martes, 10 de julio de 2007

Transformación

Hace tiempo tuve la manía, y creo que la sigo teniendo, de ver mi vida hasta ahora como las páginas de un libro de texto: dividía los años y las fases, los momentos y los segundos en bloques, los bloques en unidades, las unidades en lecciones o capítulos y las lecciones o capítulos en apartados.
Así, hasta este momento sólo hay escritos (en la cabeza, porque no hay tiempo para escribir tanta tontería) dos bloques y medio. El primero, que es una parte muy introductoria, y el segundo, que es un mamotreto larguísimo, de principios infantiles y cortos y un final estrambótico resultó ser la historia de la generación. Ahora, el bloque que se viene llamando: "La construcción de un yo" corresponde a los cuatro años de la carrera, y por donde se explica el medio bloque que se ha escrito en la Historia. Cada unidad en la historia de la generación tenía un nombre rimbombante, peliculesco. Oso decir que cada unidad en la historia de mi carrera universitaria también lo tiene.
Así, el nombre de la primera unidad, que corresponde al primer semestre, se llama: "Las mil historias del nuevo mundo" por todo lo que significaba el nuevo mundo en aquel entonces (me río de mi asombro por tal nuevo mundo en estos días, por cierto). El nombre de la segunda unidad y el segundo semestre recibe el nombre de: "Dos luchas furiosas" porque por un lado peleé mentalmente contra la idea de la deflagración (que hoy también me da risa) y por el otro por una serie de severas dudas sobre la fe que tengo en mi país, gracias a Meester Loupez.
El tercer semestre es el semestre sin nombre, por todo lo que ocurrió en él; mientras que el cuarto, que es uno muy importante, se denomina: "El despertar".
Fue un despertar porque el instinto administrativo resurgió con mucha fuerza, así como la motivación y las ya famosas válvulas de escape. Su famosa conclusión es tan conocida como graciosa y grandiosa.
Sin embargo hoy reflexiono para dejar un poco atrás el violento post del día de ayer, sobre la gran transformación que me ha pasado últimamente. A pesar de que "yo sigo siendo aquél", me he sorprendido a mí mismo de la cantidad de gente con la que tengo que tratar, tan distinta y tan dispar. Me he sorprendido porque hace años no podía abrir la boca frente a desconocidos, y ahora juego al publirrelacionista entre los distintos becarios de finanzas de la compañía. Antes no quería conocer a nadie; ahora soy amigo de un árabe y pronto de más gente de todos lados del mundo.
Si me viera yo, o la figura que yo era a los trece años...
El crecimiento personal se ha dado, pero hay asignaturas pendientes; como por ejemplo esa que empieza en ene y termina en ovia. Sin embargo, nunca debemos olvidar lo mucho que se ha avanzado, comenzando desde las integraciones preliminar (i.e. los mendiolinos), las dos gloriosas (i.e. el núcleo y la generación) y las excelentes que corren por estos tiempos. Es, después de todo, la construcción de un yo.

2 comentarios:

Xime-chan dijo...

Interesante forma de ver la vida. Seguramente muchos otros capítulos comenzarán a escribirse, y literalmente a escribirse. Y entonces será una aportación mayor que la que ya es.

Joaquin dijo...

Eso, eso, eso, eso