lunes, 31 de marzo de 2008

Corporational

Uno de los villanos clásicos del habitante medio del reino de Progresía es La Corporación.

Sí, ese monstruote gigantesco, infernal y despiadado que tiene el poder de lavarnos la cabeza con su publicidad y hacer que compremos las cosas que no queremos comprar, para así volvernos consumistas y tirar a la basura al medio ambiente, mientras este malvado ente se dedica a explotar chinitos pagándoles una miseria y enriquecer los bolsillos de unos señores grandes, gordos, con colmillos y sombreros de copa.

Dicen por ahí que La Corporación también tiene el poder de hacer que sus empleados se comporten como robots, mientras su posición no está segura porque a la primera subida de costos son despedidos. También se cuenta que se siente muy cómoda en los países en donde se le deja contaminar más, lo cual provoca una terrible rivalidad entre ella y sus iguales que harán que los países compitan entre sí para bajarle más a las regulaciones medioambientales y así mandar muy lejos a todo el planeta.

Todo esto, por supuesto, soportado en que la idea de que La Corporación es un ente infernal que actúa motivado por un egoísmo asesino y un tremebundo propio interés; mientras que el señor de Progresía, el gran ogro (AKA "Estado") es un gigante torpe, pero bondadoso, que ve amorosamente por todos y cada uno de los intereses de los habitantes del feliz reino.

Si bien muchos ya estamos cansados de este discursito, aquí el problema no es ciertamente ése; sino el de alguien que se llama "consumidor" y que a la vez es "votante" que si bien compra y realiza su vida diaria con productos de ene compañías de muchísimos tamaños, no está aware de que esos productos o servicios satisfacen necesidades y en cambio se indigna porque a Exxon se le averió un barco, por lo que estará dispuesta a pedir mayor control del Estado contra esa Corporación.
Es decir, castigar a quien en su juicio no hizo algo bien por la manera incorrecta, ésa que vendría siendo como el Munchkinland (donde comienza el camino amarillo) pero no a ciudad esmeralda, sino al Gulag. (y obviamente, no mediante la manera correcta, que es hablar mal de la compañía entre vecinos y amigos, lo cual supone un boicot individual y daña como pocas cosas a las empresas que se "portan" mal).

Un gran problema de la corporación moderna viene a ser su tamaño y la cantidad de personas que la conforman. Es justo como pasa con la Iglesia. Para una sola marca o un solo nombre colectivo, si ampara a miles y miles de personas, el error de una contamina a toda la organización. Me gusta llamarlo "el paradigma del canasto de manzanas" donde no importa si sólo es una entre millones la que está podrida, este paradigma en su total irracionalidad empuja al individuo a hacer una mega falacia de enumeración imperfecta y ergo todo el canasto está echado a perder.
Todas las empresas han cometido errores: en merca (i.e. La Coca cambiando de fórmula), en finanzas (i.e. mi propia compañía con los derivados), en producción (i.e. Union Carbide en Bhopal) y en recursos humanos, casi siempre (las tasas de rotación en corporaciones suelen ser altísimas). Absolutamente todas, por lo que ser considerada "socialmente responsable" o una empresa "explotadora" sólo es cuestión de saberse vender.
Se ha descrito a la Corporación con toda gentileza por parte de Joel Bakan (uno de los protagonistas del documental pifia "La Corporación") como un ser psicótico que sólo busca "la línea de hasta abajo" (a.k.a. la utilidad neta). Por principio de cuentas, no se le puede dar a una organización el carácter y las características de una persona. Una Corporación está compuesta por recursos naturales, humanos, financieros e intangibles (en economía les suelen decir tierra, trabajo, capital y habilidades empresariales), por lo que su grado de interrelación y complejidad no pueden por arte de magia convertirla en una persona.
Por otro lado, y como financiero, puedo decir que la utilidad neta es sólo uno de los muchos componentes que evalúan los accionistas para decidir si la compañía va bien o mal o con que los inversionistas demandan y mueven el precio de las acciones. Son mucho más importantes el crecimiento sostenido, alto y orgánico (sin fusiones) de las ventas, el porcentaje del portafolio de productos que está creciendo sus participaciones de mercado, el flujo de efectivo y sus impactos en la rentabilidad, entre otros muchos.
Del famoso caso del medio ambiente no queda más que hacer notar la "tragedia de los comunes", es decir, que nadie tiene el menor incentivo por cuidar lo que no es de nadie. Si queremos que una empresa respete el medio ambiente, o ésta lo hará sola como estrategia de mercadotecnia (si no, no hay razón) o se privatiza el recurso que la empresa usa para que le cobren si lo daña (la mejor solución, a mi parecer) o si el recurso no se puede privatizar la externalidad se pone en un mercado financiero, como ya ocurre con el carbono.
Pero quizá la mejor defensa de La Corporación viene de nuestro amigo Johan Norberg, autor de "En Defensa del Capitalismo Global". Para Norberg, el empresario es un héroe. Y yo siempre lo he pensado así: si la definición de héroe es "persona que toma una idea y se dedica a su cumplimiento de acuerdo a un gran incentivo final", creo que todo cuadra. Pero dejemos que Norberg nos explique:
"Hay una obra clásica de Joseph Campbell, un libro sobre historia cultural El héroe de las mil caras, sobre héroes de diferentes culturas. Debido a que Campbell recorrió el mundo al leer libros de otros continentes, pudo ver que existen héroes en todas las culturas, en todos los libros, en todas las eras. Necesitamos héroes, pues estos dicen algo sobre lo que son nuestros valores, qué es bueno, qué es grandioso, qué es malo, por qué debemos luchar y qué es lo que debemos evitar.

Campbell vio un patrón común. Pensó que en la mayoría de las culturas y épocas el mismo tipo de hechos son vistos como heroicos.

Algo grandioso ocurre y nuestro héroe es forzado a emprender una travesía para combatir enemigos hostiles, contra toda probabilidad, con carencias en su conocimiento sobre qué hacer, cuándo y cómo hacerlo. Pero a lo largo del camino se hace de amigos que lo ayudan, le dan conocimientos y lo inspiran para hacer lo correcto.

Piensen de nuevo en esa travesía heroica y en la persona de la que acabo de hablar: gente como usted, pensadores, innovadores, emprendedores. ¿Qué es lo que hace posible que podamos comprar equipo y mercancías provenientes del otro lado del mundo? Los emprendedores se enfrentan a las antiguas tradiciones, a obstáculos políticos; pero también tienen amigos: gente con acceso a capital, al conocimiento, a otros negocios. Si tienen suerte, los emprendedores triunfan. Si no, aprenden algo nuevo, lo hacen incluso mejor la próxima vez, y traen a la comunidad algo nuevo que cambiará sus vidas para siempre.

Ésa es una gesta heroica. El emprendedor es el héroe de nuestro mundo. En realidad no necesitamos de los Frodos, los Luke Skywalker o las Buffys Cazavampiros."
A pesar de que las corporaciones son organizaciones que ya han pasado por la etapa "heroica" (es decir, su fundador o el orginador de la idea ya pasó a mejores), y que existe una pugna (mucho más percibida que real si se ponen los incentivos correctos) entre el accionista y el directivo; el carácter fundacional de las compañías sigue versando en un tremendo heroísmo. Aquí el punto es que censurar a las Corporaciones es algo profundamente desviado: gracias a ellas tenemos enormes comodidades y gozamos de mayores y mejores estándares de vida. El costo que le achacan es, a mi parecer, pura especulación cientifista o problemas causados por la existencia de bienes públicos. Una empresa es, simple y sencillamente el Atlas, como Ayn Rand decía.
Y esto lo escribe alguien que trabaja en la Corporación que inventó el detergente, el pañal desechable, el cepillo de dientes, la navaja de afeitar, la pasta de dientes, el acondicionador para el cabello y otros implementos sin los cuales la vida moderna no se podría concebir.
Y si no nos gusta lo que hace una Corporación, simple y sencillamente dejamos de comprar sus productos o no la recomendamos, y se acabó. Sin sombrerarzos la empresa recibirá un jalón de orejas o en el peor de los casos perderá la primacía en el mercado o incluso quebrará.
Es tiempo de entender que la historia, desde que el mundo se ha movido por la economía del mercado, ha respondido y se ha movido sólo hacia donde miles de millones de personas han querido que se mueva. Y como dice el propio Norberg, sólo hagamos caso al epitafio del constructor de la catedral de Londres, Christopher Wren: si monumentum requiris, circumspice (Si quieres un monumento, mira a tu alrededor).

viernes, 28 de marzo de 2008

¿Es Vicente Fox un liberal peneque?

Venía oyendo en el radio una nota acerca de una cumbre en Argentina donde Mario Vargas Llosa (el intelectual latinoamericano que más admiro por su extraordinaria conversión idéológica), frente al mismísimo Chente, preguntó porqué México no avanzó en su gobierno.
Primero, decidir si México avanzó o no avanzó es cuestión de valoraciones muy subjetivas, incluidas por supuesto las de una oposición que hizo hasta lo imposible por destruirlo, y las del shakeup que fue su estilo tan poco convencional de hacer política.

En lo personal, creo que México sí avanzó; pero aquí la cuestión no es que el país avance o no avance, sino que hay países que avanzan más. Esto, no por lo que no se hizo en su gobierno, o lo que el mismo PAN no permitió durante el gobierno de Zedillo, sino por las situaciones estructurales que debieron haber sido modificadas hace casi cuarenta años (antes de la docena trágica, cuando el "milagro mexicano" se agotó y la estupidez económica condenó al país a la mediocridad para varias décadas).

Y en lo muy personal, Chente me cae bien. Me emocioné cuando ganó (digo, me tocó vivir un momento histórico), me emocioné cuando tomó posesión; y me des-emocioné cuando empezó a gobernar. Es más, estoy leyendo los reviews a su libro y alguno que otro pedorrista/perderista (además del gringo Tancrediano) lo agarró a mazazos, sin mencionar por supuesto al célebre, viejo, colmilludo y deshonesto periodista que es Miguel Ángel Granados Chapa, quien se burló del libro de Fox porque más o menos recién salido el libro un par de clientes o pusieron a la venta en libros usados de Amazon. Incluso el propio Silva Herzog, por demás balanceado, lo considera un insulto a los mexicanos primero porque el libro está mucho más que redactado por Rob Allyn, porque el tono está fuertemente orientado al lector del gabacho y porque según el analista, Fox muestra un tremendo desprecio por el ciudadano medio del país que gobernó.

Primero, creo que el mexicano no es idiota (aunque muchos lo parezcan), sino que está de paradigmas hasta la médula; y Fox nunca supo atender este punto demasiado bien.

Si pensamos, Fox fue bastante liberal comparado con los intentos de política económica de su sucesor (cuando Estados Unidos desaceleró al principio del sexenio, Fox no movió un dedo y Felipe está intentando jugar al keynesiano con políticas contracíclicas).

Es más: Felipe es un democristiano y Fox es mucho más un liberal-conservador en el sentido castellano del término.

Si recapitulamos: escogió a Paco Gil como secretario de Hacienda, un hombre con convicciones liberales durísimas; escogió a Julio Frenk como secretario de Salud, un triptofaniano divulgador que jamás cedió a las presiones de cavernarios como Serrano Limón; llevó a cabo la política exterior más digna que México ha tenido en mucho tiempo (y soy de los pocos que lo opina, puesto que todos se enamoraron de esa ideota de defender a dictadores sólo para mostrarse contestatario e "independiente" con los vecinos); no ha respetado las reglas tácitas de salir de la silla y callarse; y se ha convertido en un ardiente defensor de la globalización y la libertad de elegir. Éstas, hasta donde yo sé, son las intenciones liberales perfectas para el desarrollo (aunque no los building blocks institucionales).

¿Dónde carajos quedaron las reformas, entonces? ¿Qué salió mal?

Después de mucho pensarlo, he llegado a la política exégesis que dicta que Vicente Fox falló en reformar al país por dos razones fundamentales: porque es un hombre demasiado sincero y sobretodo, por tener buenas intenciones.

Como he repetido hasta el cansancio, aborrezco las buenas intenciones y creo que el malecón de la Estigia está pavimentado con ellas.

Un liberal no puede ser bienintencionado ni creer en las buenas intenciones de nadie. Jamás.
Un liberal cree en los incentivos de las personas (y cuida y combate los factores que pueden interrumpir su racional ejercicio, como los paradigmas o el eyo).

En una empresa, se supone que los que la conforman están incentivados a trabajar por su bien y saben que ayudar al director a cumplir sus metas mediante el esfuerzo redituará en su propio bien. A Fox se le olvidó que México no es Coca-Cola. Que en política, hay gente dispuesta a ver fracasar al país con tal de joder al que gobierna y asumirse así como la salvación (Léase "Camino de Servidumbre" porfa).

Fox no supo entender esto, y cuando lo entendió y supo que quien tanto le molestaba era el enemigo a vencer; se enraizó en una pelea estúpida y torpe. El problema no fue tanto querer terminar con López Obrador (muchos quisiéramos hacerlo con nuestras propias manos), sino que se notó demasiado y eso en política es mortal. Pregúntemne a mí, si no.

Por sinceridad y por buenas intenciones Fox se hizo pasar por un optimista paleto (esa idea de "Foxilandia" me revienta como pocas de las imbéciles creaciones de la "intelligentsia" mexicana), por un lenguardo imprudente y sobretodo, por un camorrista que a la hora de los mandrakes era un cobarde.
Muchos dicen que Atenco marcó el rumbo de un gobierno que nunca se atrevió a levantar el garrote para garantizar libertades y propiedad, con lo que sus malquerientes supieron que si no lo hacía ahí no lo iba a hacer nunca; y lo trajeron de encargo de ahí hasta el final épico-fársico de la pelea en la tribuna. Me inclino a pensar que la máxima liberal de "vive y deja vivir" se le incrustó demasiado fuerte al Chente. De hecho, ésta es una fuerte duda del liberalismo: Hasta qué punto se debe permitir la libre acción de quien está dispuesto y tiene el potencial de terminar con las libertades por las que luchamos. (Prometo un post del tema.)

Al fin y al cabo, todo el resto es cortina de humo. ¿Es inculto? Sí, pero no más que ese redomado pendejo de Tabasco que salió con peores (o supo esconder su ignorancia mejor: "por estrategia"). ¿Es mandilón? Prensa rosa. (Acabo de ponerle un nick a Olga Wornat: la Rita Skeeter del periodismo latinoamericano). ¿Lo de los hijastros? Nunca se comprobó. ¿Fraude electoral? Un asunto de fe para los colectivistas que padecen retraso mental.

El problema siempre estuvo en las buenas intenciones. Uno no puede ser bienintencionado en el juego del poder. Se pueden tener los sueños que uno quiera, pero existe una realidad, fuertemente limitada por el diseño institucional, que muchas veces obliga al jugador a usar expansiva o discretamente la horrible frase del tío Nick Mack (sí, con el que tengo una foto haciendo "Machiavelli Rocks!"). La alternativa es la ingenuidad, las buenas intenciones, los sueños color de rosa y de ahí, el camino al infierno, o más bien, el camino de la servidumbre.

Es la enorme contradicción humana para mí y el centro del nudo de la dicotomía.

Una despedida genial


Se parece mucho a My Way, pero traído a valores presentes (jejeje).

Es de Kris Roe (otra vez) vocalista, fundador y dueño de los Ataris.


"Adiós, Astoria. Encontré la llave de un tesoro enterrado.

Y aunque regresemos a casa con las manos vacías

Aún tendremos nuestras historias

de cicatrices de batalla, de barcos piratas, corazones heridos,

huesos rotos y la mejor de las amistades.

Y cuando este reloj haya filtrado su último grano de arena

Alzaré mi vaso para brindar por las memorias que tuvimos."

jueves, 27 de marzo de 2008

De Milestones Generacionales.

Cuando escuché por primera vez la música de Billy Joel debí haber tenido algo así como tres años. Mis papás compraron sus primeros dos discos de grandes éxitos (de Piano Man hasta The Night is still young) y el famoso Storm Front, que sería el componente principal del tercer disco de éxitos, además de ir a su primer gran concierto en el Palacio de los Rebotes.

Puedo decir, sin concederle lugar a las dudas, que mi infancia musical se vivió dramáticamente marcada tanto por el gran compositor del Bronx como por su contraparte del otro lado del charco (y ahora compañero de tour, Elton John).

Sin embargo, casi nunca había pensado en el fuerte referente generacional que es Billy Joel. Sus canciones marcaron sucesivamente los setenta, los ochenta y principios de los noventa; es decir, las décadas en las que los llamados Baby Boomers tomaban y se afianzaban al timón del mundo. Mucho más que esto, Billy Joel es EL referente cultural de los boomers. No sólo por haber nacido en 1949, tres años después del año considerado inicial de esta generación, sino por haberse aventado vivir toda la guerra fría como parte de su infancia, adolescencia y adultez. Esta situación lo marcó definitivamente a él y a su estilo de componer, lo cual se puede escuchar en We Didn't Start the Fire, un largo listado que sirve como apología de una generación que sus sucesores consideran causante de todos los problemas del mundo.

Y es todavía más: la canción en sí misma muestra un ambiente en el que una generación tan larga (porque es enorme) lleva un grado de complejidad que obliga a apartarla de valoraciones subjetivas. Que si fueron una generación educada por la TV (el famoso Homo Videns), que crecieron escuchando a Elvis y los Beatles, que se rebelaron contra el sistema, que abjuraron de sus religiones, que crecieron y vivieron aterrados de una guerra nuclear, que vieron desplomarse al keynesianismo, que fueron hippies, beatniks, feministas, que bailaron el rock cuando todavía tenía el roll, y que son la bronca financiera más grande que tenemos sus hijos de aquí hasta que haya que darles de comer en la boca.

De ahí, es fácil reconocer que la siguiente generación, la de los equis, que me temo considero desastrosa (después del periodo de transición de los famosos yuppies, la cola de los boomers y la cabeza de los equis) tiene por gran milestone la música grunge (sí, a Kobain, a Radiohead, a REM, similares y conexas). Aquí nadie se preocupó por apologizar los logros de su generación, puesto que en la misma apatía que fue su marca registrada se dedicaron al nihilismo, al vacío, a la no participación, al me-vale. La generación equis, que tanto enseñan en sociología, creció durante los años ochenta (sí, son los del Brat Pack), vieron nacer los videojuegos (y son adictos a ellos), su acontecimiento fundamental es el bombazo de Atlanta en 1995, vieron caer entelequias y utopías fabricadas, fueron niños en una época de cultura estridente y desvergonzada, fueron adolescentes en su tremenda resaca, aman los deportes extremos y su contradicción más deliciosa es que son separados e individualistas, y a su vez son la generación antiglobalización y "goodwill" por excelencia.

El caso aquí es que, de repente me he hallado con que la "mía propia", la generación-ye carece de un referente cultural así de fuerte. Somos una generación de transición (hay quien nos dice sandwich) y muchas de nuestras referencias son o coletazos de las generaciones pasadas o cabezazos de la generación futura.


Pensémoslo bien: mi música favorita es el rock alternativo post-grunge (vean mi lista de bandas), y tantito pop-punk del más seriecito (tipo Ataris, ya lo han visto mis dos lectores; todos tuvimos quince años).


Sin embargo, ésta no es la música de mi generación. Puede serlo de un segmento, o de una época muy en particular; pero ¿Qué pasa con nuestras primas y hermanas? ¿Dónde quedaron las boy bands, las girl bands y la basura salida de chapultepec 18 o periférico a la altura de San Ángel? ¿Qué pasa con el hip-hop, el r&b y el gangsta rap, salidos al mercado de masas tras abandonar con descaro y galanura a la vez sus nichos de mercado? ¿Qué pasa con ese ritmo tan sabrosón, vulgar y ecléctico llamado reggaetón? ¿Con la explosiva asonada de la música de banda a las casas "bien" del país? ¿Y con nuestros primos que aún son adolescentes, con sus ojos pintados, sus flecos lacios que les cubren los ojos, sus sudaderas negras, su EMOcional melancolía y los golpes de quienes los consideran farsantes y plagiarios?


Todas y cada una de éstas son las músicas que componen a nuestra generación. Y me parece bien, pero a la vez, siento que hace poco más que falta un pilar, un referente que, al igual que Billy Joel con su explícita declaración y de Kurt Cobain con su explícito silencio, le cante (y defienda) a una generación que es crítica y ácida, pero a la vez workaholic entre videos de youtube (y entradas de blog); que tiene buenas intenciones, pero lucha por convertirlas en acciones; que siente poca pertenencia a sus empleadores y a sus naciones, y por eso emigra y cambia de trabajo varias veces; que en su mayoría es bebedora consuetudinaria; que vive tecnologizada hasta la médula, pero a la vez fue la última generación cuyos niños pintaron carreteras con gises en la calle y cuyas niñas jugaban con muñecas que eran role models de adultas exitosas, no de niñas precoces; que tiene que luchar cada día por actualizar un conocimiento que siente que la rebasa a cada momento; que la marcó el cambio de milenio y los atentados del 11-S; que es financieramente consciente de que habrá de mantener a sus padres y por eso busca quedarse en casa lo más posible (y que entiende que lo de los fondos de inversión es en serio); la que quiere comerse al mundo; la que siendo preadolescente adoró a Nike y adolescente adoró a Abercrombie; la que tiene amigos en todas partes del mundo porque ha visitado o quiere visitarlas; la que al hablar inglés lo hace con el mismo acento; la de Starbucks y Krispy; la que los místicos de manera más ramplona y anodina llaman "de la era de Acuario"; la desconfiada; la abierta y promiscua; la narcisista; la tolerante y curiosa; la que se aburre y el aburrimiento la mata; la malcriada; la adicta al elogio; la que cuestiona y cambia, pero a su vez no le gusta cambiar; la que sus antecesores acusan de vivir en una burbuja y tener una autoestima inflada...
Siamo Così.

(Apéndice: La generación anterior a la de los boomers recibe el nombre de "builders": es decir, la gente que nació con crisis, creció con guerra, crió hijos con guerra fría y demás. La generación posterior a la nuestra, los zeta, los hijos de los equis, son la generación completamente inmersa en la tecnología, que tuvieron su celular a los cuatro años y cosas así.)


Para una liga que recolecta artículos de la generación ye, clic aquí

lunes, 24 de marzo de 2008

Frases Célebres

"La vida es tan buena sólo como las memorias que hagamos"
Kristopher Roe -- "Adiós, Astoria"

viernes, 21 de marzo de 2008

Eso enchila


Desde que tengo doce años, el Sindicato Mexicano de Electricistas me enchila.
Mucho.
Desde que cuando iba en sexto de primaria mi papá llevaba en el carro todos los días el Reforma y leía las declaraciones del líder, sus amenazas veladas y directas, sus insultos y su cinismo, sus mentiras tan viejas como Matusalén acerca de una supuesta (y absolutamente deseable) privatización de la industria eléctrica y sobretodo, sus contoneos con la izquierda cavernaria e incluso con el zar de ese prostíbulo colectivista flotante que se llama Cuba.
Ahora, ya no sé si arrojar más bilis o reírme del absoluto descaro con el que esta gente maneja a una entidad que se pudre por dentro y que precisa de cantidades bestiales del gobierno incluso para seguir operando.
La verdad, ya no sé qué sentir acerca de gente que amenaza con incendiar al país si no se le concede ¡equinoterapia y delfinoterapia para los hijos discapacitados de los sindicalizados!
A decir verdad, no podría estar más confundido (o más claro acerca de mis opiniones políticas) cuando uno tiene una empresa llamada Luz y Fuerza del Centro, hundida hasta el cuello, que nos pide que le agradezcamos porque todavía nos lleva la luz, muy a pesar de que cuando uno paga, se enfrenta con ocho cajas de las cuales una está abierta, con el típico burócrata de torta y refresco, que opera ¿¡Con una máquina de escribir!?
La operación de LyFC demuestra, en economía, muchísimas cosas:
1.- La absoluta superioridad de la competencia y la operación privada (por parte de gente accountable, que puede perder hasta la camisa) de una empresa.
2.- El funcionamiento de un sindicato corrompido hasta la médula. Y la demostración de lo que es un buscador de rentas.
3.- Porqué no nos hemos cruzado con un presidente que se atreva a estirar la liga contra esta gente hasta que se les rompa en la cara, requisar la huelga y poner a ese sindicato contra la ley.
4.- Y sobretodo, porqué las facturas llegan vencidas (al parecer ni siquiera son capaces de imprimirlas a tiempo), porqué a quien tiene contactos le cobran dos pesos cada bimestre, porqué la gente se jubila a los treinta y cinco y todavía se pone a exigir que la empresa nunca pueda ser declarada en quiebra. Habrase visto.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Frases célebres

Siempre que creo que una empresa es inútil ya, hay un par de frases que me conviene recordar.
La primera dice más o menos así:
"If you are going to doubt something, doubt your own limits".

La segunda es el coro de cierta canción de Sheena Easton:

"I believe
We've found a dream that's worth keeping
For more than just a day
And even though
The winds of change may come sweeping
It's still a dream worth keeping
So don't let it fade away."


Mi trabajo en el IMEF llegó por un momento a este punto. Sin embargo, yo que doy gracias a los cielos cuando me cae un reto, me recuerdo esta frase muy seguido: Encontré un sueño que vale la pena mantener.

martes, 18 de marzo de 2008

Sobre la Sultana, la Perla y Mi Ciudad

En los últimos meses, en que he estado por aquí y por varias partes; en que he reflexionado sobre el desarrollo aquí y allá, y sobre mis obsesiones con el pavimento, me he cruzado de frente con un par de ciudades que me demuestran a mí, y sobretodo al típico mexicano escéptico y valemadres que, de alguna manera se está pudiendo (aunque otros puedan más rápido, lo cual no es el tema de este post).

El pasado octubre estuve en Monterrey, ciudad que no conocía, pero cuya fama, por supuesto, llegaba hasta acá. Go North como quien decía Go West. Acordeonazos, cabrito, lenguaje ranchero, pisteos y huerquillos por aquí y por allá, el MIT mexicano, la Carta Blanca, los sultanes, los rayados y los tigres, la macroplaza, el dolor de codo...

Cuando llegué, me sorprendí por haber creído que la ciudad se alzaba sobre un desierto, lo cual no es verdadero, ya que se alza sobre un enorme erial (y con la sierra madre en la espalda), donde el calor abraza y abrasa al mismo tiempo (i.e. "El sol de Monterrey me desnudaba para pegarse conmigo", dijo el más ilustre intelectual hijo de la ciudad)
Monterrey es una ciudad altamente pujante, e increíblemente ordenada. No hay baches, no hay tráfico, se dan el lujo de crear un riverwalk que va de un delicioso parque cargado de museos hasta un museo cargado de historia. A pesar de que han trastabillado y feo (la fuente de neptuno es una guarrada en toda la línea), a pesar de que hay zonas que no corresponden al señorío de la ciudad o de que el narco ya la agarró de matadero; Monterrey va bien y en camino.

Es el paradigma. Los regios tienen una buena razón para sentirse satisfechos, para exigir la corrección de las políticas públicas que están mal y seguir trabajando por el desarrollo de su ciudad, moderadamente bien planeada.

Y por el otro lado, vengo regresando de Guadalajara. Llevaba casi nueve años sin ir (el mítico 1999). Iba a una obligación gremial más o menos disfrazada; pero de final reconfortante y retador. Guadalajara, la de alma de provinciana, la de mis Chivas, la de los mariachis, la birria y las tortas ahogadas, la de las mujeres más guapas de México. La que según esto será sede de un Guggenheim y de una antena de trescientos y pico metros. Guadalajara, a pesar de que muchos digan que se está "achilangando", ha crecido y con ello, ha mejorado notoriamente en todos sus niveles. Se dice que es de las ciudades más competitivas de LA (en contraste, Monterrey tiene el PIB per cápita más alto de la región) y la verdad se nota. Negocios nuevos por doquier; infraestructura cuidada, un boom de construcción debido a los juegos panamericanos a celebrarse en tres años, restaurantes, gente que pasea por las galerías.

Estas dos experiencias de Go North me han hecho reflexionar acerca de dónde se cuatrapeó por completo el proyecto de Mi Ciudad. La mayoría le achacan su situación actual (una hermosa mujer cubierta de cicatrices y vendajes) a la política de sustitución de importaciones y el crecimiento hacia adentro de los años gloriosos del PRI. Hay incluso quien dice que propiciar la migración interna fue hecha con absoluto dolo por parte de los señores de Sonora y los señores de Veracruz, que odiaban como sigue odiando todo el país el centralismo chilango. Puede que haya verdad en este punto, mas según yo, hay otros factores igualmente graves: la falta de un "cinturón urbano" y sobretodo, la explosiva conjunción entre la falta de planeación y el populismo político (i.e. poner la zona de negocios con tres tejidos que la unen al resto del cuerpo y no ponerle metro) o favorecer la invasión de predios a cambio de votos.

Mientras Guadalajara y Monterrey se dedican a ser huéspedes de eventos internacionales, aquí se instrumentan políticas idiotas (i.e. pagar fiestas de quince años, poner albercas y pistas de patinaje, y ¡¡hacer a los burócratas aprender náhuatl!!), se utiliza a la jefatura de gobierno de trampolín político y se dilapida con todo dinero que no es propio.
Proponer soluciones es un proceso arduo, pero he aquí un par de ideas:
1.- Autoridad metropolitana de transporte. ¡Por favor! ¿Qué puede ser más idiota que tener dos metros y que se tenga que cambiar de estación cada que se cambia la línea estatal, donde a ambos lados gobiernan dos partidos distintos?
2.- Cero financiar deuda. Ni de la federación ni de los Estados.
3.- Inhabilitar a los jefes de gobierno para brincar a la presidencia, al menos por seis años.
4.- Barrer con subsidios, tarifas y prebendas. Cero ocupaciones irregulares. Cero transporte pirata.
Es difícil, porque el caos ya se hizo. ¿Es incorregible? No necesariamente. Aunque las dos ciudades que visité no son la capital y no tienen los problemas de la capital (o los de cualquier capital), demostraron que a pesar de la falta de planeación inicial, existe una manera de solucionar los problemas urbanos típicos. Le dicen voluntad.

Crisis de mercadotecnia para el PAN


Al igual que muchos mexicanos, suelo tomar mis decisiones de voto (o decisiones democráticas) por el partido que siempre voto, y en una rarísima excepción, por el candidato si éste está radicalmente volcado a favor de las ideas en las que yo creo (a menos claro, que con ese voto yo pudiera estar favoreciendo una ventaja de otro candidato con ideas radicalmente contrarias a las mías, y por lo tanto sus posibilidades de ganar; lo cual me hace regresr mi voto a una opción un tanto más pragmática).

Y al igual que el elevadísimo porcentaje del electorado que no pertenece a un partido político (y quien gracias a la reforma electoral ha sido marginado por completo de cualquier cargo público por esta misma situación), voto por el partido de siempre porque es de los males el menor.

Cuando confieso mis preferencias políticas (o más bien, mis preferencias electorales; pues las políticas ya las he delineado bastante en este blog), siempre comento que a raíz de mi participación en una serie de juegos de volleyball entre cuadra y escuela, me identifiqué con un partido porque siempre gritaban "Ahí está el PAN"

(Es el peor chiste que he contado en mi vida).

Siempre he votado, pero nunca he votado por otro partido que no sea el GBP (Grand Blue Party)

principalmente por las razones expresadas arriba. Es más, la idea de estamparle una cruz a otro símbolo, especialmente si es tricolor o tiene un solecito me da asco, o en el menor de los casos indiferencia por la inutilidad que esto significaría.

¿Qué puedo decir? El PAN es el único partido que tiene un equity que medio se acerca a las cosas que creo, pero más que nada, porque siempre he creído que el PRI es una entelequia cavernaria (necesaria en su momento, pero cavernaria al fin), hipócrita y cínica al mismo tiempo, que sólo le importa el poder aunque el país se hunda; mientras que su bastardo amarillo es para mí un partido bajo y prosaico, cuyas ideas se reducen a una vulgar y estúpida mentira.


Sin embargo, he de reconocerlo, el PAN no es ni por asomo un buen partido.


Es más: el PAN es un partido sumamente bisoño, formado en su mayor parte por políticos "bonachones" aunque eso no impida casos olímpicos de deshonestidad, cobardes en las reformas, imbéciles hasta lo indecible en las negociaciones y los engaños de la oposición.

Desde el pragmatismo de "ganarle al PRI como sea, aunque meta gente de él y gobierne como él" hasta el bobalicón "Vedi le fosche notturne spoglie" (alias, Coro del Yunque) con sus ideas idiotas; pasando por supuesto por el doctrinarismo que repite una cantinela aburridísima sobre la patria y la sociedad civil.

Y, no me sorprende, el PAN ha perdido casi todas las elecciones en las que ha participado en el último año.

Muchos le han achacado estas derrotas a los conflictos internos entre esas alas "pragmáticas" (a.k.a. "hay que rebasar a la izquierda por la izquierda") y las más dogmáticas (a.k.a. "estamos aquí para instaurar el reino de Dios en la tierra").


Pero también muchos liberales, entre ellos yo, creemos que el PAN se halla en una encrucijada porque ha perdido su "Brand Equity", es decir, porque ya no tiene nada que decirle a parte de sus consumidores, los shifters que compran de distintas marcas según el performance que observen. Aquí tenemos el problema: El PAN está perdido y no dice nada a nadie, salvo a la tía que pertenece a la Pía sociedad de las sociedades Pías, a los ingenuos que odian tanto a la izquierda como yo pero creen que se le puede vencer con intervencionismo estatal y políticas "que meten mano en la bragueta", a los hispanófilos y a aquellos padres de familia con impulsos totalitarios que escriben libros de texto que instan a reprimir las pasiones de uno (es en serio: se llama UNPF).


Si tantos de nosotros votamos por el PAN porque no tenemos mejor opción, pero otros tantos lo hacen porque representa a los valores castellanos y a las enseñanzas de la mamá y de la abuela; creo firmemente que una redefinición (un "reposicionamiento") de la marca "Partido Acción Nacional" es necesaria.

¿Por qué lo creo, y además creo que esta redefinición sería exitosa?

Simple y sencillamente porque hoy día crece la opción de ser liberal (libertarian en inglés). Poco a poco salimos de los nichos de mercado y nos convertimos en una alternativa real. Pregúntenle a los europeos que, según Newsweek, aun siendo pocos se animan a leer a Hayek y a Friedman y toman las banderas azules, incluso en España (Gracias RedLiberal, Gracias Libertad Digital). Pregúntenle a los republicanos ronpaulianos, con su récord histórico en captación de ganancias para un día.

Creo que es posible porque quiero un partido no reformista, sino reingenieril. Un partido valiente, del cual me enorgullezca al votar, que llegue al gobierno para tronar diseños institucionales jurásicos, para golpear monopolios y sindicatos, para proteger a la familia del Estado, para proteger a los ciudadanos de la violencia con alternativas realistas. Sobretodo, un partido que sin dejar de lado sus banderas históricas de moralidad y democracia cristiana en política social (sin ellas se desploma, aunque pido mucha más moderación), aprenda a defender la libertad más vilipendiada de todas: la libertad de hacer lo que se nos pegue la gana con nuestros recursos.

En el PAN hay liberales valiosísimos. El primero en el que pienso se llama Luis Pazos, el auténtico economista austriaco en México, con su CISLE y sus libros de divulgación (por cierto que debo hacer un resumen de uno de ellos en clase de Delint). Es como el Ron Paul mexicano (aunque Ron Paul tampoco es excesivamente liberal, si no, leamos sus opiniones sobre migración).

Él es la prueba de que hay equity para más y mejores ideas, que diferencien al PAN del mercantilismo priísta y del estatismo perredista y le catapulten con esos votantes indecisos, que quizá muchos sólo quieran lo que todos queremos, desarollo, mediante alternativas económicamente realistas.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Sobre la nacionalidad de una persona

Transcribo a continuación un artículo de Arturo Damm, profesor de economía en mi H. Universidad, acerca de lo estúpido que es el nacionalismo a ultranza, entendido según la frase de George Bernard Shaw de "el nacionalismo es la creencia de que tu país es mejor que otro sólo por haber nacido en él".

Haber nacido en esta o aquella nación es algo que, literalmente, le sucede al ser humano. En todo caso pudo haber sido una elección de los padres, pero no, ¡obviamente!, del hijo, quien, en un momento dado, puede rechazar la nacionalidad que le dieron sus padres, poder que es, antes que otra cosa, un derecho de todo ser humano: elegir, conscientemente, nacionalidad o, inclusive, rechazar cualquier nacionalidad.

Hay que distinguir entre nacionalidad y cultura, sin olvidar que dentro de una determinada nación operan diferentes culturas, siendo que la nacionalidad impone límites, mientras que las culturas, si son realmente tales, ensanchan horizontes. Yo puedo querer no ser mexicano, en cuanto a la nacionalidad, y aún así participar gozosamente de la cultura mexicana, de esa singular manera que tenemos o mexicanos de vivir, como singular es, al final de cuentas, la forma de vivir. Lo que importa es la cultura, espontánea, no la nacionalidad, artificial, y el problema surge cuando, quienes detentan el poder político, y por lo tanto son capaces de obligar al ser humano a actuar, o no actuar, de determinada manera, quieren encerrar la cultura dentro de los límites impuestos por la nacionalidad, como si ésta, además de origen fuera destino, como si, aparte de origen casual, tuviera que ser destino causal. Tuviera que ser…

¿Cuál es el origen de esa intención que, una y otra vez, se apropia del discurso político y del poder gubernamental? La creencia de que lo importante es la nacionalidad, siendo que, bien vistas las cosas, la nacionalidad es lo de menos, algo accidental, algo que nos sucedió, suceso que estuvo fuera del alcance de nuestra decisión y elección. La nacionalidad es lo de menos, menos para los gobernantes, quienes tienen poder sobre los gobernados, precisamente en función de la nacionalidad de estos, razón por la cual, al final de cuentas, no hay gobernante que no sea, en mayor o menor medida, de una u otra manera, nacionalista, no en el sentido de origen casual, sino de destino causal, al grado de creerse con el derecho, que no pasa de ser poder, de exigirle al gobernado el sacrificio de su vida por la Nación, por el simple hecho de portar esa nacionalidad. ¿Puede haber mayor arbitrariedad de parte del poder político? ¿Puede haber mayor amenaza para el ser humano que la de otro ser humano con el poder de, por el simple hecho de portar una determinada nacionalidad, obligarle a sacrificar su vida?

¿Tenemos los seres humanos el derecho a cambiar de nacionalidad? Sí. ¿Y a rechazar cualquier nacionalidad? ¿A ser solamente uno, persona, individuo, no mexicano, no español, no alemán, sin tener que hacer honores a alguna bandera (que no pasa de ser un pedazo de tela) o reverenciar algún himno (que no pasa de ser un conjunto de notas musicales)? Sí, por más que muchos, comenzando por quienes detentan el poder político, se opongan rotundamente, ya que ello atenta contra el poder que, muchas veces arbitrariamente, ejercen contra los gobernados que lo son, no lo olvidemos, porque portan una determinada nacionalidad, como si el origen casual fuera más importante que el destino causal.

lunes, 10 de marzo de 2008

¿Algún día se van a cansar de probarnos los puntos?


Nunca había puesto atención al asunto, pero la verdad sea dicha: resulta que uno de los grupos (en realidad, el hombre que era el grupo) que marcaron un punto neurálgico en la historia de mi vida resultó ser un irredento miembro de la "progresía".

En el año de 1999 (léase un post pasado al respecto), New Radicals triunfó con su único disco "Maybe you've brainwashed too", que desde el titulito y desde la imagen de un hombre con un código de barras (o EAN-13) en el zapato uno entiende perfectamente el tipo de discurso que carga.

Y la verdad, no me había fijado. Le tengo mucho aprecio a la música imaginativa de Gregg Alexander (dueño, padre y señor del concepto de New Radicals) por lo que ese tiempo significa para mí y lo que esas canciones me dicen. De hecho, difícilmente puedo encontrar algo que afecte o que vaya en contra de mis opiniones en un video donde un grupo de anarquistas destruyen un centro comercial y meten a los empresarios en jaulas para animales. Es todavía más difícil que yo no lo vea como un representante de aquel maravilloso verano (Mi "Summer of '99"), y en cambio tomarlo como una aburrida y previsible y sosa y retacada de clichés crítica a todo lo que los "progres" critican. (nos manipulan, somos títeres, hay que hacer algo, la falsedad de los artistas que los consumidores prefieren, bla bla bla bla bla bla).

Pues bien, tanto sigo apreciando a New Radicals y tanto no me molestan sus letras y su concepto que, leyendo un poco de la historia del grupo, me hallo con una bonita lección de capitalismo que estoy seguro, el propio Alexander no vio venir.


Resulta que New Radicals tenía un concepto de "ven y toca y salte cuando quieras". Es decir, una bonita banda que pretendía eliminar toda barrera de entrada a la institución, salvo el "pasarla bien". Obviamente, sin ningún tipo de incentivo o sin ninguna competencia entre los miembros del grupo basado en talento, aunado a la centralización de las decisiones por parte de Alexander (quien era el único miembro "permanente", y supongo que con derecho a veto), New Radicals pronto terminó en el fracaso. Incluso poco antes de darle release a su segundo sencillo, el genial "Someday we'll know", Alexander emitió una declaración de prensa donde anunciaba la separación. En palabras textuales:

He stated that he "accomplished all of [his] goals with this record" and that "the fatigue of traveling & getting three hours sleep in a different hotel every night to do boring 'hanging and schmoozing' with radio and retail people, is definitely not for [him]", that he "lost interest in fronting a 'One Hit Wonder' to the point that [he] was wearing a hat while performing so that people wouldn't see [his] lack of enthusiasm"

Muy divertido, en todo caso. Lo más chistoso es que una canción tan "contestataria" como "You get what you give" terminó siendo usada para anunciar automóviles y películas, y por supuesto, elevada por el mercado como una canción de culto para aquellos que vivimos la transición entre siglos cuando apenas éramos unos pubertos.

"El número 64 de los mejores One-Hit wonders de todos los tiempos".

Y yo pregunto... ¿Qué no se cansan de probarnos los puntos?

¿No se cansan los amos de la contracultura de demostrar la recóndita armonía de un mercado cuando los demandantes que lo conforman hacen populares sus diatribas?

¿No se cansan, de verdad?

Odio tener que decir esto en mi blog pero...

No soy nada tifoso, pero desde que nací, nunca había tenido la dicha de ver lo que mis ojos contemplan (si fuera panbolero, podría morir en paz).

Chivas = Superlíder del torneo de Clausura 2008
América = Superlíder del torneo de Clausura 2008 (pero al revés de la tabla)

jejeje...

domingo, 9 de marzo de 2008

Romance para la empresa de la cual soy "propietario"


(Con el perdón de Isaías)

Vengo a cantar, en nombre de mi amado país, la canción de "su" empresa.

Mi amado país "tenía" una empresa en un golfo muy fértil.

Expropió instalaciones, construyó monumentos, y formó técnicos de la mejor calidad.

Convirtió a esa empresa en parte de su "soberanía", la hizo una entelequia, la llenó de burócratas y extrajo el oro negro hasta el cansancio.

Mi amado país esperaba que la empresa diera riqueza, pero en cambio sólo encontró monoproducción, crisis económica, un grado de libertad que sólo se ve en Corea del Norte, a una empresa monstruosa con pérdidas, y la más asquerosa serie de mentiras con la que la mentalidad de un colectivista puede envenenar la conciencia de un mexicano.

(Sólo como feliz recordatorio de hace un siglo: "El niño Dios te escrituró un establo; los veneros del petróleo, el diablo").

Ahora, habitantes del Anáhuac, hombres de Mexitli; díganme qué debemos hacer con "mi" (perdón, "nuestra" empresa)...

¿Qué más podemos hacer por "nuestra" empresa que no hayamos hecho ya?

¿Por qué, cuando mi amado país buscó riqueza y desarrollo en la "Rectoría del Estado" encontró sólo crisis e incompetencia?

Ahora, les diré qué vamos a hacer con "nuestra" empresa:

Dejemos que los pozos se incendien.

Quitémosle el mantenimiento a los ductos, para que los estallen los terroristas, permitamos a los dueños de las franquicias dar litros de ochocientos mililitros; que todo el dinero que le demos se lo queden los altos lores del sindicato, con sus puestos heredables y sus jubilaciones a los cuarenta años y sus permisos de trabajo de años con goce de sueldo.

Mandemos al subsuelo a que la fuente se agote y sólo se pueda extraer de pozos profundos.

La empresa "del" país es la competitividad de México, y los hombres de Anáhuac son su amado capital humano.

¡Mi país buscó desarrollo, pero vean, halló incompetencia! ¡Clamó por "soberanía", pero vean sólo vemos dependencia!

Podemos hacer eso, un curso de acción tremendamente ético pero excesivamente costoso. (El señor Francisco D'Anconia puso el ejemplo al volar en pedazos todas sus minas de cobre cuando los gobiernos de Argentina y Chile quisieron expropiárselos, lo cual me parece una decisión tan liberal como hermosa).


O podemos tomar la fácil: hacemos que esa maldita empresa se vuelva competitiva, metemos a todos los competidores que podamos, me dan mis acciones para que me deshaga de ellas tan pronto como pueda y mandamos a la chingada a todos los que se oponen, desde el sindicato hasta el Peje.

Es eso, o la incompetencia total.

martes, 4 de marzo de 2008

Sobre ciencia ficción y liberalismo


Generalmente los escritores de ciencia ficción se formaron en un ambiente de guerra fría (si excluimos de la noción a Wells y a Verne, los tres veces h padres del género literario más geeky de la historia), en donde ante la cantidad de inventos y desarrollos que muchas personas habían creado y ante su uso criminal con fines criminales, buscaron ya fuera evadirse de la realidad (como románticos, claro) o buscarle los tres pies al gato y mediante sus obras alertar a la población sobre los peligros de cualquier cosa que consideraran peligrosa (distopiando) o simplemente utopiando con el mundo del futuro.

En esta parte, la utopía o la distopía casi siempre terminaba en un gobierno en que por las buenas o por las malas planificaba hasta el último reducto de la vida de sus gobernados.

Sin embargo, nos encontramos un issue: el asunto de la utopía y porqué podrían creer los escritores de ciencia ficción que esto es primero posible y luego mínimamente deseable para la humanidad.
Me vienen a la mente dos cuentos de Asimov: uno en el que en un futuro la democracia será tan "perfecta" que una computadora tiene que escoger al votante más "representativo", hacerle toda una serie de preguntas estúpidas para conocer sus motivaciones psicológicas y así escoger al candidato ganador; y otro en el que a los niños se les señala desde la infancia para qué serán buenos, qué trabajo deberán escoger y luego competir por las poquísimas vacantes en torneos a los que iban miles de personas (eso de los concursos ya existe en la vida real, en Italia). De cualquier modo el cuentito este me recordó más a Himno, de Ayn Rand, que cualquier otra cosa.

El chiste aquí es que Asimov no era precisamente una persona liberal. (fue demócrata a matar y estaba a favor del control de la población; mientras que nuestro amigo Krugman ha confesado que le fascinaría ser como los planeadores de la serie de la Fundación).
Parecía ver no sé si con gracia o con animosidad este tipo de improbable control de las vidas de los ciudadanos, en que un iluminado (o una máquina, que nunca puede equivocarse) podía tomar las decisiones que "mejor convinieran a la mayoría".
Y por eso estamos en un grave problema: muchos liberales creen (no sé si "creemos") que buena parte de los males históricos de la humanidad provienen de Platón, precisamente por creer eso del "Rey Filósofo" y por pretender que la Historia tiene un sentido. Por lados distintos, Ludwig Von Mises (La Acción Humana) y Karl Popper (La Sociedad Abierta) llevaron por la parte histórica y por la parte ética un grito de guerra por demás épico y liberal: "¡Déjennos en paz!"
Es decir, que un grupo de personas dejado libre, sin ser molestado, a sus capacidades tiene un desarrollo notoriamente mejor (aunque sujeto, por supuesto, a diferencias absolutamente humanas y a la previsible desigualdad que esto genera) al de uno donde hay un iluminado que decida sobre las vidas de los demás. Y así llegamos al cacareado bien común, que como bien estoy alineado con mi querida Rand, sólo puede ser entendido como la sumatoria de los bienes máximos a los que puede llegar ene número de personas utilizando su propia capacidad y/u obteniendo ayuda en intercambios racionales con las demás. Tan fácil como eso.
Muchas veces el gran problema de la sociedad, en cuanto escucha el canto de las sirenas de los demagogos, no es solamente un paradigma que desvía la aplicación de la ley natural a primeros o segundos principios; sino precisamente creer que ya sea el gobierno o cualquier líder tiene aquella llave que le dé el derecho de decidir qué es lo que conviene a sus gobernandos. Por cierto que por ahí escuché que en este país es herencia azteca deificar a los líderes (y por eso olvidar que un líder, como cualquier otro, también tiene sueño, siente comezón, se rasca, le salen mocos o se los saca, y sobretodo, que no tiene manera de saber los costos de las decisiones de los demás).
Por eso las buenas intenciones son tan peligrosas: alguien estará dispuesto a hacer algo que no quieres "por tu propio bien".
Sin embargo, eso no significa que yo no disfrute leer a Asimov. Es cierto que en política era un desviado, pero fuera de eso, echar a volar la imaginación no tiene en absoluto ningún otro issue, y menos con cuentos tan creativos y tan aleccionadores sobre los límites éticos del progreso humano (aunque el autor viera cruzar esos límites como deseable).
* Adendum: Existe un escritor liberal de ciencia ficción. Se llamaba Robert Heinlein y es más conocido por haber escrito una novela que los hippies abrazaron como epítome literario de su movimiento (Stranger in a strange land) y por llevarse los motes de fascista y militarista con Space Troopers (cuya adaptación es de las peores películas que he visto). Sin embargo, en The Moon is a Harsh Mistress, Heinlein logró poner sobre la mesa muchos de sus concerns auténticamente liberales. Una frase para la posteridad es: "El ochenta por ciento de la sabiduría humana consiste en no meterse en los asuntos de los demás. El veinte por ciento restante en realidad no importa"

The Happiness Factory

He aquí dos famosos comerciales de Coca-Cola, ambos considerados hitos en la publicidad de la empresa.
El primero es el comercial original y el segundo, su novelesca continuación.



lunes, 3 de marzo de 2008

Pop

Por principio de cuentas, intentar hablar seria, técnica, artística o metódicamente acerca del pop sería como comentar en la sección de gastronomía del periódico sobre la comida de McDonald’s.
Nunca he creído que sea una música que se preste a las odiadas charlas de café con cargas tóxicas de subjetivismo, ni de revistas de culto, ni precisamente de culto mismo; como una novela de John Grisham nunca podrá ser discutida con la fantochería intelectual de quien se cree experto en Joyce o Kafka. Pero tampoco creo que el pop sea la basura que los cultillos desechan por su alto grado de comercialismo. En todo caso, eso del comercialismo me revienta también, pero por razones personales, jamás por ese estúpido paradigma acerca de que el artista que vende se prostituye (y que es el que ha creado estereotipos clásicos, como la hipocresía del intelectualoide en su casa de San Ángel pontificando acerca de la desigualdad y de justicia social y de soberanía popular y de otras tantas entelequias).


En sí, el pop es mucho más que los productos prefabricados que vienen vía Disney, vía Nickelodeon, vía Zomba y vía Televisa y que aparecen puntualmente cada dos semanas en las revistas para niñas de doce años y hasta menos. Si es cierto que en la industria musical del pop ha habido un descuido hasta el descaro de crear basura, existen fuertes referentes culturales del pop que valen tanto (en algunos caso más) que el valor histórico que puedan tener los representantes de su contraparte rockera. Hace tiempo de hecho leí que para el caso de México, Aleks Syntek ha demostrado ser un excelente músico con una buena dosis de creatividad e inventiva, pero que ha sido echado de lado primero por haber nacido en y prestarse a colaborar con Televisa. Hay otros casos de músicos interesantes (i.e. Benny Ibarra y Erick Rubín fuera de Timbiriche) con propuestas interesantes, que nunca han sido tomadas en cuenta precisamente por su background y su desarrollo de carrera. El artículo referido (no recuerdo dónde lo leí, en realidad) hablaba también de los verdaderos rockers que se habían acercado al pop, ya fuera para hacer crossovers (uno de mis primeros posts habla de ellos) o para hacer publicidad (los casos de Maná y la Venegas son ya clásicos).


El caso aquí es que el pop puede ser tanto medio de difusión, como una música esencialmente valiosa por sí misma, dedicada fundamentalmente a contar las cosas por las que vale la pena vivir (en contraste con un rock que muchas veces habla de las cosas que están mal, que hay que cambiar, o en el peor de los casos, por las que no vale la pena vivir).

Me vienen los ejemplos de Elton John, de Abba, de Queen (epítome del rock-pop), de Roxette, de los Pet Shop Boys, y de varios músicos del día de hoy cuyo trabajo ha sido reconocido incluso en los medios en los que antes un considerado “Popper” (y no Karl) no sería aceptado.
Primero está Keane, el grupo británico famoso por no usar guitarras (lo cual es sinónimo de ser sacados de cualquier clasificación de rock que exista o haya existido), pero que han sido bien recibidos y considerados dada la lírica de sus letras y lo absolutamente Brit y contemplativo de su música. Ideal para un día de lluvia.

Y luego, y quizá el motivo de este larguísimo post, se encuentra el caso de Mika, el músico libanés que dio mucho de qué hablar el año pasado con sus canciones; una alegre y creativa mezcolanza de los tonos vocales de Freddie Mercury, de la música más flamboyant de Elton John, de un poco de electrónica de tienda de mascotas, de algo de Scissor Sisters e incluso algo de iconografía y trompetazos Beatles.


El caso es que me compré el disco ayer y no lo he dejado de escuchar. Música valiosa por sí misma. (O más bien, música que yo, arrogantemente considerado consumidor educado, considera al igual que otras personas música altamente valiosa y res tantum valet quantum vendi potest).

La basura pop es una llamarada de petate que se quema y se va. El pop valioso demuestra su verdadero valor de mercado con consumidores ulteriores mucho tiempo después.

domingo, 2 de marzo de 2008

Dos Dicotómicos Videos

Me encontré estos dos videos en los últimos meses. Ambos vía compañía, ya fuera por entrenamiento directo o ya fuera por recomendación.
Uno habla esencialmente de poder, de capacidad, de logro, de objetividad.
El otro habla de pasión, de sabiduría, de subjetivismo, de felicidad.