jueves, 27 de marzo de 2008

De Milestones Generacionales.

Cuando escuché por primera vez la música de Billy Joel debí haber tenido algo así como tres años. Mis papás compraron sus primeros dos discos de grandes éxitos (de Piano Man hasta The Night is still young) y el famoso Storm Front, que sería el componente principal del tercer disco de éxitos, además de ir a su primer gran concierto en el Palacio de los Rebotes.

Puedo decir, sin concederle lugar a las dudas, que mi infancia musical se vivió dramáticamente marcada tanto por el gran compositor del Bronx como por su contraparte del otro lado del charco (y ahora compañero de tour, Elton John).

Sin embargo, casi nunca había pensado en el fuerte referente generacional que es Billy Joel. Sus canciones marcaron sucesivamente los setenta, los ochenta y principios de los noventa; es decir, las décadas en las que los llamados Baby Boomers tomaban y se afianzaban al timón del mundo. Mucho más que esto, Billy Joel es EL referente cultural de los boomers. No sólo por haber nacido en 1949, tres años después del año considerado inicial de esta generación, sino por haberse aventado vivir toda la guerra fría como parte de su infancia, adolescencia y adultez. Esta situación lo marcó definitivamente a él y a su estilo de componer, lo cual se puede escuchar en We Didn't Start the Fire, un largo listado que sirve como apología de una generación que sus sucesores consideran causante de todos los problemas del mundo.

Y es todavía más: la canción en sí misma muestra un ambiente en el que una generación tan larga (porque es enorme) lleva un grado de complejidad que obliga a apartarla de valoraciones subjetivas. Que si fueron una generación educada por la TV (el famoso Homo Videns), que crecieron escuchando a Elvis y los Beatles, que se rebelaron contra el sistema, que abjuraron de sus religiones, que crecieron y vivieron aterrados de una guerra nuclear, que vieron desplomarse al keynesianismo, que fueron hippies, beatniks, feministas, que bailaron el rock cuando todavía tenía el roll, y que son la bronca financiera más grande que tenemos sus hijos de aquí hasta que haya que darles de comer en la boca.

De ahí, es fácil reconocer que la siguiente generación, la de los equis, que me temo considero desastrosa (después del periodo de transición de los famosos yuppies, la cola de los boomers y la cabeza de los equis) tiene por gran milestone la música grunge (sí, a Kobain, a Radiohead, a REM, similares y conexas). Aquí nadie se preocupó por apologizar los logros de su generación, puesto que en la misma apatía que fue su marca registrada se dedicaron al nihilismo, al vacío, a la no participación, al me-vale. La generación equis, que tanto enseñan en sociología, creció durante los años ochenta (sí, son los del Brat Pack), vieron nacer los videojuegos (y son adictos a ellos), su acontecimiento fundamental es el bombazo de Atlanta en 1995, vieron caer entelequias y utopías fabricadas, fueron niños en una época de cultura estridente y desvergonzada, fueron adolescentes en su tremenda resaca, aman los deportes extremos y su contradicción más deliciosa es que son separados e individualistas, y a su vez son la generación antiglobalización y "goodwill" por excelencia.

El caso aquí es que, de repente me he hallado con que la "mía propia", la generación-ye carece de un referente cultural así de fuerte. Somos una generación de transición (hay quien nos dice sandwich) y muchas de nuestras referencias son o coletazos de las generaciones pasadas o cabezazos de la generación futura.


Pensémoslo bien: mi música favorita es el rock alternativo post-grunge (vean mi lista de bandas), y tantito pop-punk del más seriecito (tipo Ataris, ya lo han visto mis dos lectores; todos tuvimos quince años).


Sin embargo, ésta no es la música de mi generación. Puede serlo de un segmento, o de una época muy en particular; pero ¿Qué pasa con nuestras primas y hermanas? ¿Dónde quedaron las boy bands, las girl bands y la basura salida de chapultepec 18 o periférico a la altura de San Ángel? ¿Qué pasa con el hip-hop, el r&b y el gangsta rap, salidos al mercado de masas tras abandonar con descaro y galanura a la vez sus nichos de mercado? ¿Qué pasa con ese ritmo tan sabrosón, vulgar y ecléctico llamado reggaetón? ¿Con la explosiva asonada de la música de banda a las casas "bien" del país? ¿Y con nuestros primos que aún son adolescentes, con sus ojos pintados, sus flecos lacios que les cubren los ojos, sus sudaderas negras, su EMOcional melancolía y los golpes de quienes los consideran farsantes y plagiarios?


Todas y cada una de éstas son las músicas que componen a nuestra generación. Y me parece bien, pero a la vez, siento que hace poco más que falta un pilar, un referente que, al igual que Billy Joel con su explícita declaración y de Kurt Cobain con su explícito silencio, le cante (y defienda) a una generación que es crítica y ácida, pero a la vez workaholic entre videos de youtube (y entradas de blog); que tiene buenas intenciones, pero lucha por convertirlas en acciones; que siente poca pertenencia a sus empleadores y a sus naciones, y por eso emigra y cambia de trabajo varias veces; que en su mayoría es bebedora consuetudinaria; que vive tecnologizada hasta la médula, pero a la vez fue la última generación cuyos niños pintaron carreteras con gises en la calle y cuyas niñas jugaban con muñecas que eran role models de adultas exitosas, no de niñas precoces; que tiene que luchar cada día por actualizar un conocimiento que siente que la rebasa a cada momento; que la marcó el cambio de milenio y los atentados del 11-S; que es financieramente consciente de que habrá de mantener a sus padres y por eso busca quedarse en casa lo más posible (y que entiende que lo de los fondos de inversión es en serio); la que quiere comerse al mundo; la que siendo preadolescente adoró a Nike y adolescente adoró a Abercrombie; la que tiene amigos en todas partes del mundo porque ha visitado o quiere visitarlas; la que al hablar inglés lo hace con el mismo acento; la de Starbucks y Krispy; la que los místicos de manera más ramplona y anodina llaman "de la era de Acuario"; la desconfiada; la abierta y promiscua; la narcisista; la tolerante y curiosa; la que se aburre y el aburrimiento la mata; la malcriada; la adicta al elogio; la que cuestiona y cambia, pero a su vez no le gusta cambiar; la que sus antecesores acusan de vivir en una burbuja y tener una autoestima inflada...
Siamo Così.

(Apéndice: La generación anterior a la de los boomers recibe el nombre de "builders": es decir, la gente que nació con crisis, creció con guerra, crió hijos con guerra fría y demás. La generación posterior a la nuestra, los zeta, los hijos de los equis, son la generación completamente inmersa en la tecnología, que tuvieron su celular a los cuatro años y cosas así.)


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