martes, 18 de marzo de 2008

Sobre la Sultana, la Perla y Mi Ciudad

En los últimos meses, en que he estado por aquí y por varias partes; en que he reflexionado sobre el desarrollo aquí y allá, y sobre mis obsesiones con el pavimento, me he cruzado de frente con un par de ciudades que me demuestran a mí, y sobretodo al típico mexicano escéptico y valemadres que, de alguna manera se está pudiendo (aunque otros puedan más rápido, lo cual no es el tema de este post).

El pasado octubre estuve en Monterrey, ciudad que no conocía, pero cuya fama, por supuesto, llegaba hasta acá. Go North como quien decía Go West. Acordeonazos, cabrito, lenguaje ranchero, pisteos y huerquillos por aquí y por allá, el MIT mexicano, la Carta Blanca, los sultanes, los rayados y los tigres, la macroplaza, el dolor de codo...

Cuando llegué, me sorprendí por haber creído que la ciudad se alzaba sobre un desierto, lo cual no es verdadero, ya que se alza sobre un enorme erial (y con la sierra madre en la espalda), donde el calor abraza y abrasa al mismo tiempo (i.e. "El sol de Monterrey me desnudaba para pegarse conmigo", dijo el más ilustre intelectual hijo de la ciudad)
Monterrey es una ciudad altamente pujante, e increíblemente ordenada. No hay baches, no hay tráfico, se dan el lujo de crear un riverwalk que va de un delicioso parque cargado de museos hasta un museo cargado de historia. A pesar de que han trastabillado y feo (la fuente de neptuno es una guarrada en toda la línea), a pesar de que hay zonas que no corresponden al señorío de la ciudad o de que el narco ya la agarró de matadero; Monterrey va bien y en camino.

Es el paradigma. Los regios tienen una buena razón para sentirse satisfechos, para exigir la corrección de las políticas públicas que están mal y seguir trabajando por el desarrollo de su ciudad, moderadamente bien planeada.

Y por el otro lado, vengo regresando de Guadalajara. Llevaba casi nueve años sin ir (el mítico 1999). Iba a una obligación gremial más o menos disfrazada; pero de final reconfortante y retador. Guadalajara, la de alma de provinciana, la de mis Chivas, la de los mariachis, la birria y las tortas ahogadas, la de las mujeres más guapas de México. La que según esto será sede de un Guggenheim y de una antena de trescientos y pico metros. Guadalajara, a pesar de que muchos digan que se está "achilangando", ha crecido y con ello, ha mejorado notoriamente en todos sus niveles. Se dice que es de las ciudades más competitivas de LA (en contraste, Monterrey tiene el PIB per cápita más alto de la región) y la verdad se nota. Negocios nuevos por doquier; infraestructura cuidada, un boom de construcción debido a los juegos panamericanos a celebrarse en tres años, restaurantes, gente que pasea por las galerías.

Estas dos experiencias de Go North me han hecho reflexionar acerca de dónde se cuatrapeó por completo el proyecto de Mi Ciudad. La mayoría le achacan su situación actual (una hermosa mujer cubierta de cicatrices y vendajes) a la política de sustitución de importaciones y el crecimiento hacia adentro de los años gloriosos del PRI. Hay incluso quien dice que propiciar la migración interna fue hecha con absoluto dolo por parte de los señores de Sonora y los señores de Veracruz, que odiaban como sigue odiando todo el país el centralismo chilango. Puede que haya verdad en este punto, mas según yo, hay otros factores igualmente graves: la falta de un "cinturón urbano" y sobretodo, la explosiva conjunción entre la falta de planeación y el populismo político (i.e. poner la zona de negocios con tres tejidos que la unen al resto del cuerpo y no ponerle metro) o favorecer la invasión de predios a cambio de votos.

Mientras Guadalajara y Monterrey se dedican a ser huéspedes de eventos internacionales, aquí se instrumentan políticas idiotas (i.e. pagar fiestas de quince años, poner albercas y pistas de patinaje, y ¡¡hacer a los burócratas aprender náhuatl!!), se utiliza a la jefatura de gobierno de trampolín político y se dilapida con todo dinero que no es propio.
Proponer soluciones es un proceso arduo, pero he aquí un par de ideas:
1.- Autoridad metropolitana de transporte. ¡Por favor! ¿Qué puede ser más idiota que tener dos metros y que se tenga que cambiar de estación cada que se cambia la línea estatal, donde a ambos lados gobiernan dos partidos distintos?
2.- Cero financiar deuda. Ni de la federación ni de los Estados.
3.- Inhabilitar a los jefes de gobierno para brincar a la presidencia, al menos por seis años.
4.- Barrer con subsidios, tarifas y prebendas. Cero ocupaciones irregulares. Cero transporte pirata.
Es difícil, porque el caos ya se hizo. ¿Es incorregible? No necesariamente. Aunque las dos ciudades que visité no son la capital y no tienen los problemas de la capital (o los de cualquier capital), demostraron que a pesar de la falta de planeación inicial, existe una manera de solucionar los problemas urbanos típicos. Le dicen voluntad.

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