron las "golondrinas" para despedir a la generación 01-07 de primaria.
Como Fer se va del Moderno, esto ha dado pie a toda una serie de reflexiones familiares en torno a la corrección o incorrección de tan amarga decisión. Mamá lamenta a veces tener que dejar la institución que nos dio cobijo y educación desde hace casi dieciocho años; y también a veces no puedo evitar pensar todo lo que estamos dejando atrás mis hermanas, mis papás y yo.
¿Por qué yo? Pues porque a pesar de que me quedé en la escuela a dar clases durante casi dos años más, este capítulo lo siento pronto a cerrarse por varias razones:
La primera es el evidente fracaso del Centro de Lenguas desde que su segunda directora dejara la batuta; por lo que su cierre se antoja inminente.
La segunda es cierta actitud de cierta persona, que no quiere ver que sin administración ninguna-organización-puede-nada y en lugar de ello le echa la culpa a los maestros.
Dejar esa escuela es duro. Pero más duro es verla casi destruida por una serie de políticas organizacionales del más bajo nivel que pretenden una especie de ¿Reingeniería? cuya dirección no se vislumbra clara.
¿Qué utilidad existe en el echo de que un colegio privado de hacer graffitis a los alumnos? Eso lo toleraría en cualquier otro lado, pero no en la que era mi escuela. "Es que hemos cambiando el enfoque pedagógico a uno constructivista" me dicen. Eso suena muy mono y precioso en el papel, aunque tengo dudas sobre ello: ¿Eso implica que los alumnos van a ser mejores personas? ¿Las mejores escuelas de este país utilizan este modelo? ¿No sabe la señora directora que existe algo llamado: "Mejores prácticas de la industria"?
Aunque sé que actúo como todos aquellos paralizados por sus paradigmas que siempre se oponen al cambio; esta vez mis dudas me persiguen con presteza. Parece una apuesta arriesgada; y aunque sinceramente espero que se gane, en el fondo sé que no lo hará. Cuando yo entré a esa escuela, en 1989, de haber existido los rankings que existen hoy en día no me cabe duda que el CMT hubiera estado en los primeros lugares. Hoy día, ha abandonado la lista de las cien mejores escuelas de la ciudad, donde estuvo por varios años.
Eso me parece un insulto a los egresados que nos partimos la cara en nuestras instituciones educativas y trabajos para defender el prestigio de la casa que nos vio crecer y que nos formó. Es como si en diez años le pasara lo mismo a la UP. Ahí también se me caería la cara, sólo que en este caso no hablaríamos de prestigio local, sino nacional.

Tuve que abandonar mi tono grandilocuente para esta pequeña declaración, que he ha obligado a alzar la voz. Esperamos poder algún día soltar el periodicazo que Ale desea, pero no lo sé. Ya no quiero más daños a mi escuela.

No hay comentarios: