Ayer leí que habían valuado a Facebook en una millonada. No se sabe, pero probablemente su creador (a, es, as) terminen como los de google y los de youtube y quién quita y hasta como los de Apple y Microsoft.
En realidad, no me sorprende para nada. Aunque confieso que soy un terrible adicto al Facebook (por chismoso y por ególatra más que por otra cosa), lo que más me tiene sorprendido a raíz de mis últimos encuentros con la web-based application es la cantidad de gente de tan distintos ámbitos de mi vida. Hasta hoy van ochenta y dos (una piltrafa comparada con los cuatrocientos y pico de Ale Castillo) personas from all walks of my life, incluyendo familia (con la que no hablo bien desde hace quince años, seguramente), amigos lejanos de otras partes del país y del mundo, integrantes de un viaje de niños que famosa compañía de productos de consumo realizara, más integrantes de un viaje de adultos jóvenes y borrachos que su némesis organizara, personas con las que trabajo en esta última, personas con las que actué obras de teatro y pastorelas hace cinco, siete años, profesores cándidos, hermana, integrantes de la agrupación gremial más desmadrosa que yo haya conocido, por supuesto excompañeros de la generación que amé y odié con locura y demasía, un exnucleado, un solo nucleado (lo cual no me extraña), compagni della clase della lingua della antica Esperia, familia política, económica y social, entre otros colados. Facebook se ha convertido en una de las redes globales más poderosas de la historia, y su versatilidad y representatividad de todas las locuras y pasiones humanas. La verdad, en esta aplicación he hecho cantidad de cosas que de ningún otro modo hubiera hecho y eso me parece genial.
Ahora, no faltará el típico que juzgue que la comunicación frente a frente ha menguado con la hiper-tecnologización de nuestras vidas y se desgarre las vestiduras por ello, llamando a "rescatar el arte de (lo que venga en gana)". La verdad, ni lo veo ni lo oigo; aunque sí le puedo refutar una: no se puede perder el arte de conversar físicamente con una persona por una sola razón en específico llamada CH3-CH2-OH.
En tema relacionado, he estado leyendo últimamente algunas opiniones (también desgraciadamente típicas) de un tal Bill McKibben sobre que hay que detener el comercio global y regresar a la localización, es decir, autoconsumo. Las razones nos causan un bostezo: "We are depleting natural resources and..."
Creo que Don Boudreaux le dio al clavo en Café Hayek cuando cuenta que tiene en su oficina un poster donde dos cavernícolas aparecen en la siguiente conversación:
-Tenemos aire limpio, agua pura, hacemos mucho ejercicio, todo lo que comemos es orgánico y no vivimos más allá de los treinta años.
Dice mucho, ¿No?
miércoles, 5 de diciembre de 2007
lunes, 29 de octubre de 2007
Home on the Range
Como creo alguna vez haber comentado, desde hace tiempo me he obsesionado con el arquetipo jungiano del héroe, desarrollado en un modelo general por Joseph Campbell. Sin repetir demasiado, el estudioso escribió que todo héroe en toda cultura sigue exactamente el mismo modelo u “horma” de camino, que incluye la salida del hogar, la entrada a un mundo distinto o fantástico mediante un “rite of passage”, la figura del mentor, la batalla contra el némesis, la obtención del gran incentivo final, inherente a toda épica, y el regreso al hogar.
Alguna vez escribí que me sentía en el momento en que daba vuelta a observar el hogar recién dejado y cantaba ésa de: “Paese mio, che stai sulla colina”. No recuerdo cuándo fue tal entrada, pero seguramente no hace mucho. Lo anterior viene al cuento (y el hecho de que esté escribiendo a las dos de la mañana no tiene mucho que ver) porque vengo regresando de cierta reunión donde pude constatar el abandono mental en el que tengo a ese hogar. Este año he conocido más gente que nunca en mi vida: personas tan distintas y dispares, con tanto que pensar y tanto que decir, tanto que contribuir… de distintos orígenes, con gustos tan diferentes. Extranjeros, connacionales de lejos, conciudadanos de lejos…
A veces mi mente regresa a casa. A donde me crié y donde nominalmente todavía vivo, aunque sólo paso aquí, excluyendo las horas de sueño, como hora y media entre semana. Cuando oigo ésa de Nickelback, photograph, mi mente suele volar sobretodo a ese último año de preparatoria, con sus dos grandes viajes, la salida intempestiva en el último vórtice (probablemente el mejor viaje de los tres) . Sinceramente, sin mis amigos todo no hubiera pasado como una película, de ésas para el cotorreo, pero tremendamente arquetípicas. Me la pasé demasiado bien, aunque hubo sus claroscuros, como suele suceder. Sin embargo, me llevé una de las mejores experiencias de mi vida.
Lo que queda es la nostalgia, esa sonrisa vacía que amamos en el fragor del recuerdo. Sin embargo, esa sensación de vivir en tercera persona no la quita nadie. Algún día regresaré a casa, más allá de las visitas episódicas del Halloween de cada año. ¿Quién sabe? Cuando desenterremos esa cápsula del tiempo será un día interesante.
Alguna vez escribí que me sentía en el momento en que daba vuelta a observar el hogar recién dejado y cantaba ésa de: “Paese mio, che stai sulla colina”. No recuerdo cuándo fue tal entrada, pero seguramente no hace mucho. Lo anterior viene al cuento (y el hecho de que esté escribiendo a las dos de la mañana no tiene mucho que ver) porque vengo regresando de cierta reunión donde pude constatar el abandono mental en el que tengo a ese hogar. Este año he conocido más gente que nunca en mi vida: personas tan distintas y dispares, con tanto que pensar y tanto que decir, tanto que contribuir… de distintos orígenes, con gustos tan diferentes. Extranjeros, connacionales de lejos, conciudadanos de lejos…
A veces mi mente regresa a casa. A donde me crié y donde nominalmente todavía vivo, aunque sólo paso aquí, excluyendo las horas de sueño, como hora y media entre semana. Cuando oigo ésa de Nickelback, photograph, mi mente suele volar sobretodo a ese último año de preparatoria, con sus dos grandes viajes, la salida intempestiva en el último vórtice (probablemente el mejor viaje de los tres) . Sinceramente, sin mis amigos todo no hubiera pasado como una película, de ésas para el cotorreo, pero tremendamente arquetípicas. Me la pasé demasiado bien, aunque hubo sus claroscuros, como suele suceder. Sin embargo, me llevé una de las mejores experiencias de mi vida.
Lo que queda es la nostalgia, esa sonrisa vacía que amamos en el fragor del recuerdo. Sin embargo, esa sensación de vivir en tercera persona no la quita nadie. Algún día regresaré a casa, más allá de las visitas episódicas del Halloween de cada año. ¿Quién sabe? Cuando desenterremos esa cápsula del tiempo será un día interesante.
viernes, 26 de octubre de 2007
Major League Leaderball
Muchas veces siento que nací con un enorme dedo señalándome.
Y a decir verdad, me acostumbré muy rápido a la idea, o más bien, aprendí a amar y a obsesionarme pronto con ella.
De hecho, sólo la he negado un par de veces, por idiota más que por otra cosa, y aunque me la pasé muy bien sin la enorme carga moral y emocional de sentir ese dedo encima, me prometí que jamás volvería a negar ese sino (si es que tal cosa existe).
Y, tal y como ocurre en la universidad, en la casa y en la vida me han y me he formado para ello. Quizá lo difícil es que siempre he luchado por desarrollar una idea de cómo llegar al final del camino que tal idea supone, que a veces ha salido y a veces no.
Ahora más que nunca estoy consciente de las voces paralelas tanto del vocalista de Hoobastank (mi banda favorita) como del santo fundador de la obra que patrocina mi escuela.
"Naciste para ser líder" dicen con gravedad.
Antes era distinto trabajar con esta idea.
De hecho, estoy a punto de olvidar cómo era... un ambiente en el que a todo mundo le vale, que a nadie le importa y con quien tienes que romperte los brazos empujándolo (a) para sacar adelante el proyecto. Ese ambiente asesino para el alma y probablemente para el éxito del proyecto, destructivo para la organización, pero que si sales adelante, te llena de satisfacciones probablemente no volverá (o eso espero).
Ahora, enfrento la situación contraria. Vivo y trabajo en un ambiente en el que a todos les importa demasiado. En el que todos escucharon la misma frase que yo y tienen la misma idea, sin importarles otra cosa. Son las ligas mayores.
Lo interesante es que creí que podía seguir jugando como jugaba en las ligas menores. Aunque esto no ha tenido las consecuencias fatales que podría haber tenido, creo que la actuación de cierto director me hizo recapacitar a tiempo: la pasión consume y la pasión absoluta consume absolutamente. He olvidado a ese arte finísimo que Greene y Elffers narraron: l'arte del potere. El ambiente hermoso y recargado de la corte, donde el más agresivo suele ser el más débil, el excesivamente zalamero es el primero en ser acabado, y sólo el más ignaramente cándido (o al menos lo que hace creer a los demás) es quien se lleva las palmas. Un arte aplicado a la administración en cuanto forma parte de alguno que otro capítulo directivo. Aquí, la cortesía es un arma exquisita, las sonrisas esconden intereses ocultos, y sobretodo la planeación absoluta de cada palabra, gesto y pausa es la llave al final del camino.
Que es una vida dura, sí, y me encanta. De hecho, podría decir que siento un tremendo desdén por quien finge despreciar este juego y lo juega como si fuera un nintendo. Al final, todos juegan, aunque quien está motivado por él es el que McClelland describió tan bien, que suele ocupar puestos en organizaciones estudiantiles, partidos políticos, deportes de contacto y suelen estudiar administración o derecho. Ma che cosa!
Creo que nunca he estado más emocionado de jugar así. Aunque a veces el sueño y la frase impronunciable (N-O P-U-D-E) me distraigan, soy más consciente que nunca que no puedo olvidar ninguna de las dos partes de la dicotomía. Una parte sola es la corrupción total: la otra es la consunción total. No puedo vivir sin las dos.
Y a decir verdad, me acostumbré muy rápido a la idea, o más bien, aprendí a amar y a obsesionarme pronto con ella.
De hecho, sólo la he negado un par de veces, por idiota más que por otra cosa, y aunque me la pasé muy bien sin la enorme carga moral y emocional de sentir ese dedo encima, me prometí que jamás volvería a negar ese sino (si es que tal cosa existe).
Y, tal y como ocurre en la universidad, en la casa y en la vida me han y me he formado para ello. Quizá lo difícil es que siempre he luchado por desarrollar una idea de cómo llegar al final del camino que tal idea supone, que a veces ha salido y a veces no.
Ahora más que nunca estoy consciente de las voces paralelas tanto del vocalista de Hoobastank (mi banda favorita) como del santo fundador de la obra que patrocina mi escuela.
"Naciste para ser líder" dicen con gravedad.
Antes era distinto trabajar con esta idea.
De hecho, estoy a punto de olvidar cómo era... un ambiente en el que a todo mundo le vale, que a nadie le importa y con quien tienes que romperte los brazos empujándolo (a) para sacar adelante el proyecto. Ese ambiente asesino para el alma y probablemente para el éxito del proyecto, destructivo para la organización, pero que si sales adelante, te llena de satisfacciones probablemente no volverá (o eso espero).
Ahora, enfrento la situación contraria. Vivo y trabajo en un ambiente en el que a todos les importa demasiado. En el que todos escucharon la misma frase que yo y tienen la misma idea, sin importarles otra cosa. Son las ligas mayores.
Lo interesante es que creí que podía seguir jugando como jugaba en las ligas menores. Aunque esto no ha tenido las consecuencias fatales que podría haber tenido, creo que la actuación de cierto director me hizo recapacitar a tiempo: la pasión consume y la pasión absoluta consume absolutamente. He olvidado a ese arte finísimo que Greene y Elffers narraron: l'arte del potere. El ambiente hermoso y recargado de la corte, donde el más agresivo suele ser el más débil, el excesivamente zalamero es el primero en ser acabado, y sólo el más ignaramente cándido (o al menos lo que hace creer a los demás) es quien se lleva las palmas. Un arte aplicado a la administración en cuanto forma parte de alguno que otro capítulo directivo. Aquí, la cortesía es un arma exquisita, las sonrisas esconden intereses ocultos, y sobretodo la planeación absoluta de cada palabra, gesto y pausa es la llave al final del camino.
Que es una vida dura, sí, y me encanta. De hecho, podría decir que siento un tremendo desdén por quien finge despreciar este juego y lo juega como si fuera un nintendo. Al final, todos juegan, aunque quien está motivado por él es el que McClelland describió tan bien, que suele ocupar puestos en organizaciones estudiantiles, partidos políticos, deportes de contacto y suelen estudiar administración o derecho. Ma che cosa!
Creo que nunca he estado más emocionado de jugar así. Aunque a veces el sueño y la frase impronunciable (N-O P-U-D-E) me distraigan, soy más consciente que nunca que no puedo olvidar ninguna de las dos partes de la dicotomía. Una parte sola es la corrupción total: la otra es la consunción total. No puedo vivir sin las dos.
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miércoles, 24 de octubre de 2007
La batalla en el Acueducto de Silvio
Las grandes batallas siempre han llevado el nombre de las localidades o parajes donde se han peleado. Nadie le ha puesto a un combate singular "Batalla de Perico de los Palotes" porque el referido fue un general exitosísimo que con su batallón batió las líneas enemigas, forzándolas a rendirse y obteniendo el triunfo para los guerreros del Imperio Panchúrico. En cambio, a todos nos suenan los nombres de aquellos lados que tuvieron a mal ser depositarios de la sangre de los combatientes: Maratón, Las Termópilas, Salamina, Arbela, Isos, Farsalia, Crecy, Poitiers, Lepanto, Yorktown, Bunker Hill, Marengo, Pirámides, Austerlitz, Jena, Trafalgar, Waterloo, Gettysburg, Verdún, Marne, Somme, Guadalcanal, las islas Midway... sin olvidar, claro, las frases que hicieron historia: "Soldados: desde lo alto..." etc.
Sin embargo, todas estas batallas, tan dramáticas y hasta cierto punto heroicas, usualmente son eclipsadas por la mayor de todas ellas. La "madre de todas", si nos atenemos a la jerga convencional. Esta batalla, cuyos mayores teóricos tomaron los conceptos de los antiguos estrategistas, tiene la particularidad de estarse peleando desde que el ser humano es humano. Por cierto que los autores contemporáneos de esta teoría se llaman Al Ries y Jack Trout. En su clásico "Posicionamiento" pusieron de nuevo en boga eso de que la mayor batallas está en el corazón de los hombres, aunque lo hayan dicho así: "el posicionamiento es la batalla por su mente".
Aunque el tema es de mercadotecnia y el título de esta entrada tiene que ver con una estructura cerebral que sirve para drenar el líquido cefaloraquídeo y por lo tanto no tiene mucho que ver con el pensamiento lógico; todo este desbarajuste viene al cuento porque ayer tuve una de esas escaramuzas ideológicas, a decir verdad, la primera, contra una cuasi-doctora en filosofía sobre liberalización comercial y proteccionismo.
Los detalles no son tan importantes. Bueno, sí. Ella quería justificar el proteccionismo porque "los países desarrollados crecieron siéndolo". Sólo bastaron un par de facts sobre la dinámica del mundo en tiempo pasado, sobre por qué el siglo XIX fue la época de oro del liberalismo en todos sus frentes y sobre los casos de Irlanda, Singapur y Nueva Zelanda para dejar callada a alguien muy docta en lo suyo, pero terriblemente ignorante de cuestiones económicas. Hasta me pidió consejo bibliográfico quesque para "saber la posición contraria". Le recomendé "Libertad de Elegir", "La acción humana" y hasta uno de Thomas Friedman, aunque de este último afortunadamente no tomó nota (el citado autor tiende a ser arrogante cuando escribe, lo cual pone argumentos en manos de quien no debería caer).
Esto me lleva a preguntarme... ¿Por qué es tan fácil que la gente ignore cuestiones económicas y mejor se crea sabelotodo y sapientísima, con lo cual se sube a lo que el presidente llamó "Torre de Marfil convertida en pedestal de imbéciles" y pontifica sobre que el gobierno debe hacer "algo" para terminar con tal o cual situación económica?
Alejandro Hope en su blog sugirió un artículo de Bryan Caplan en reason dice que los seres humanos solemos tener sentimientos ya sea anti-mercado, chovinistas, pesimistas o simplemente idiotas (para mejor explicación, mejor visitemos la página de Jonathan Gullible, que viene a ser algo así como el mundo de Sofía de la economía). Creo sinceramente que son
a) paradigmas (tortas mentales en ipadiano) que el autor de La Meta definió como "práctica común" en contraposición con el sentido común.
Es muy difícil revertir esta práctica, pero creo sinceramente que con un poco de educación económica, todo se puede cambiar en el mediano plazo. Ahora, recordemos que nuestros amigos del reino de Progresía basan todo su capital político en mantener estas mentiras, mucho más fáciles de creer que algo que no es más que los hechos y la verdad. Que lo hagan por mantener su poder o que lo hagan por grave parálisis mental, es la duda del milenio. Sin embargo, La Batalla en el Acueducto de Silvio, la batalla que se pelea en el corazón y la mente de las personas que sigo creyendo racionales, es una batalla efectivamente ganable, aunque con un riesgo altísimo. Es ganar, o perder a la humanidad completa.
Sin embargo, todas estas batallas, tan dramáticas y hasta cierto punto heroicas, usualmente son eclipsadas por la mayor de todas ellas. La "madre de todas", si nos atenemos a la jerga convencional. Esta batalla, cuyos mayores teóricos tomaron los conceptos de los antiguos estrategistas, tiene la particularidad de estarse peleando desde que el ser humano es humano. Por cierto que los autores contemporáneos de esta teoría se llaman Al Ries y Jack Trout. En su clásico "Posicionamiento" pusieron de nuevo en boga eso de que la mayor batallas está en el corazón de los hombres, aunque lo hayan dicho así: "el posicionamiento es la batalla por su mente".
Aunque el tema es de mercadotecnia y el título de esta entrada tiene que ver con una estructura cerebral que sirve para drenar el líquido cefaloraquídeo y por lo tanto no tiene mucho que ver con el pensamiento lógico; todo este desbarajuste viene al cuento porque ayer tuve una de esas escaramuzas ideológicas, a decir verdad, la primera, contra una cuasi-doctora en filosofía sobre liberalización comercial y proteccionismo.
Los detalles no son tan importantes. Bueno, sí. Ella quería justificar el proteccionismo porque "los países desarrollados crecieron siéndolo". Sólo bastaron un par de facts sobre la dinámica del mundo en tiempo pasado, sobre por qué el siglo XIX fue la época de oro del liberalismo en todos sus frentes y sobre los casos de Irlanda, Singapur y Nueva Zelanda para dejar callada a alguien muy docta en lo suyo, pero terriblemente ignorante de cuestiones económicas. Hasta me pidió consejo bibliográfico quesque para "saber la posición contraria". Le recomendé "Libertad de Elegir", "La acción humana" y hasta uno de Thomas Friedman, aunque de este último afortunadamente no tomó nota (el citado autor tiende a ser arrogante cuando escribe, lo cual pone argumentos en manos de quien no debería caer).
Esto me lleva a preguntarme... ¿Por qué es tan fácil que la gente ignore cuestiones económicas y mejor se crea sabelotodo y sapientísima, con lo cual se sube a lo que el presidente llamó "Torre de Marfil convertida en pedestal de imbéciles" y pontifica sobre que el gobierno debe hacer "algo" para terminar con tal o cual situación económica?
Alejandro Hope en su blog sugirió un artículo de Bryan Caplan en reason dice que los seres humanos solemos tener sentimientos ya sea anti-mercado, chovinistas, pesimistas o simplemente idiotas (para mejor explicación, mejor visitemos la página de Jonathan Gullible, que viene a ser algo así como el mundo de Sofía de la economía). Creo sinceramente que son
a) paradigmas (tortas mentales en ipadiano) que el autor de La Meta definió como "práctica común" en contraposición con el sentido común.
Es muy difícil revertir esta práctica, pero creo sinceramente que con un poco de educación económica, todo se puede cambiar en el mediano plazo. Ahora, recordemos que nuestros amigos del reino de Progresía basan todo su capital político en mantener estas mentiras, mucho más fáciles de creer que algo que no es más que los hechos y la verdad. Que lo hagan por mantener su poder o que lo hagan por grave parálisis mental, es la duda del milenio. Sin embargo, La Batalla en el Acueducto de Silvio, la batalla que se pelea en el corazón y la mente de las personas que sigo creyendo racionales, es una batalla efectivamente ganable, aunque con un riesgo altísimo. Es ganar, o perder a la humanidad completa.
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lunes, 8 de octubre de 2007
Siendo Aquél
¿Por qué creo que "Yo soy aquél" es la frase más heroica que se ha pronunciado jamás?
Ésa es toda una pregunta para mí, aunque voy a intentar darle una respuesta satisfactoria en la presente entrada.
La declaración tiene de grande lo de un Borges, por ejemplo. (Dato cultural: una frase muy parecida la dijo el genial argentino para referirse a Shakespeare). Es una declaración tan resuelta como breve. Aleccionadora como mortal. Fuerte y directa como triunfal. Supone responder al estilo alta literatura a una pregunta que siempre hacen en los congresos estudiantiles chafas, en las reuniones de liderazgo de charlatanes y en las sesiones bíblicas de autoayuda.
El orador, melodramáticamente, hará que su mano apunte a la audiencia y gritará en estado fingidamente iluminado:
¿Quién eres tú?
Te pones de pie, alzas la cabeza y respondes:
Yo soy aquél.
Tres palabras. Tres sílabas. Demoledoras por sí mismas. Asesinas como saetas.
Si le pusiéramos un cuadrito de pensamiento al célebre caminante ante el mar de niebla, la cual es mi pintura favorita, seguramente sería ésa. (Aunque rivalizaría mucho con el Kyrie, discutido tan extensivamente en esta misma instancia).
Por eso creo que la frase más poética que existe, la escribió Manuel Alejandro y la dijo Raphael
domingo, 7 de octubre de 2007
Midway through the path of our careers...
Alguna vez decidí llamar a esta unidad (o capítulo, como sea) “Las aventuras del becario de la blanca luna”. Y tenía que cumplir con toda una serie de características, entre las cuales podemos contar la idea siempre persistente del camino heroico, del dolor y de la ganancia. Del paso marginal y del caer y caer y caer para levantarse finalmente.
Y sobretodo, de eso de estar flaco, cansado, ojeroso y con ilusiones.
Hoy es medio camino. Una estación transitoria justo donde habrá que mirar hacia el frente, valorar lo que se ha hecho bien, ha hecho mal, lo que me atormenta, lo que estoy obligado a lograr, lo que espero como puerto de destino desde que comencé casi accidentalmente algo no planeado como fue volverme procteriano y caminar este camino con el sol en la frente, pero sol al fin.
Eso de que el pasado es un país extranjero, frase de hace tres años (¡tre anni fa!) tiene tantas aristas… Puede ser un país que alevosamente ataque tu soberanía o puede ser una república bananera de quinta que puedes llegar a no tomar en serio, pero que es un verdadero jaque a tus intereses en el corto, mediano o largo plazos.
He visto muchas cosas estos dos últimos días: cosas bizarras y descuadradas, como fraude contable en un balance. La confianza en la construcción de mi senda se mantiene intacta, pero he recibido recordatorios, he observado detalles fuera de lugar, y sobretodo he recibido una advertencia muy seria sobre aquello que he dejado pasar por esa maldita parálisis, ese miedo tan hondo y tan oscuro que me impide dar cierto paso… y que solo se ha roto una vez, con los resultados por todos conocidos. Lo demás, puede ser paja o simple y sencillamente detalles surrealistas.
Los directores, los buenos y los malos, la promesa, la exigencia, el hastío, lo que Aguilar Camín llama “la radical sabiduría del desencanto”, los caminos separados de los amigos, los errores, el descubrimiento de tu más hondo talón de Aquiles y su uso eficaz y consistente como un instrumento de tortura macabra, la fiebre que corre por tus venas cuando escuchas a tus enemigos alzarse con el monopolio de la opinión y su creencia de la verdad, pelear a muerte con ese maldito némesis que es el desear que nada te importe, lo que sientes a las 5:30 de la madrugada en el momento en que la última alarma se activa… y la voz de un santo que te grita: El minuto heroico ha llegado…
Han sido cuatro días extraños. No sé demasiado bien con qué quedarme de ellos. Ganamos la sede del próximo congreso, lo cual me deja en la espalda una carga de trabajo considerable. Sin embargo, siento que se ha puesto la mesa para un juego de ajedrez político en el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas. En él la ineptitud, la terquedad y el oportunismo serán los actores principales. Equivocarme sería una fatalidad terrible, aunque quizá un aprendizaje de mayor calibre. No lo sé. El tiempo para la construcción de un yo corre apresuradamente, y siento que se ha andado en la dirección correcta. Estos días me han servido para mirar un poco atrás: observar ese aspecto de la construcción del yo que me he negado a atacar por el temor que me inspira y que sólo me destruye por dentro cada vez que siento la impotencia que tal descuido ha vertido sobre mí. Tengo que entender que por ahí debe pasar toda la formación personal para estar completa. Enfrentar esa batalla que tantos pelean con galanura y ganan, aunque otros la pierden al ver que se han equivocado, es una total piedra de toque. Sin salidas falsas, sin gritarle al espejo: “amigo, enemigo mío”, siendo realistas, pero luchando y cayendo, siendo humillado y vilipendiado, recordando aquellos días de inocencia destruida por la burla y el desprecio, y al final, ganando o perdiendo varias veces es la pieza faltante para seguir armando este rompecabezas y poder llegar a ser Aquél.
Y sobretodo, de eso de estar flaco, cansado, ojeroso y con ilusiones.
Hoy es medio camino. Una estación transitoria justo donde habrá que mirar hacia el frente, valorar lo que se ha hecho bien, ha hecho mal, lo que me atormenta, lo que estoy obligado a lograr, lo que espero como puerto de destino desde que comencé casi accidentalmente algo no planeado como fue volverme procteriano y caminar este camino con el sol en la frente, pero sol al fin.
Eso de que el pasado es un país extranjero, frase de hace tres años (¡tre anni fa!) tiene tantas aristas… Puede ser un país que alevosamente ataque tu soberanía o puede ser una república bananera de quinta que puedes llegar a no tomar en serio, pero que es un verdadero jaque a tus intereses en el corto, mediano o largo plazos.
He visto muchas cosas estos dos últimos días: cosas bizarras y descuadradas, como fraude contable en un balance. La confianza en la construcción de mi senda se mantiene intacta, pero he recibido recordatorios, he observado detalles fuera de lugar, y sobretodo he recibido una advertencia muy seria sobre aquello que he dejado pasar por esa maldita parálisis, ese miedo tan hondo y tan oscuro que me impide dar cierto paso… y que solo se ha roto una vez, con los resultados por todos conocidos. Lo demás, puede ser paja o simple y sencillamente detalles surrealistas.
Los directores, los buenos y los malos, la promesa, la exigencia, el hastío, lo que Aguilar Camín llama “la radical sabiduría del desencanto”, los caminos separados de los amigos, los errores, el descubrimiento de tu más hondo talón de Aquiles y su uso eficaz y consistente como un instrumento de tortura macabra, la fiebre que corre por tus venas cuando escuchas a tus enemigos alzarse con el monopolio de la opinión y su creencia de la verdad, pelear a muerte con ese maldito némesis que es el desear que nada te importe, lo que sientes a las 5:30 de la madrugada en el momento en que la última alarma se activa… y la voz de un santo que te grita: El minuto heroico ha llegado…
Han sido cuatro días extraños. No sé demasiado bien con qué quedarme de ellos. Ganamos la sede del próximo congreso, lo cual me deja en la espalda una carga de trabajo considerable. Sin embargo, siento que se ha puesto la mesa para un juego de ajedrez político en el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas. En él la ineptitud, la terquedad y el oportunismo serán los actores principales. Equivocarme sería una fatalidad terrible, aunque quizá un aprendizaje de mayor calibre. No lo sé. El tiempo para la construcción de un yo corre apresuradamente, y siento que se ha andado en la dirección correcta. Estos días me han servido para mirar un poco atrás: observar ese aspecto de la construcción del yo que me he negado a atacar por el temor que me inspira y que sólo me destruye por dentro cada vez que siento la impotencia que tal descuido ha vertido sobre mí. Tengo que entender que por ahí debe pasar toda la formación personal para estar completa. Enfrentar esa batalla que tantos pelean con galanura y ganan, aunque otros la pierden al ver que se han equivocado, es una total piedra de toque. Sin salidas falsas, sin gritarle al espejo: “amigo, enemigo mío”, siendo realistas, pero luchando y cayendo, siendo humillado y vilipendiado, recordando aquellos días de inocencia destruida por la burla y el desprecio, y al final, ganando o perdiendo varias veces es la pieza faltante para seguir armando este rompecabezas y poder llegar a ser Aquél.
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mi libro de texto
viernes, 24 de agosto de 2007
La que le debo a Daniel Goleman
En el último año de la prepa, en una de aquellas extenuantes y emocionalmente pesadas sesiones de práctica de psicología; (creo que era la última) algún personaje anónimo del salón de clase debía hacer un retrato tuyo, describirte, escribir tus fortalezas y debilidades y cosas así. Cada quien se rolaba los papeles para que al final la persona dueña del papelito tuviera una visión supuestamente integral de lo que pensaban de él.
El chiste es que, después de haber terminado el caos que suponía tal ejercicio, revisé lo que habían escrito de mí. El dibujo era insondable, de quién sabe quién, un garabato, donde me dibujaron sin cabello, con los ojos rasgados, y metido en un libro de historia (además, la descripción que acabo de hacer quedó halagüeña).
Pero eso no era lo importante, sino todas las opiniones vertidas sobre mi persona. Faltaría a la verdad y a las circunstancias del momento si dijera que recuerdo todo lo que escribieron.
En estos casos, casi nunca leo las afirmaciones, sino las salvedades, y la salvedad fue el reforzamiento a una de mis obsesiones de aquella época.
Decía, simple y llanamente, a la pregunta de: ¿Cómo definirías a X en una frase?
La respuesta fue: "Mucha inteligencia académica, muy poca inteligencia emocional".
Si me hubiera entristecido u obsesionado tal afirmación sólo la hubiera confirmado. Pero no. Ese momento fue una calmada indignación hacia un tema que, sentía, todo mundo utilizaba para atacarme. Era como aquel "seguro moral" que les permitía tirarla con todo en la prepa con la seguridad de que triunfarían en la vida y yo no. Pedagogía de la generación zeta para la generación ye.
Por aquellos días, yo descalificaba la teoría de Daniel Goleman sobre este tipo de inteligencia. Muchos psicólogos serios (a pesar de que son tan humanos y pasionales como todos los demás) lo han descalificado, quizá por ser un autor de bestsellers. Hoy día sigo prefiriendo la teoría de Gardner sobre las ocho inteligencias por encima de la de Goleman, aunque no hay que dejar de valorar su trabajo. Si existe la inteligencia emocional, ésta sólo se puede formar a patadas (a las patadas de la vida, por supuesto me refiero).
Pero...
A mí que me fascina ligar temas que al parecer no tienen nada que ver (eso de El Señor de las Moscas y la Economía o El jardín de los senderos que se bifurcan y la Economía o Los Reinos Fantásticos y La Economía o La Playa y La Economía) me he topado con una de ésas oportunidades inmejorables para hallar un vericueto interesantísimo.
Liguemos ahora la teoría de Goleman con una pregunta horrenda: ¿Por qué los que se dicen intelectuales casi siempre son de izquierda?
Hallé por ahí un artículo de Robert Nozick, uno de los libertarianos más famosos, que intenta dar respuesta a esta interrogante. Porque vaya que si pensamos en todas aquellas personas que se dan de latigazos por la inequidad y las contradicciones del sistema y por la justicia social y demás patrañas semejantes, casi todas han militado o militan activamente del lado oeste. Pensemos en un Pinter, un Saramago, un Chomsky, un García Márquez, un Paz, un Alberti, un lo que sea. Todos, de manera radical, descarada o presuntamente filosófica y tranquila defienden con los dientes al colectivismo.
Nozick argumenta que estas personas casi siempre fueron durante su carrera escolar magistrales en el arte de la palabra, consentidos por sus profesores y cargados y retacados de honores por las autoridades escolares en general. Casi no es importante el sistema social de las escuelas, puesto que nuestros sujetos los desprecian (o fingen despreciarlos.)
Entonces, una vez que éstos salen triunfales del colegio, se topan de frente con un mundo que:
a) No responde a los mismos incentivos.
b) No otorga las mismas recompensas
c) No valora los mismos logros.
Y como generalmente, y digo generalmente porque hay excepciones, estas personas salen rebotando en la vida. Lógico, terminan aborreciendo el sistema que cambió por completo sus expectativas y les dijo adiós con una fuerte patada.
Estuve demasiado cerca de ésa. Lo sé perfectamente. Sin embargo, a mi favor opera un argumento que quienes caen en tal batalla terminan por negar, y se pierden a sí mismos por ello: soy libre de escoger lo que me plazca, de hacer lo que quiera con tal de salir avante en mi camino (con las reservas usuales, por supuesto). Y eso, es difícil que lo comprendan.
El chiste es que, después de haber terminado el caos que suponía tal ejercicio, revisé lo que habían escrito de mí. El dibujo era insondable, de quién sabe quién, un garabato, donde me dibujaron sin cabello, con los ojos rasgados, y metido en un libro de historia (además, la descripción que acabo de hacer quedó halagüeña).
Pero eso no era lo importante, sino todas las opiniones vertidas sobre mi persona. Faltaría a la verdad y a las circunstancias del momento si dijera que recuerdo todo lo que escribieron.
En estos casos, casi nunca leo las afirmaciones, sino las salvedades, y la salvedad fue el reforzamiento a una de mis obsesiones de aquella época.
Decía, simple y llanamente, a la pregunta de: ¿Cómo definirías a X en una frase?
La respuesta fue: "Mucha inteligencia académica, muy poca inteligencia emocional".
Si me hubiera entristecido u obsesionado tal afirmación sólo la hubiera confirmado. Pero no. Ese momento fue una calmada indignación hacia un tema que, sentía, todo mundo utilizaba para atacarme. Era como aquel "seguro moral" que les permitía tirarla con todo en la prepa con la seguridad de que triunfarían en la vida y yo no. Pedagogía de la generación zeta para la generación ye.
Por aquellos días, yo descalificaba la teoría de Daniel Goleman sobre este tipo de inteligencia. Muchos psicólogos serios (a pesar de que son tan humanos y pasionales como todos los demás) lo han descalificado, quizá por ser un autor de bestsellers. Hoy día sigo prefiriendo la teoría de Gardner sobre las ocho inteligencias por encima de la de Goleman, aunque no hay que dejar de valorar su trabajo. Si existe la inteligencia emocional, ésta sólo se puede formar a patadas (a las patadas de la vida, por supuesto me refiero).
Pero...
A mí que me fascina ligar temas que al parecer no tienen nada que ver (eso de El Señor de las Moscas y la Economía o El jardín de los senderos que se bifurcan y la Economía o Los Reinos Fantásticos y La Economía o La Playa y La Economía) me he topado con una de ésas oportunidades inmejorables para hallar un vericueto interesantísimo.
Liguemos ahora la teoría de Goleman con una pregunta horrenda: ¿Por qué los que se dicen intelectuales casi siempre son de izquierda?
Hallé por ahí un artículo de Robert Nozick, uno de los libertarianos más famosos, que intenta dar respuesta a esta interrogante. Porque vaya que si pensamos en todas aquellas personas que se dan de latigazos por la inequidad y las contradicciones del sistema y por la justicia social y demás patrañas semejantes, casi todas han militado o militan activamente del lado oeste. Pensemos en un Pinter, un Saramago, un Chomsky, un García Márquez, un Paz, un Alberti, un lo que sea. Todos, de manera radical, descarada o presuntamente filosófica y tranquila defienden con los dientes al colectivismo.
Nozick argumenta que estas personas casi siempre fueron durante su carrera escolar magistrales en el arte de la palabra, consentidos por sus profesores y cargados y retacados de honores por las autoridades escolares en general. Casi no es importante el sistema social de las escuelas, puesto que nuestros sujetos los desprecian (o fingen despreciarlos.)
Entonces, una vez que éstos salen triunfales del colegio, se topan de frente con un mundo que:
a) No responde a los mismos incentivos.
b) No otorga las mismas recompensas
c) No valora los mismos logros.
Y como generalmente, y digo generalmente porque hay excepciones, estas personas salen rebotando en la vida. Lógico, terminan aborreciendo el sistema que cambió por completo sus expectativas y les dijo adiós con una fuerte patada.
Estuve demasiado cerca de ésa. Lo sé perfectamente. Sin embargo, a mi favor opera un argumento que quienes caen en tal batalla terminan por negar, y se pierden a sí mismos por ello: soy libre de escoger lo que me plazca, de hacer lo que quiera con tal de salir avante en mi camino (con las reservas usuales, por supuesto). Y eso, es difícil que lo comprendan.
lunes, 13 de agosto de 2007
El personaje sustituido
He comenzado un camino largo y arduo. Un camino duro y no exento de piedras y escollos a superar con todas las de la actitud. Me he sujeto a jugar con el tiempo como nunca antes, así como a lamentar por primera vez el tiempo que he perdido y el tiempo que me queda para aprovechar con todo. He descubierto también que los momentos para "la fuga" o "el escape", el hermoso concepto romántico que nunca debe abandonar a nadie, son cada vez más necesarios. Tanto que voy a poner en mi escritorio un letrero que lo diga.
También he descubierto que mis amigos, ahora, más que nunca (y menos que en un futuro) han tomado caminos separados. Quisiera verlos y contarles de todo lo que siento y todo lo que debo enfrentar, pero desgraciadamente las cosas son así: debo pelear mi camino yo solo, y la ayuda del "gracioso" del cuento, del "compañero de armas", de "la comparsa", del fiel "ayudante del héroe" o el "Deus ex machina" sólo vendrá cuando esté con el agua hasta el cuello (lo cual no espero que suceda).
En todo esto, sin embargo, hay un problema que me ronda la cabeza y tiene que ver con cuestiones de identidad. He ganado una batalla durísima para poder intentar comenzar a realizarme a partir de un punto más o menos sereno. Curiosamente, ahora que he la lucha por desdibujar todo ese juego de estereotipos ha terminado, más por las circunstancias que por mí, por un lado me siento un tanto vaciado (en contraposición a "vacío").
Ya no soy el primer promedio del salón de clases. Cuando un maestro hace la incómoda pregunta sobre ¿Quién es el más aplicado? Todo mundo señala a Mónica y es ella la que aguanta las bromas. Ya no soy el serio, Poncho me ha ganado ese puesto en el departamento. Es más, ni siquiera soy aquel culto que se sabe todos los detalles y en su enorme colección de datos a veces suelta los de personas cercanas a él. Estoy siendo, en todos detalles, un personaje sustituido.
Esta situación a veces me suele incomodar, pero las más, me presenta un reto mucho más interesante: es la primera vez que, una vez decidido con toda dirección quién soy y qué quiero hacer de mí, puedo moldear como yo quiera la imagen que pretendo proyectar. Hace años tuve una fuerte crisis porque al escuchar cierta canción de Cher reflexionaba y me moría de horror al pensar "si yo pudiera ponerle marcha atrás al tiempo". Hoy, me río. Ahora el tema central es "Kyrie" de Mr. Mister, lo cual es, por supuesto, toda una admonición a la tarea que me ha tocado desarrollar...
Ho detto
También he descubierto que mis amigos, ahora, más que nunca (y menos que en un futuro) han tomado caminos separados. Quisiera verlos y contarles de todo lo que siento y todo lo que debo enfrentar, pero desgraciadamente las cosas son así: debo pelear mi camino yo solo, y la ayuda del "gracioso" del cuento, del "compañero de armas", de "la comparsa", del fiel "ayudante del héroe" o el "Deus ex machina" sólo vendrá cuando esté con el agua hasta el cuello (lo cual no espero que suceda).
En todo esto, sin embargo, hay un problema que me ronda la cabeza y tiene que ver con cuestiones de identidad. He ganado una batalla durísima para poder intentar comenzar a realizarme a partir de un punto más o menos sereno. Curiosamente, ahora que he la lucha por desdibujar todo ese juego de estereotipos ha terminado, más por las circunstancias que por mí, por un lado me siento un tanto vaciado (en contraposición a "vacío").
Ya no soy el primer promedio del salón de clases. Cuando un maestro hace la incómoda pregunta sobre ¿Quién es el más aplicado? Todo mundo señala a Mónica y es ella la que aguanta las bromas. Ya no soy el serio, Poncho me ha ganado ese puesto en el departamento. Es más, ni siquiera soy aquel culto que se sabe todos los detalles y en su enorme colección de datos a veces suelta los de personas cercanas a él. Estoy siendo, en todos detalles, un personaje sustituido.
Esta situación a veces me suele incomodar, pero las más, me presenta un reto mucho más interesante: es la primera vez que, una vez decidido con toda dirección quién soy y qué quiero hacer de mí, puedo moldear como yo quiera la imagen que pretendo proyectar. Hace años tuve una fuerte crisis porque al escuchar cierta canción de Cher reflexionaba y me moría de horror al pensar "si yo pudiera ponerle marcha atrás al tiempo". Hoy, me río. Ahora el tema central es "Kyrie" de Mr. Mister, lo cual es, por supuesto, toda una admonición a la tarea que me ha tocado desarrollar...
Ho detto
lunes, 6 de agosto de 2007
Reseña tardía
Como el mundo parece ya haberse calmado después de la furia monumental que provocara el release the TDH, entonces me siento con suficiente calma, fuerzas e inspiración para correr mi reseña del libro en cuestión.
Mucho se ha hablado y dicho. Me encanta leer las reseñas que aparecen por aquí y por allá, para darme una idea de la opinión general acerca de tal o cual suceso. Sin embargo, últimamente me ha pasado como que las reseñas negativas tienen argumentos más sentados (aunque siempre son los mismos argumentos) que las que se dejan llevar por la furia del momento. En todo esto, me he dado a la tarea de otorgar una reseña más cuidadosa, menos apasionada, aunque sí, sin hacer demasiado caso a voces exaltantes y apoteósicas por igual.
Por principio de cuentas, TDH no es el mejor libro de la serie. Se queda a una distancia mediana, corta, tal vez, de GOF y de OOP (en todo caso, mucho más cerca de esta última que de la primera). Y es que, me dicen, el cuarto libro es maravilloso por que cual novelista policiaca, la autora va dejando pistitas regadas por los pasajes del libro hasta un clímax impactante e inesperado. En lo particular, GOF ha sido el que más me ha dejado con el alma en un hilo, y por más tiempo (el gap entre los libros cuatro y cinco, en tiempo, fue el más largo).
Sin embargo, como se ha comentado mucho, TDH es un wrap-up genial a toda la serie. Ya no más explicaciones repetidas sobre quién-hizo-qué-y-cuándo, ni recapitulaciones innecesarias. Puede que esto impida a quien recién se está incorporando a la saga sentirse perdido, pero siendo honestos, ningún tarado se esperaría hasta el último libro para leer el final. En todo caso, casi todos los personajes que están vivos (y un poco los muertos) aparecen para lo que se ha llamado un "curtain call": para despedirse de quienes han crecido y se han desvelado con ellos. Es buen detalle, que, desgraciadamente, ningún escritor hace jamás. Por lo mismo, puede sonar exagerado o teatral, pero que en mi caso, agradezco de todos modos.
Lo que tal vez se extrañe es el ambiente estudiantil tan bien planteado en los seis libros anteriores. A muchos no les gustó el cambio de ambiente, y puede que tengan razón. La autora era un pez en el agua a la hora de bucear por los estanques dickensianos e incluso hessianos, por lo que no se siente tan en confianza a la hora de salir "al campo". Además, el hecho de que las novelas sean fantasía baja no ayuda demasiado a plantear de manera fantásticamente realista los escenarios bucólicos que un escritor competente de fantasía alta debe dominar a la perfección. Los pasajes que tienen lugar en el campo suenan más forzados, que, digamos, un Paolini (aun cuando éste deriva muchísimo).
Otra cosa interesante sobre el libro fue que me sentí parte de muchas épicas a la vez. Como si ésta intentara ser una suma de muchas épicas, con todos los ingredientes. Hay situaciones que recuerdan vivamente a objetos maléficos que si uno se les acerca le pervierten demasiado; situaciones que recuerdan que hay que saber entregar la cabeza cuando la misión (o la Idea que la alimenta) así lo exige y uno se ve a sí mismo elevado por el sacrificio... sólo por poner dos situaciones de los grandes titanes de la novela fantástica.
Sin embargo, es un buen colofón. Con todo y que cierta última muerte me dejó con la misma cara que me dejó Kill Bill Vol. 2 cuando escuché eso de "Did Pai-Mei teach you the five-point-heart exploding technique?" (aunque necesariamente sin el glorioso bolèro que compuso Morricone para tal efecto), la serie termina de buena manera. Tres semanas después de haber comenzado a escribir este post y con siete libros de pasta dura acomodados y tranquilos en mi librero, no queda sino darle las gracias a Joanne Kathleen Rowling por haber hecho que la juventud mundial (y a veces más que eso) aprendiera nuevas maneras de soñar.
Al fin y al cabo, para eso es la literatura.
Mucho se ha hablado y dicho. Me encanta leer las reseñas que aparecen por aquí y por allá, para darme una idea de la opinión general acerca de tal o cual suceso. Sin embargo, últimamente me ha pasado como que las reseñas negativas tienen argumentos más sentados (aunque siempre son los mismos argumentos) que las que se dejan llevar por la furia del momento. En todo esto, me he dado a la tarea de otorgar una reseña más cuidadosa, menos apasionada, aunque sí, sin hacer demasiado caso a voces exaltantes y apoteósicas por igual.
Por principio de cuentas, TDH no es el mejor libro de la serie. Se queda a una distancia mediana, corta, tal vez, de GOF y de OOP (en todo caso, mucho más cerca de esta última que de la primera). Y es que, me dicen, el cuarto libro es maravilloso por que cual novelista policiaca, la autora va dejando pistitas regadas por los pasajes del libro hasta un clímax impactante e inesperado. En lo particular, GOF ha sido el que más me ha dejado con el alma en un hilo, y por más tiempo (el gap entre los libros cuatro y cinco, en tiempo, fue el más largo).
Sin embargo, como se ha comentado mucho, TDH es un wrap-up genial a toda la serie. Ya no más explicaciones repetidas sobre quién-hizo-qué-y-cuándo, ni recapitulaciones innecesarias. Puede que esto impida a quien recién se está incorporando a la saga sentirse perdido, pero siendo honestos, ningún tarado se esperaría hasta el último libro para leer el final. En todo caso, casi todos los personajes que están vivos (y un poco los muertos) aparecen para lo que se ha llamado un "curtain call": para despedirse de quienes han crecido y se han desvelado con ellos. Es buen detalle, que, desgraciadamente, ningún escritor hace jamás. Por lo mismo, puede sonar exagerado o teatral, pero que en mi caso, agradezco de todos modos.
Lo que tal vez se extrañe es el ambiente estudiantil tan bien planteado en los seis libros anteriores. A muchos no les gustó el cambio de ambiente, y puede que tengan razón. La autora era un pez en el agua a la hora de bucear por los estanques dickensianos e incluso hessianos, por lo que no se siente tan en confianza a la hora de salir "al campo". Además, el hecho de que las novelas sean fantasía baja no ayuda demasiado a plantear de manera fantásticamente realista los escenarios bucólicos que un escritor competente de fantasía alta debe dominar a la perfección. Los pasajes que tienen lugar en el campo suenan más forzados, que, digamos, un Paolini (aun cuando éste deriva muchísimo).
Otra cosa interesante sobre el libro fue que me sentí parte de muchas épicas a la vez. Como si ésta intentara ser una suma de muchas épicas, con todos los ingredientes. Hay situaciones que recuerdan vivamente a objetos maléficos que si uno se les acerca le pervierten demasiado; situaciones que recuerdan que hay que saber entregar la cabeza cuando la misión (o la Idea que la alimenta) así lo exige y uno se ve a sí mismo elevado por el sacrificio... sólo por poner dos situaciones de los grandes titanes de la novela fantástica.
Sin embargo, es un buen colofón. Con todo y que cierta última muerte me dejó con la misma cara que me dejó Kill Bill Vol. 2 cuando escuché eso de "Did Pai-Mei teach you the five-point-heart exploding technique?" (aunque necesariamente sin el glorioso bolèro que compuso Morricone para tal efecto), la serie termina de buena manera. Tres semanas después de haber comenzado a escribir este post y con siete libros de pasta dura acomodados y tranquilos en mi librero, no queda sino darle las gracias a Joanne Kathleen Rowling por haber hecho que la juventud mundial (y a veces más que eso) aprendiera nuevas maneras de soñar.
Al fin y al cabo, para eso es la literatura.
martes, 31 de julio de 2007
August reading list
Una vez que el enfebrecido y apasionado clamor mundial por el destino de uno de los magos más famosos de todos los tiempos se ha calmado un poco, podemos pasar sin mayor escándalo a nuestra lista de lecturas para el mes de agosto, un mes que se pondrá seguramente rejego en adaptar la vita più nuova a la vita nuova.
El primer libro, me confieso culpable, lo empecé a leer ayer y ya llevo la mitad de las páginas. Aunque es la continuación de un libro demoledor, de hace diez años, El Regreso del Idiota, de Mendoza/Montaner/Vargas Llosa Jr. es toda apología del liberalismo y de los principios económicos que, triste es la vida, son el sentido común y por ello se hallan vedados a los ojos de nosotros, fieros y vehementes latinoamericanos. Como ataque directo a los habitantes mentales del reino de Progresía, provocó furibundas críticas (a priori, por supuesto) y una aburridamente previsible lluvia de epítetos e insultos contra los escritores. Por eso, más que nada, quise leerlo. En pocas palabras, presenta la realidad latinoamericana después del resurgimiento de los "idiotas", un epíteto bellamente lapidario contra todos nuestros amigos colectivistas. En el anterior, incluso los teólogos de la liberación, los más escandalosos traidores a la Iglesia, salían salpicados de contribuir al frenesí colectivista que mantiene a la región en la irrelevancia total y en el espectáculo grotesco que la verdad, aburre más que dar coraje.
Además, lo que es interesante del opúsculo no es sino la crítica a los habitantes mentales de Progresía y literarios de la Torre de Marfil que viven físicamente fuera de la región: los nunca bien ponderados y con patente de corso (a.k.a. Premio Nobel) Saramago, Pinter y Stiglitz. Como bien dicen los autores, ellos jamás permitirían que las ideas que apoyan fueran aplicadas en sus países.
Pero olvidándonos del asunto con fuertes cargas hiperbílicas, pasemos al siguiente libro, que espero terminar en el fin de semana (si no es así, quién sabe cuándo lo terminaré). Es la primera vez que la publicidad de una librería me convence acerca de comprar un libro. Yo siempre he tenido muy fija la lista de lo que quiero leer, y cuando no, pues llego, veo lo que me gusta y punto. Ahora, Gandhi fue muy lista en una publicidad al comparar el Malpaso (la "aldea fantástica", segmento menor del reino fantástico de la literatura ídem y que llevara a la cumbre a un mexicano y a un colombiano) con Comala y con Macondo. La verdad, eso no me llamó en absoluto la atención. Lo que sí, resultó ser la descripción que el autor hacía de la misma.
El quintana-roo-ense Héctor Aguilar Camín (conocido por un soporífero programa de entrevistas y debates a las once de la noche y por ser un clon físico del Presidente) me enseñó en un cuento (perdón, el nombre se me ha pasado) una riña de vecindad de tintes épicos. Ahora, en retrospectiva a la grata experiencia de ese cuento (que aparece en Lo Fugitivo Permanece, un libro de cuentos mexicanos con un inmiscible prólogo de Monsiváis), leeré La Provincia Perdida, en la mejor tradición de la literatura fantástica latinoamericana. El asesor de ventas de Gandhi dijo que era un "muy buen libro". ¿Quién sabe? Después me intentó hacer comprar un libro de Gunther Grass, seguramente para tratar de salvar la pérfida alma de un libertariano que llevaba Atlas Shrugged en la canasta.
El primer libro, me confieso culpable, lo empecé a leer ayer y ya llevo la mitad de las páginas. Aunque es la continuación de un libro demoledor, de hace diez años, El Regreso del Idiota, de Mendoza/Montaner/Vargas Llosa Jr. es toda apología del liberalismo y de los principios económicos que, triste es la vida, son el sentido común y por ello se hallan vedados a los ojos de nosotros, fieros y vehementes latinoamericanos. Como ataque directo a los habitantes mentales del reino de Progresía, provocó furibundas críticas (a priori, por supuesto) y una aburridamente previsible lluvia de epítetos e insultos contra los escritores. Por eso, más que nada, quise leerlo. En pocas palabras, presenta la realidad latinoamericana después del resurgimiento de los "idiotas", un epíteto bellamente lapidario contra todos nuestros amigos colectivistas. En el anterior, incluso los teólogos de la liberación, los más escandalosos traidores a la Iglesia, salían salpicados de contribuir al frenesí colectivista que mantiene a la región en la irrelevancia total y en el espectáculo grotesco que la verdad, aburre más que dar coraje.
Además, lo que es interesante del opúsculo no es sino la crítica a los habitantes mentales de Progresía y literarios de la Torre de Marfil que viven físicamente fuera de la región: los nunca bien ponderados y con patente de corso (a.k.a. Premio Nobel) Saramago, Pinter y Stiglitz. Como bien dicen los autores, ellos jamás permitirían que las ideas que apoyan fueran aplicadas en sus países.
Pero olvidándonos del asunto con fuertes cargas hiperbílicas, pasemos al siguiente libro, que espero terminar en el fin de semana (si no es así, quién sabe cuándo lo terminaré). Es la primera vez que la publicidad de una librería me convence acerca de comprar un libro. Yo siempre he tenido muy fija la lista de lo que quiero leer, y cuando no, pues llego, veo lo que me gusta y punto. Ahora, Gandhi fue muy lista en una publicidad al comparar el Malpaso (la "aldea fantástica", segmento menor del reino fantástico de la literatura ídem y que llevara a la cumbre a un mexicano y a un colombiano) con Comala y con Macondo. La verdad, eso no me llamó en absoluto la atención. Lo que sí, resultó ser la descripción que el autor hacía de la misma.
El quintana-roo-ense Héctor Aguilar Camín (conocido por un soporífero programa de entrevistas y debates a las once de la noche y por ser un clon físico del Presidente) me enseñó en un cuento (perdón, el nombre se me ha pasado) una riña de vecindad de tintes épicos. Ahora, en retrospectiva a la grata experiencia de ese cuento (que aparece en Lo Fugitivo Permanece, un libro de cuentos mexicanos con un inmiscible prólogo de Monsiváis), leeré La Provincia Perdida, en la mejor tradición de la literatura fantástica latinoamericana. El asesor de ventas de Gandhi dijo que era un "muy buen libro". ¿Quién sabe? Después me intentó hacer comprar un libro de Gunther Grass, seguramente para tratar de salvar la pérfida alma de un libertariano que llevaba Atlas Shrugged en la canasta.
viernes, 20 de julio de 2007
Los tres invencibles
Este post tiene por finalidad servir de adendum al anterior, guardado el mismísimo día de ayer. La verdad es que resulta que entre el frenesí del trabajo y la angustia por ser parte de una histeria colectiva inenarrable, me he topado con toda una serie de historias periodísticas acerca de ciertos distribuidores que no pudieron aguantarse las ganas (o no quisieron aguantárselas) y violaron el embargo que existía para publicar lo que en el idioma de los acrónimos se llamaría HP&TDH. Mil doscientas copias del libro fueron distribuidas antes de tiempo. Una de ellas fue a parar al Times de Nueva York, por lo que ni tardos ni perezosos, publicaron el día de ayer una reseña anticipada, "teniendo el máximo cuidado de no revelar detalles sensibles sobre la trama". Por otro lado, entre la muy comprensible prohibición del ministerio israelí de comercio para vender los libros en sabat a las dos de la mañana y el comping (guerra de precios entre minoristas) entre ASDA y sus competidoras en el Reino Unido; me ha llegado a la cabeza una de mis tantas reflexiones economizantes, que tienen que ver, por supuesto, con los incentivos que rodean a este frenético maratón y a sus principales protagonistas.
Creo firmemente que en este mundo hay tres elementos a los que uno no puede vencer de ningún modo posible: uno es el propio organismo, otro es la naturaleza (o su originador si uno es religioso) y el tercero es el mercado.
Ejemplos: para el primer caso, el caso de tatuajes y perforaciones es típico, así como el de las malpasadas de la primera juventud. Hay facturas pendientes que hacen imposible que uno le pueda ganar a su propio cuerpo.
El segundo es un recurso del cual Greenpeace y similares se valen para cumplir con sus objetivos políticos (porque de ningún modo esas ONG's pueden tener fines exclusivamente humanitarios). Y es al fin y al cabo que cualquier desequilibrio, que casi siempre es regional y no global, como nos quieren hacer ver, termina pasando factura a quien lo comete.
Y el tercero, ignorado y despechado, es justo lo que estamos viendo ahora. Intentarle ver la cara a un sistema hiper-complejo conformado por las decisiones racionales, no ejercidas coercitivamente por millones y millones de personas que responden a incentivos (y donde en este caso es el puro gusto) ha sido una de esas lecciones históricas que jamás hemos aprendido. Intentar darle la vuelta al mercado provoca: carestía (que no es lo mismo que escasez), desempleo, desviaciones, falta de competitividad, entre otras linduras.
En este caso particular, nos hallamos ante un conflicto de incentivos:
La editorial (Bloomsbury en The UK y Scholastic en The US) puso como castigo que quien se atreviera a romper el embargo no recibiría más copias para vender después de su tanda inicial. Ahora, por lo visto, ese incentivo negativo no fue suficiente para evitar este pequeño "error" en el caso de las tiendas en Estados Unidos, quienes seguramente creyeron que les sería buena publicidad eso de "lo ponemos en tus manos antes que nadie", aunque después les caiga el diluvio encima. En el caso de ASDA, como podemos ver, es mayor el incentivo de que el minorista genere tráfico en su tienda, no vender libros de Harry Potter. Por eso comenzó a vender a márgenes negativos un producto con la esperanza de que alguien se quede a comprar más cosas que no sean precisamente libros. Y el periódico, pues, al igual que los retailers.
Finalmente, debo comentar que aquí en México un tipo consiguió una copia antes de la medianoche de hoy. Sin embargo, bastó sólo un cajero peneque que o no sabía o no le importaba (o tenía información asimétrica, que es otro pexote en economía, o simplemente no tenía incentivos)
Por cierto que en unas ocho horas el libro sale a la venta.
Creo firmemente que en este mundo hay tres elementos a los que uno no puede vencer de ningún modo posible: uno es el propio organismo, otro es la naturaleza (o su originador si uno es religioso) y el tercero es el mercado.
Ejemplos: para el primer caso, el caso de tatuajes y perforaciones es típico, así como el de las malpasadas de la primera juventud. Hay facturas pendientes que hacen imposible que uno le pueda ganar a su propio cuerpo.
El segundo es un recurso del cual Greenpeace y similares se valen para cumplir con sus objetivos políticos (porque de ningún modo esas ONG's pueden tener fines exclusivamente humanitarios). Y es al fin y al cabo que cualquier desequilibrio, que casi siempre es regional y no global, como nos quieren hacer ver, termina pasando factura a quien lo comete.
Y el tercero, ignorado y despechado, es justo lo que estamos viendo ahora. Intentarle ver la cara a un sistema hiper-complejo conformado por las decisiones racionales, no ejercidas coercitivamente por millones y millones de personas que responden a incentivos (y donde en este caso es el puro gusto) ha sido una de esas lecciones históricas que jamás hemos aprendido. Intentar darle la vuelta al mercado provoca: carestía (que no es lo mismo que escasez), desempleo, desviaciones, falta de competitividad, entre otras linduras.
En este caso particular, nos hallamos ante un conflicto de incentivos:
La editorial (Bloomsbury en The UK y Scholastic en The US) puso como castigo que quien se atreviera a romper el embargo no recibiría más copias para vender después de su tanda inicial. Ahora, por lo visto, ese incentivo negativo no fue suficiente para evitar este pequeño "error" en el caso de las tiendas en Estados Unidos, quienes seguramente creyeron que les sería buena publicidad eso de "lo ponemos en tus manos antes que nadie", aunque después les caiga el diluvio encima. En el caso de ASDA, como podemos ver, es mayor el incentivo de que el minorista genere tráfico en su tienda, no vender libros de Harry Potter. Por eso comenzó a vender a márgenes negativos un producto con la esperanza de que alguien se quede a comprar más cosas que no sean precisamente libros. Y el periódico, pues, al igual que los retailers.
Finalmente, debo comentar que aquí en México un tipo consiguió una copia antes de la medianoche de hoy. Sin embargo, bastó sólo un cajero peneque que o no sabía o no le importaba (o tenía información asimétrica, que es otro pexote en economía, o simplemente no tenía incentivos)
Por cierto que en unas ocho horas el libro sale a la venta.
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jueves, 19 de julio de 2007
Estar ahí
Hace uno o dos posts comenté acerca de la alharaca que provocó la publicación en folletín de la última entrega de David Copperfield, allá en el siglo antepasado. El hecho de que la mayoría de las novelas realistas se publicaran de este modo permitía a sus escritores convertirse en multimillonarias celebridades (y hoy nadie los critica por eso). Dickens y Sue, Zola y Clarín, todos ellos fueron los literatos que marcaron a una generación que pasaba del segundo imperio a la bella época.
Hoy en día la intercomunicación global nos permite enterarnos en tiempo y forma de todo lo que ocurre de un lado a otro del globo. Sin embargo, también los productos pueden llegar a latitudes inmensamente lejanas en muy pocos días.
Todo esto viene a cuento porque a raíz del post del reading list de julio, he esperado con suma paciencia, al igual que otros tantos millones, el release mundial de cierto esperado bestseller. Repito que todo lo comentable ya ha sido comentado en muchísimos foros y sitios de discusión, muchas veces con resultados no muy satisfactorios para el nivel de debate que debería existir en un sitio de internet (aún en cuestiones como las literarias). No hablaré ni de mis expectativas del libro, ni de mis teorías del final, ni sobre porqué creo que la muerte del protagonista daría un remate increíble a la serie, pero sí hablaré acerca de porqué faltando dos días para el release mundial de este séptimo volumen existen muchas personas alrededor mío mordiéndose las uñas de la emoción. Y también sobre cómo ayer fueron cambiados mis planes para que yo vaya el mismísimo sábado a la librería Gandhi Central, nada más y nada menos que a las diez de la mañana, cuando abran. Hay eventos bien guay como manualidades, proyecciones fílmicas, lecturas a viva voz, foros de discusión y etcéteras. Yo la verdad, voy a lo que voy, sin detenerme a ver qué hacen los niños que se vistan de capa y corbata a rayas. Pretendo entrar, formarme, comprar el Rowling, así como un Rand, un Aguilar Camín y uno de Mendoza/Montaner/Vargas Llosa Jr. de un tema un poquito más picoso que la magia o las guerras civiles: la política en el subcontinente.
De cualquier modo, y sin meterme en el tema de la "literatura de calidad" que es un conflicto medio federiquete entre quienes se dan baños de pureza por fingir haber leído más de tres veces a Proust y quienes lo único que piden cuando leen es emoción (como hacían las personas del siglo XIX que hacían lo mismo con Verne, a quien, hasta donde yo sé, no se le considera literatura seria); esperaré las últimas treinta y seis horas para el release más esperado en la historia de la literatura.
Y estaré ahí.
Hoy en día la intercomunicación global nos permite enterarnos en tiempo y forma de todo lo que ocurre de un lado a otro del globo. Sin embargo, también los productos pueden llegar a latitudes inmensamente lejanas en muy pocos días.
Todo esto viene a cuento porque a raíz del post del reading list de julio, he esperado con suma paciencia, al igual que otros tantos millones, el release mundial de cierto esperado bestseller. Repito que todo lo comentable ya ha sido comentado en muchísimos foros y sitios de discusión, muchas veces con resultados no muy satisfactorios para el nivel de debate que debería existir en un sitio de internet (aún en cuestiones como las literarias). No hablaré ni de mis expectativas del libro, ni de mis teorías del final, ni sobre porqué creo que la muerte del protagonista daría un remate increíble a la serie, pero sí hablaré acerca de porqué faltando dos días para el release mundial de este séptimo volumen existen muchas personas alrededor mío mordiéndose las uñas de la emoción. Y también sobre cómo ayer fueron cambiados mis planes para que yo vaya el mismísimo sábado a la librería Gandhi Central, nada más y nada menos que a las diez de la mañana, cuando abran. Hay eventos bien guay como manualidades, proyecciones fílmicas, lecturas a viva voz, foros de discusión y etcéteras. Yo la verdad, voy a lo que voy, sin detenerme a ver qué hacen los niños que se vistan de capa y corbata a rayas. Pretendo entrar, formarme, comprar el Rowling, así como un Rand, un Aguilar Camín y uno de Mendoza/Montaner/Vargas Llosa Jr. de un tema un poquito más picoso que la magia o las guerras civiles: la política en el subcontinente.
De cualquier modo, y sin meterme en el tema de la "literatura de calidad" que es un conflicto medio federiquete entre quienes se dan baños de pureza por fingir haber leído más de tres veces a Proust y quienes lo único que piden cuando leen es emoción (como hacían las personas del siglo XIX que hacían lo mismo con Verne, a quien, hasta donde yo sé, no se le considera literatura seria); esperaré las últimas treinta y seis horas para el release más esperado en la historia de la literatura.
Y estaré ahí.
martes, 17 de julio de 2007
El año maravilloso/kyrie eleison, kyrie eleison, kyrie
American Pie no es por mucho (estoy jugando, además) una obra maestra de la cinematografía mundial. No creo que en su época haya sido considerada para los Óscares, o que haya generado un número decente de reseñas decentes. Sin embargo, para una generación cuyos referentes culturales suelen ser confusos por hallarnos en fases de transición entre la mítica (y muchas veces patética) generación X y los que llaman techies o generación zeta (por lo que veo, bastante patética también), American Pie suele ser una especie de referente cultural. Me da mucha gracia, para ser sinceros. Se halla a años luz de The Breakfast Club y todas las películas del Rat Pack en cuanto a introspección y comprensión de la adolescencia, y su contemporánea Ten Things I hate about you le aventaja millas (aunque tal vez sólo porque su inteligente argumento salió de la pluma de Shakespeare). Sin embargo, American Pie tiene en la gente de mi generación seguidores calurosos y sinceros. Según Gogan, el atractivo de esta serie es que sus tres volúmenes comprenden tres grandes fases en la vida de un hombre: el rite of passage que supone pasar de la preparatoria a la universidad, la vida universitaria y sus responsabilidades, así como adoptar la responsabilidad de un matrimonio. Aunque nos hallamos en la segunda, la fuerza de esta etapa se siente bastante fuerte. Eso va para el segundo punto.
El primer punto importante que quiero escribir en este apartado tiene que ver sobretodo con el año de 1999; que vio nacer a esta serie fílmica. Lo comento por el gran año que fue, para todos y para mí, en lo particular. ¿Quién no se acuerda de la imagen pueril e inocente de la Britney en los pasillos de una prepa? ¿La cursilería impactante del avión a combinación con los trajes blancos de los Backstreet? ¿La gorra de Fred Durst? ¿Semisonic, Sixpence-None-The Richer, New Radicals, Eagle Eye Cherry, The Verve? ¿Los regresos impactantes de Cher y Blondie? Además de que fuera de la música, la euforia por el “milenio” (cuya veracidad o falsedad nunca se demostró) campeó por todos lados. Para mí, pasar de la primaria a la secundaria fue un gran cambio, aderezado por la Primera Odisea. Recuerdo con mucho cariño aquel año de 1999 y la película que se estrenó con él, American Pie.
Esto nos lleva al segundo punto. Resulta que hoy fue la primera vez en mucho tiempo que deseé con todas mis fuerzas hallarme en 1999 y tener todos los problemas que tenía en 1999. Esa frasecilla que a muchos les puede molestar (tanto como a mí me molestan otras tantas frasecillas mucho muy trilladas) me sonó fuerte el día de hoy: life was so fuckin’ easy then. La vida real es dura. Mucho. Me di cuenta hoy como a las dos de la tarde. Y aunque el miedo no es tanto porque me he preparado en alma (y tan pronto reabran ese gimnasio en cuerpo) para resistir todos los embates, tendré que dar mucho de mí para pasar esta prueba. Demasiada teoría directiva y demasiada literatura épica para no aguantar la primera. Como diría cierto colmilludo periodista, al tiempo.
El primer punto importante que quiero escribir en este apartado tiene que ver sobretodo con el año de 1999; que vio nacer a esta serie fílmica. Lo comento por el gran año que fue, para todos y para mí, en lo particular. ¿Quién no se acuerda de la imagen pueril e inocente de la Britney en los pasillos de una prepa? ¿La cursilería impactante del avión a combinación con los trajes blancos de los Backstreet? ¿La gorra de Fred Durst? ¿Semisonic, Sixpence-None-The Richer, New Radicals, Eagle Eye Cherry, The Verve? ¿Los regresos impactantes de Cher y Blondie? Además de que fuera de la música, la euforia por el “milenio” (cuya veracidad o falsedad nunca se demostró) campeó por todos lados. Para mí, pasar de la primaria a la secundaria fue un gran cambio, aderezado por la Primera Odisea. Recuerdo con mucho cariño aquel año de 1999 y la película que se estrenó con él, American Pie.
Esto nos lleva al segundo punto. Resulta que hoy fue la primera vez en mucho tiempo que deseé con todas mis fuerzas hallarme en 1999 y tener todos los problemas que tenía en 1999. Esa frasecilla que a muchos les puede molestar (tanto como a mí me molestan otras tantas frasecillas mucho muy trilladas) me sonó fuerte el día de hoy: life was so fuckin’ easy then. La vida real es dura. Mucho. Me di cuenta hoy como a las dos de la tarde. Y aunque el miedo no es tanto porque me he preparado en alma (y tan pronto reabran ese gimnasio en cuerpo) para resistir todos los embates, tendré que dar mucho de mí para pasar esta prueba. Demasiada teoría directiva y demasiada literatura épica para no aguantar la primera. Como diría cierto colmilludo periodista, al tiempo.
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martes, 10 de julio de 2007
Transformación
Hace tiempo tuve la manía, y creo que la sigo teniendo, de ver mi vida hasta ahora como las páginas de un libro de texto: dividía los años y las fases, los momentos y los segundos en bloques, los bloques en unidades, las unidades en lecciones o capítulos y las lecciones o capítulos en apartados.
Así, hasta este momento sólo hay escritos (en la cabeza, porque no hay tiempo para escribir tanta tontería) dos bloques y medio. El primero, que es una parte muy introductoria, y el segundo, que es un mamotreto larguísimo, de principios infantiles y cortos y un final estrambótico resultó ser la historia de la generación. Ahora, el bloque que se viene llamando: "La construcción de un yo" corresponde a los cuatro años de la carrera, y por donde se explica el medio bloque que se ha escrito en la Historia. Cada unidad en la historia de la generación tenía un nombre rimbombante, peliculesco. Oso decir que cada unidad en la historia de mi carrera universitaria también lo tiene.
Así, el nombre de la primera unidad, que corresponde al primer semestre, se llama: "Las mil historias del nuevo mundo" por todo lo que significaba el nuevo mundo en aquel entonces (me río de mi asombro por tal nuevo mundo en estos días, por cierto). El nombre de la segunda unidad y el segundo semestre recibe el nombre de: "Dos luchas furiosas" porque por un lado peleé mentalmente contra la idea de la deflagración (que hoy también me da risa) y por el otro por una serie de severas dudas sobre la fe que tengo en mi país, gracias a Meester Loupez.
El tercer semestre es el semestre sin nombre, por todo lo que ocurrió en él; mientras que el cuarto, que es uno muy importante, se denomina: "El despertar".
Fue un despertar porque el instinto administrativo resurgió con mucha fuerza, así como la motivación y las ya famosas válvulas de escape. Su famosa conclusión es tan conocida como graciosa y grandiosa.
Sin embargo hoy reflexiono para dejar un poco atrás el violento post del día de ayer, sobre la gran transformación que me ha pasado últimamente. A pesar de que "yo sigo siendo aquél", me he sorprendido a mí mismo de la cantidad de gente con la que tengo que tratar, tan distinta y tan dispar. Me he sorprendido porque hace años no podía abrir la boca frente a desconocidos, y ahora juego al publirrelacionista entre los distintos becarios de finanzas de la compañía. Antes no quería conocer a nadie; ahora soy amigo de un árabe y pronto de más gente de todos lados del mundo.
Si me viera yo, o la figura que yo era a los trece años...
El crecimiento personal se ha dado, pero hay asignaturas pendientes; como por ejemplo esa que empieza en ene y termina en ovia. Sin embargo, nunca debemos olvidar lo mucho que se ha avanzado, comenzando desde las integraciones preliminar (i.e. los mendiolinos), las dos gloriosas (i.e. el núcleo y la generación) y las excelentes que corren por estos tiempos. Es, después de todo, la construcción de un yo.
Así, hasta este momento sólo hay escritos (en la cabeza, porque no hay tiempo para escribir tanta tontería) dos bloques y medio. El primero, que es una parte muy introductoria, y el segundo, que es un mamotreto larguísimo, de principios infantiles y cortos y un final estrambótico resultó ser la historia de la generación. Ahora, el bloque que se viene llamando: "La construcción de un yo" corresponde a los cuatro años de la carrera, y por donde se explica el medio bloque que se ha escrito en la Historia. Cada unidad en la historia de la generación tenía un nombre rimbombante, peliculesco. Oso decir que cada unidad en la historia de mi carrera universitaria también lo tiene.
Así, el nombre de la primera unidad, que corresponde al primer semestre, se llama: "Las mil historias del nuevo mundo" por todo lo que significaba el nuevo mundo en aquel entonces (me río de mi asombro por tal nuevo mundo en estos días, por cierto). El nombre de la segunda unidad y el segundo semestre recibe el nombre de: "Dos luchas furiosas" porque por un lado peleé mentalmente contra la idea de la deflagración (que hoy también me da risa) y por el otro por una serie de severas dudas sobre la fe que tengo en mi país, gracias a Meester Loupez.
El tercer semestre es el semestre sin nombre, por todo lo que ocurrió en él; mientras que el cuarto, que es uno muy importante, se denomina: "El despertar".
Fue un despertar porque el instinto administrativo resurgió con mucha fuerza, así como la motivación y las ya famosas válvulas de escape. Su famosa conclusión es tan conocida como graciosa y grandiosa.
Sin embargo hoy reflexiono para dejar un poco atrás el violento post del día de ayer, sobre la gran transformación que me ha pasado últimamente. A pesar de que "yo sigo siendo aquél", me he sorprendido a mí mismo de la cantidad de gente con la que tengo que tratar, tan distinta y tan dispar. Me he sorprendido porque hace años no podía abrir la boca frente a desconocidos, y ahora juego al publirrelacionista entre los distintos becarios de finanzas de la compañía. Antes no quería conocer a nadie; ahora soy amigo de un árabe y pronto de más gente de todos lados del mundo.
Si me viera yo, o la figura que yo era a los trece años...
El crecimiento personal se ha dado, pero hay asignaturas pendientes; como por ejemplo esa que empieza en ene y termina en ovia. Sin embargo, nunca debemos olvidar lo mucho que se ha avanzado, comenzando desde las integraciones preliminar (i.e. los mendiolinos), las dos gloriosas (i.e. el núcleo y la generación) y las excelentes que corren por estos tiempos. Es, después de todo, la construcción de un yo.
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lunes, 9 de julio de 2007
¡Las sales, las sales!
De un tiempo para acá, cuando me he entrenado más por afición que por necesidad en algunos postulados de la ciencia económica, sólo una transgresión evidente y muy grave, o una barbaridad absoluta puede hacerme perder los estribos a niveles sorprendentes. Alguna frasecilla ingeniosa, políticamente correcta (ay mami) como la de Fernández Menéndez cuando soltaba esta perla: "Se necesita la mano visible del Estado para que regule a la mano invisible del Mercado" me hace rasgarme las vestiduras como good orthodox kid que soy.
La economía es una ciencia cuya evidencia surge automáticamente después de haber transpuesto paradigmas sumamente vulgares, de haber roto lo evidente, de haber pasado por el velo de lo que parece "sentido común", pero no es sino lo que decía el físico Goldratt, una práctica común. Y pasaría por alto esta práctica tan común en latinoamérica, la de "economistas de café" (me cuento entre ellos, porque no soy economista; aunque procuro rodearme de estudiantes y profesores de aquella carrera), de no ser porque esta práctica es muy peligrosa. De ella proceden todas las servidumbres.
Esta diatriba viene al cuento porque me he desmayado después de leer un artículo publicado nada más y nada menos que en msn donde una experta de la mismísima Universidad Nacional afirma con todas que "las trasnacionales inciden en la desigualdad y la pobreza mundial". Según la citada experta, el acaparamiento de recursos (tierra, trabajo y capital) por parte de doscientas empresas trasnacionales (una de las cuales le publicó el artículo y otra de las cuales es la que me da empleo) amplía la brecha de desarrollo, ya que no permite que ¡se desarrollen las sociedades en las cuales se establecen!
Con el debido respeto a todos los años que dejó en la silla para estudiar sus maestrías y doctorados, la experta de la UNAM que se atrevió a decir eso es una soberana imbécil. Afirmaciones tales son las que permiten que el subcontinente en el que estoy parado ser cada vez una región más irrelevante. Las que permiten que auténticos señores oscuros como Lord Chávez vayan a mandar al agujero a sus pobres países. Las que permiten que ideas como las suyas sean esgrimidas por cada ignorante, que da miedo que los seres humanos no nos cansemos de caer en tantas mentiras repetidas hasta el cansancio desde 1848.
A la mencionada experta se le debería recordar que los factores productivos no son tres, sino cuatro. El último se llama "entrepreneurship" y es el que mueve a todos los demás. Me gustaría saber qué opina acerca del funcionamiento de esas empresas como trampolines donde se aprende el expertise para que los que se independicen formen sus propias empresas. O que me explicara entonces el concepto de "ventaja competitiva", donde aquellas trasnacionales crecieron gracias a haber dominado habilidades de negocio, por haber innovado, por haber dado desarrollo y oportunidades donde se establecieron. Que piense en todas las ciudades que dejarían de existir si las empresas que las hicieron grandes simplemente se fueran (Y eso va para los outsources de Nike también). Que piense qué tienen de heroico los nombres de un Gates, un Mittal, un Branson (aunque ellos no lo sepan y crean que le deben algo a la sociedad)
Tales opinones, que respetables son, sin duda; no deben escapar de las torres de marfil de donde han salido. Con razón la facultad de economía de la UNAM es una de las más desprestigiadas del país, nido de perredistas del más rancio cuño, y que perdió desde hace sesenta años su abolengo ante un ITAM arrollador que fue creado precisamente para dar formación económica a todos aquellos jóvenes que no querían plegarse a la ideología marxista que, por lo que veo, sigue existiendo en dicha facultad.
Ahora, un poco más tranquilo, reflexiono sobre todo lo que vociferé en este post. No me arrepiento de nada.
La economía es una ciencia cuya evidencia surge automáticamente después de haber transpuesto paradigmas sumamente vulgares, de haber roto lo evidente, de haber pasado por el velo de lo que parece "sentido común", pero no es sino lo que decía el físico Goldratt, una práctica común. Y pasaría por alto esta práctica tan común en latinoamérica, la de "economistas de café" (me cuento entre ellos, porque no soy economista; aunque procuro rodearme de estudiantes y profesores de aquella carrera), de no ser porque esta práctica es muy peligrosa. De ella proceden todas las servidumbres.
Esta diatriba viene al cuento porque me he desmayado después de leer un artículo publicado nada más y nada menos que en msn donde una experta de la mismísima Universidad Nacional afirma con todas que "las trasnacionales inciden en la desigualdad y la pobreza mundial". Según la citada experta, el acaparamiento de recursos (tierra, trabajo y capital) por parte de doscientas empresas trasnacionales (una de las cuales le publicó el artículo y otra de las cuales es la que me da empleo) amplía la brecha de desarrollo, ya que no permite que ¡se desarrollen las sociedades en las cuales se establecen!
Con el debido respeto a todos los años que dejó en la silla para estudiar sus maestrías y doctorados, la experta de la UNAM que se atrevió a decir eso es una soberana imbécil. Afirmaciones tales son las que permiten que el subcontinente en el que estoy parado ser cada vez una región más irrelevante. Las que permiten que auténticos señores oscuros como Lord Chávez vayan a mandar al agujero a sus pobres países. Las que permiten que ideas como las suyas sean esgrimidas por cada ignorante, que da miedo que los seres humanos no nos cansemos de caer en tantas mentiras repetidas hasta el cansancio desde 1848.
A la mencionada experta se le debería recordar que los factores productivos no son tres, sino cuatro. El último se llama "entrepreneurship" y es el que mueve a todos los demás. Me gustaría saber qué opina acerca del funcionamiento de esas empresas como trampolines donde se aprende el expertise para que los que se independicen formen sus propias empresas. O que me explicara entonces el concepto de "ventaja competitiva", donde aquellas trasnacionales crecieron gracias a haber dominado habilidades de negocio, por haber innovado, por haber dado desarrollo y oportunidades donde se establecieron. Que piense en todas las ciudades que dejarían de existir si las empresas que las hicieron grandes simplemente se fueran (Y eso va para los outsources de Nike también). Que piense qué tienen de heroico los nombres de un Gates, un Mittal, un Branson (aunque ellos no lo sepan y crean que le deben algo a la sociedad)
Tales opinones, que respetables son, sin duda; no deben escapar de las torres de marfil de donde han salido. Con razón la facultad de economía de la UNAM es una de las más desprestigiadas del país, nido de perredistas del más rancio cuño, y que perdió desde hace sesenta años su abolengo ante un ITAM arrollador que fue creado precisamente para dar formación económica a todos aquellos jóvenes que no querían plegarse a la ideología marxista que, por lo que veo, sigue existiendo en dicha facultad.
Ahora, un poco más tranquilo, reflexiono sobre todo lo que vociferé en este post. No me arrepiento de nada.
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jueves, 5 de julio de 2007
La mina de oro de la globalidad, segunda parte
Hace días me topé con la transcripción de una conferencia del pensador sueco Bjorn Lomborg, un aguerrido y stendhaliano defensor de la globalización. En tal alocución, el ponente defendía con todo al empresario como la verdadera y única figura heroica, responsable del progreso material y moral de toda una sociedad. Aunque por motivos estrictamente ideológicos tales afirmaciones puedan sonar discutibles, el punto aquí es que Lomborg se refirió a la obra de Joseph Campbell "El Héroe de las Mil Caras" para ejemplificar lo heroico del camino y de la lucha del empresario, con sus rígidas fases. Más aún, Lomborg concluía desmintiendo las ideas de Max Weber sobre la industrialidad como destructora de los sueños mágicos de la humanidad (por ello es tan épica una novela de ciencia ficción como una fantástica, ya que se sustituye la profusión geográfica por la profusión astronómica y la jerigonza pseudocientífica, al no estar apoyada en datos duros, termina convirtiéndose lo mismo en unas palabras mágicas en latín o élfico), arguyendo el sueco que la magia existe gracias a todo lo que hoy gozamos que ni siquiera hubiésemos pensado hace, ¿Qué les gusta? ¿Quince, veinte, cincuenta, cien, trescientos años?
Acabo de terminar una conversación con un cuate que trabaja en Dubai. A diez horas y la mitad del planeta tierra de distancia, pero unidos por la experiencia de un seminario financiero y una gran compañía; estamos en un proyecto periodístico. La sola idea de que puedo comunicarme en tiempo real con una persona de mi edad, con un contexto tan distinto: que habla otra lengua, escribe en otro alfabeto y tiene modos de ver la vida tan diferentes es una loa por sí misma a nuestra época.
Quien se atreve a denostar los tiempos que vivimos en cuanto a factores específicamente de progreso técnico e integración humana y no morales o de "zeitgeist" no sabe siquiera en qué época está parado.
¿A poco no?
Acabo de terminar una conversación con un cuate que trabaja en Dubai. A diez horas y la mitad del planeta tierra de distancia, pero unidos por la experiencia de un seminario financiero y una gran compañía; estamos en un proyecto periodístico. La sola idea de que puedo comunicarme en tiempo real con una persona de mi edad, con un contexto tan distinto: que habla otra lengua, escribe en otro alfabeto y tiene modos de ver la vida tan diferentes es una loa por sí misma a nuestra época.
Quien se atreve a denostar los tiempos que vivimos en cuanto a factores específicamente de progreso técnico e integración humana y no morales o de "zeitgeist" no sabe siquiera en qué época está parado.
¿A poco no?
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domingo, 1 de julio de 2007
July-reading list
Este mes tengo dos libros en mente. Uno que pretendo empezar y terminar hoy, por su mínimo contenido en cuanto a hojas; y otro que no sólo es mi expectativa, sino expectativa también de millones de personas alrededor del mundo.
Hoy pretendo adentrarme al mundo de la literatura randiana con "Anthem". Por fortuna lo hallé el día de ayer en Gandhi a un precio según yo accesible (comparado con los 404 pesos de Atlas Shrugged). Resulta que esta pequeña y corta distopía fue la primera obra, no muy publicitada, de la escritora ruso-estadounidense, antes de sus dos impactantes y famosas novelas.
Si jugamos a analogías, Anthem es a Ayn Rand lo que Armance es a Stendhal (además de que ambos usaban pseudónimo).
Las novelas de Ayn Rand, junto con su particular estilo de pensamiento, son algunos de los textos más prohibidos en la historia de la literatura. A nuestros enemigos del reino de Progresía les quema la piel siquiera acercarse a un libro así, por lo que simplemente le ponen un anatema y lo vedan. Es un hito para Gandhi, mi establecimiento favorito que desgraciadamente atiende a un segmento importante de los habitantes mentales de Progresía, poner por fin al alcance del público (figurativamente hablando, ya que los precios no están para bollos) las tres novelas de esta escritora. Y pues, de lleno a la escandalosa y descarnada filosofía objetivista.
El segundo libro no debe requerir presentación, ni menos explicación alguna. El 21 de julio, desde Sydney hasta Honolulu, mientras vayan abriendo las librerías, se podrá conocer el desenlace de una de las sagas literarias más exitosas de todos los tiempos. But, of course, hablamos de Harry Potter. Las especulaciones, teorías, expectativas, precios y reseñas anticipadas pueden ser conocidas en esta red. Sólo declaro que la idea de tan impactante conclusión ya me tiene bastante expectante desde creo, dos años que leí The Half Blood Prince.
Para la anécdota, recordemos que todas las grandes novelas del siglo XIX se publicaron por folletín. Cuando la última entrega de David Copperfield se publicó en Inglaterra, la gente se arremolinaba en los muelles neoyorkinos para gritarle a cualquier barco que procediera de la isla: ¿Qué ha sido de David Copperfield?
Aunque el mundo es un poco menos romántico que en ese entonces y para cuando yo tenga el libro en mis manos dentro de tres semanas, seguramente ya habrá personas fanáticas que por motivos de horario podrán saber cómo termina la saga (si leen quién sabe cuántos cientos de páginas en un trecho de siete a trece horas). Aunque no podamos ya estar en el aeropuerto gritando: ¿Qué ha sido de Harry Potter?, todavía y para siempre, existirá esa magia que surge cada vez que uno hace cantar a las páginas de un libro.
Hoy pretendo adentrarme al mundo de la literatura randiana con "Anthem". Por fortuna lo hallé el día de ayer en Gandhi a un precio según yo accesible (comparado con los 404 pesos de Atlas Shrugged). Resulta que esta pequeña y corta distopía fue la primera obra, no muy publicitada, de la escritora ruso-estadounidense, antes de sus dos impactantes y famosas novelas.
Si jugamos a analogías, Anthem es a Ayn Rand lo que Armance es a Stendhal (además de que ambos usaban pseudónimo).
Las novelas de Ayn Rand, junto con su particular estilo de pensamiento, son algunos de los textos más prohibidos en la historia de la literatura. A nuestros enemigos del reino de Progresía les quema la piel siquiera acercarse a un libro así, por lo que simplemente le ponen un anatema y lo vedan. Es un hito para Gandhi, mi establecimiento favorito que desgraciadamente atiende a un segmento importante de los habitantes mentales de Progresía, poner por fin al alcance del público (figurativamente hablando, ya que los precios no están para bollos) las tres novelas de esta escritora. Y pues, de lleno a la escandalosa y descarnada filosofía objetivista.
El segundo libro no debe requerir presentación, ni menos explicación alguna. El 21 de julio, desde Sydney hasta Honolulu, mientras vayan abriendo las librerías, se podrá conocer el desenlace de una de las sagas literarias más exitosas de todos los tiempos. But, of course, hablamos de Harry Potter. Las especulaciones, teorías, expectativas, precios y reseñas anticipadas pueden ser conocidas en esta red. Sólo declaro que la idea de tan impactante conclusión ya me tiene bastante expectante desde creo, dos años que leí The Half Blood Prince.
Para la anécdota, recordemos que todas las grandes novelas del siglo XIX se publicaron por folletín. Cuando la última entrega de David Copperfield se publicó en Inglaterra, la gente se arremolinaba en los muelles neoyorkinos para gritarle a cualquier barco que procediera de la isla: ¿Qué ha sido de David Copperfield?
Aunque el mundo es un poco menos romántico que en ese entonces y para cuando yo tenga el libro en mis manos dentro de tres semanas, seguramente ya habrá personas fanáticas que por motivos de horario podrán saber cómo termina la saga (si leen quién sabe cuántos cientos de páginas en un trecho de siete a trece horas). Aunque no podamos ya estar en el aeropuerto gritando: ¿Qué ha sido de Harry Potter?, todavía y para siempre, existirá esa magia que surge cada vez que uno hace cantar a las páginas de un libro.
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jueves, 28 de junio de 2007
Che sarà
La canción más famosa de José Feliciano, aquel conocido y bilingüe (con ésta, hasta trilingüe nos salió) invidente puertorriqueño es una del grupo italiano "Ricchi e Poveri", que vendría siendo más o menos como el Mocedades de Italia. Me refiero, por supuesto, a "Chè sarà".
A pesar de que el título de la canción puede sonar determinista (y el determinismo sólo ha servido para justificar atrocidades), en realidad es una de aquellas odas que me gusta llamar "Canzoni eroiche", es decir, canciones heroicas.
Chè sarà habla de un punto en el camino del héroe que es fundamental; y es la partida del hogar. La partida del hogar significa un punto en el que es forzoso crecer; en que el héroe tiene que dejar la seguridad del nido para perseguir ese gran incentivo final después de tantos y tantos peligros, de la ayuda de sus amigos y/o de su mentor y de enfrentar al némesis. Este viaje servirá para aplicarlo en pro de una idea que nos retribuirá en el bien propio o común (o como se dice en economía, en el mayor bien para el mayor número)
Aquellas palabras iniciales de "Pueblito mío, que estás sobre la colina; dormido como un viejo que se muere" reflejan algo que todos y cada uno de nosotros tenemos que hacer algún día. Dejar el hogar. Y aunque no me voy de mi casa ni nada por el estilo, a niveles puramente emocionales todos lo estamos haciendo. En estos días, que he asumido por completo el control de mis finanzas, que he dejado de ver a mis abuelitos (¡Habrase oído!) y que entro de lleno al mundo laboral; ese principio universal de las finanzas de: "Crecer duele y crecer cuesta" resuena como eco dentro de mí, con mucha más fuerza que la de hace meses, cuando platiqué con Gogan del asunto.
He escuchado a mis mejores hermanos enfrentar decisiones, enfrentar problemas, incluso querer dejar todo lo que han conocido por toda su vida por esa irrefrenable necesidad que a veces todos sentimos de escapar. Sin embargo, resistimos. Resistimos porque creemos. Resistimos porque saldremos. Resistimos porque somos.
La última estrofa de esta canción refleja lo que tiene que ocurrir tarde o temprano, pero que no pasa nunca en nuestra memoria y nuestros pensamientos, y que siempre nos acompaña, en los viajes de todos y cada uno de nosotros.
"Ya mis amigos se fueron casi todos, y otros partirán después que yo. ¡Lástima! Porque adoraba su amada compañía; Pero todo pasa, todo se va. ¿Qué será? ¿Qué será de mi vida, qué será? Si sé mucho o no sé nada, desde mañana se verá. ¿Qué será? ¡Será lo que será!"
A pesar de que el título de la canción puede sonar determinista (y el determinismo sólo ha servido para justificar atrocidades), en realidad es una de aquellas odas que me gusta llamar "Canzoni eroiche", es decir, canciones heroicas.
Chè sarà habla de un punto en el camino del héroe que es fundamental; y es la partida del hogar. La partida del hogar significa un punto en el que es forzoso crecer; en que el héroe tiene que dejar la seguridad del nido para perseguir ese gran incentivo final después de tantos y tantos peligros, de la ayuda de sus amigos y/o de su mentor y de enfrentar al némesis. Este viaje servirá para aplicarlo en pro de una idea que nos retribuirá en el bien propio o común (o como se dice en economía, en el mayor bien para el mayor número)
Aquellas palabras iniciales de "Pueblito mío, que estás sobre la colina; dormido como un viejo que se muere" reflejan algo que todos y cada uno de nosotros tenemos que hacer algún día. Dejar el hogar. Y aunque no me voy de mi casa ni nada por el estilo, a niveles puramente emocionales todos lo estamos haciendo. En estos días, que he asumido por completo el control de mis finanzas, que he dejado de ver a mis abuelitos (¡Habrase oído!) y que entro de lleno al mundo laboral; ese principio universal de las finanzas de: "Crecer duele y crecer cuesta" resuena como eco dentro de mí, con mucha más fuerza que la de hace meses, cuando platiqué con Gogan del asunto.
He escuchado a mis mejores hermanos enfrentar decisiones, enfrentar problemas, incluso querer dejar todo lo que han conocido por toda su vida por esa irrefrenable necesidad que a veces todos sentimos de escapar. Sin embargo, resistimos. Resistimos porque creemos. Resistimos porque saldremos. Resistimos porque somos.
La última estrofa de esta canción refleja lo que tiene que ocurrir tarde o temprano, pero que no pasa nunca en nuestra memoria y nuestros pensamientos, y que siempre nos acompaña, en los viajes de todos y cada uno de nosotros.
"Ya mis amigos se fueron casi todos, y otros partirán después que yo. ¡Lástima! Porque adoraba su amada compañía; Pero todo pasa, todo se va. ¿Qué será? ¿Qué será de mi vida, qué será? Si sé mucho o no sé nada, desde mañana se verá. ¿Qué será? ¡Será lo que será!"
sábado, 23 de junio de 2007
La mina de oro de la globalidad
La globalización está de moda tanto para quienes la defendemos como para quienes la defenestran. Sin embargo, hoy recibí un correo del cuate de LA Compañía que contenía el Newsletter del seminario, con todo y noticias mixtas de lo que pasó aquí (se les fue el heroico: el trade margin es negativo!) y lo que pasó en Europa.
Revisando un poco en el Facebook para ver de qué se trató el EFS, me percaté de algo importante, distinto a nuestra experiencia: que allí había máximo dos o tres del mismo país y su variedad era impactante: vi un ruso, inglesas, españoles, un griego, gente de Sudáfrica y el administrador del sitio es árabe. Bendita la diversidad humana.
Contrario a nuestro felice caso donde como buenos latinoamericanos nos gritábamos en castellano y nunca llegábamos a una conclusión seria (dejando de lado a un par de brasileñas); allá en Ginebra sólo podían comunicarse en inglés y ahí sí, había pexes y cosas históricas más serias entre ellos.
Que si los mexicanos somos los verdaderos más soberbios de la región, o que los venezolanos tomaron el liderazgo de las cosas porque saben que su país no va a parar a ningún buen lugar, o que los argentinos se creen lo que piensan de sí mismos o que los chilenos son la excepción que confirma a la regla en cuanto a ordenados, respetuosos, poco maliciosos y muy cortantes latinoamericanos no se compara con el hecho de que un árabe conviva con un sudafricano o un inglés, donde la cosmovisión, la formación, la ideología, los hábitos y los husos horarios son radicalmente distintos.
Esto me lleva a pensar en la importancia que es para la formación de una persona el contacto con gente muy distinta a sí. He tenido la oportunidad de convivir con gente de toda mi ciudad, de todo mi país y toda mi región, y espero en un futuro tener contacto similar con personas de todo el mundo (como en el EFS) y han sido experiencias increíbles. Yo considero mucho más grave un prejuicio contra aquellos aspectos de una persona que ésta no puede escoger (sexo, raza y nacionalidad) que las que sí. Por ello creo que estar con gente de muchos lados con muchos contextos distintos es fundamental para crear interrelaciones valiosas y sobretodo, personas de "formación integral" sin cacaerar el término.
Como creo que los "ye" somos una generación rescatable (al contrario de la anterior y la siguiente), está en nuestros manos poder mediante el conocimiento y el respeto a nuestras diferencias crear para esta generación la única igualdad racional, la igualdad de oportunidades; sin desviaciones ni prejuicios.
Revisando un poco en el Facebook para ver de qué se trató el EFS, me percaté de algo importante, distinto a nuestra experiencia: que allí había máximo dos o tres del mismo país y su variedad era impactante: vi un ruso, inglesas, españoles, un griego, gente de Sudáfrica y el administrador del sitio es árabe. Bendita la diversidad humana.
Contrario a nuestro felice caso donde como buenos latinoamericanos nos gritábamos en castellano y nunca llegábamos a una conclusión seria (dejando de lado a un par de brasileñas); allá en Ginebra sólo podían comunicarse en inglés y ahí sí, había pexes y cosas históricas más serias entre ellos.
Que si los mexicanos somos los verdaderos más soberbios de la región, o que los venezolanos tomaron el liderazgo de las cosas porque saben que su país no va a parar a ningún buen lugar, o que los argentinos se creen lo que piensan de sí mismos o que los chilenos son la excepción que confirma a la regla en cuanto a ordenados, respetuosos, poco maliciosos y muy cortantes latinoamericanos no se compara con el hecho de que un árabe conviva con un sudafricano o un inglés, donde la cosmovisión, la formación, la ideología, los hábitos y los husos horarios son radicalmente distintos.
Esto me lleva a pensar en la importancia que es para la formación de una persona el contacto con gente muy distinta a sí. He tenido la oportunidad de convivir con gente de toda mi ciudad, de todo mi país y toda mi región, y espero en un futuro tener contacto similar con personas de todo el mundo (como en el EFS) y han sido experiencias increíbles. Yo considero mucho más grave un prejuicio contra aquellos aspectos de una persona que ésta no puede escoger (sexo, raza y nacionalidad) que las que sí. Por ello creo que estar con gente de muchos lados con muchos contextos distintos es fundamental para crear interrelaciones valiosas y sobretodo, personas de "formación integral" sin cacaerar el término.
Como creo que los "ye" somos una generación rescatable (al contrario de la anterior y la siguiente), está en nuestros manos poder mediante el conocimiento y el respeto a nuestras diferencias crear para esta generación la única igualdad racional, la igualdad de oportunidades; sin desviaciones ni prejuicios.
domingo, 17 de junio de 2007
Despedida para un debut que se funde conmigo
Ayer fue la graduación de Fer para sexto de primaria, y con ella; el final más que formal de nuestro paso por el Colegio Moderno Tepeyac. Mi mamá aceptó haber "casi llorado" (aunque yo no lo vi, eliminaría el casi) cuando los mariachis cantaron las "golondrinas" para despedir a la generación 01-07 de primaria.
Como Fer se va del Moderno, esto ha dado pie a toda una serie de reflexiones familiares en torno a la corrección o incorrección de tan amarga decisión. Mamá lamenta a veces tener que dejar la institución que nos dio cobijo y educación desde hace casi dieciocho años; y también a veces no puedo evitar pensar todo lo que estamos dejando atrás mis hermanas, mis papás y yo.
¿Por qué yo? Pues porque a pesar de que me quedé en la escuela a dar clases durante casi dos años más, este capítulo lo siento pronto a cerrarse por varias razones:
La primera es el evidente fracaso del Centro de Lenguas desde que su segunda directora dejara la batuta; por lo que su cierre se antoja inminente.
La segunda es cierta actitud de cierta persona, que no quiere ver que sin administración ninguna-organización-puede-nada y en lugar de ello le echa la culpa a los maestros.
Dejar esa escuela es duro. Pero más duro es verla casi destruida por una serie de políticas organizacionales del más bajo nivel que pretenden una especie de ¿Reingeniería? cuya dirección no se vislumbra clara.
¿Qué utilidad existe en el echo de que un colegio privado de hacer graffitis a los alumnos? Eso lo toleraría en cualquier otro lado, pero no en la que era mi escuela. "Es que hemos cambiando el enfoque pedagógico a uno constructivista" me dicen. Eso suena muy mono y precioso en el papel, aunque tengo dudas sobre ello: ¿Eso implica que los alumnos van a ser mejores personas? ¿Las mejores escuelas de este país utilizan este modelo? ¿No sabe la señora directora que existe algo llamado: "Mejores prácticas de la industria"?
Aunque sé que actúo como todos aquellos paralizados por sus paradigmas que siempre se oponen al cambio; esta vez mis dudas me persiguen con presteza. Parece una apuesta arriesgada; y aunque sinceramente espero que se gane, en el fondo sé que no lo hará. Cuando yo entré a esa escuela, en 1989, de haber existido los rankings que existen hoy en día no me cabe duda que el CMT hubiera estado en los primeros lugares. Hoy día, ha abandonado la lista de las cien mejores escuelas de la ciudad, donde estuvo por varios años.
Eso me parece un insulto a los egresados que nos partimos la cara en nuestras instituciones educativas y trabajos para defender el prestigio de la casa que nos vio crecer y que nos formó. Es como si en diez años le pasara lo mismo a la UP. Ahí también se me caería la cara, sólo que en este caso no hablaríamos de prestigio local, sino nacional.
Tuve que abandonar mi tono grandilocuente para esta pequeña declaración, que he ha obligado a alzar la voz. Esperamos poder algún día soltar el periodicazo que Ale desea, pero no lo sé. Ya no quiero más daños a mi escuela.
Como Fer se va del Moderno, esto ha dado pie a toda una serie de reflexiones familiares en torno a la corrección o incorrección de tan amarga decisión. Mamá lamenta a veces tener que dejar la institución que nos dio cobijo y educación desde hace casi dieciocho años; y también a veces no puedo evitar pensar todo lo que estamos dejando atrás mis hermanas, mis papás y yo.
¿Por qué yo? Pues porque a pesar de que me quedé en la escuela a dar clases durante casi dos años más, este capítulo lo siento pronto a cerrarse por varias razones:
La primera es el evidente fracaso del Centro de Lenguas desde que su segunda directora dejara la batuta; por lo que su cierre se antoja inminente.
La segunda es cierta actitud de cierta persona, que no quiere ver que sin administración ninguna-organización-puede-nada y en lugar de ello le echa la culpa a los maestros.
Dejar esa escuela es duro. Pero más duro es verla casi destruida por una serie de políticas organizacionales del más bajo nivel que pretenden una especie de ¿Reingeniería? cuya dirección no se vislumbra clara.
¿Qué utilidad existe en el echo de que un colegio privado de hacer graffitis a los alumnos? Eso lo toleraría en cualquier otro lado, pero no en la que era mi escuela. "Es que hemos cambiando el enfoque pedagógico a uno constructivista" me dicen. Eso suena muy mono y precioso en el papel, aunque tengo dudas sobre ello: ¿Eso implica que los alumnos van a ser mejores personas? ¿Las mejores escuelas de este país utilizan este modelo? ¿No sabe la señora directora que existe algo llamado: "Mejores prácticas de la industria"?
Aunque sé que actúo como todos aquellos paralizados por sus paradigmas que siempre se oponen al cambio; esta vez mis dudas me persiguen con presteza. Parece una apuesta arriesgada; y aunque sinceramente espero que se gane, en el fondo sé que no lo hará. Cuando yo entré a esa escuela, en 1989, de haber existido los rankings que existen hoy en día no me cabe duda que el CMT hubiera estado en los primeros lugares. Hoy día, ha abandonado la lista de las cien mejores escuelas de la ciudad, donde estuvo por varios años.
Eso me parece un insulto a los egresados que nos partimos la cara en nuestras instituciones educativas y trabajos para defender el prestigio de la casa que nos vio crecer y que nos formó. Es como si en diez años le pasara lo mismo a la UP. Ahí también se me caería la cara, sólo que en este caso no hablaríamos de prestigio local, sino nacional.
Tuve que abandonar mi tono grandilocuente para esta pequeña declaración, que he ha obligado a alzar la voz. Esperamos poder algún día soltar el periodicazo que Ale desea, pero no lo sé. Ya no quiero más daños a mi escuela.
miércoles, 13 de junio de 2007
El reino fantástico que faltó en el mapa
Los nombres legendarios de Fantasía (Fantastica en la edición original en alemán), la Tierra Media, Narnia, Xanadú, la Atlántida, Ocrilú, Avalón y más recientemente la juvenil e inexperta Alagaesia evocan lugares bellos, insondables, majestuosos, imposibles, tiranizados, amenazados o eternos. Cada cual posee su gobierno, pero también posee sus héroes y villanos, sus filias y sus fobias.
¡Pues bien! Hoy me ha llegado vía "Asuntos Capitales" la noción de un nuevo reino fantástico, completamente inexplorado a los ojos humanos. Don Ricardo Medina mencionó sutilmente el reino de "Progresía" en su columna de hoy, lo cual me ha puesto una súper idea, que en otras castellanidades dirían que es "bien guay".
Ahora que pienso con cuidado, este reino fantástico no aparece en el mapa. Sin embargo, consultando los más antiguos manuales de geografía fantástica que han dejado elfos de los bosques y enanos de las minas, he podido hallar algunas de sus fronteras, sus alcances y sobretodo, su espléndido folclor y la cultura de quienes lo adornan.
En el reino de Progresía gobierna un ogro enorme, que sin ser verde, posee una virtud intocada por el poder cuasi absoluto que le ha concedido una cosa que llaman "el pueblo". En ese reino, el gran ogro conoce perfectamente lo que sacrifican todos sus súbditos al tomar decisiones; amén de que como es omnipresente, puede sustituir cualquier sistema de información y decidir qué está bien y qué está mal, a cómo se debe comprar y a cómo se debe vender, y que todos sean felices por ello.
En el reino de Progresía no existen los incentivos. Ninguno se siente compelido a decidir de acuerdo a lo que maximiza la utilidad de sus decisiones, sino que en teoría decide de acuerdo a algo que llaman "el interés general". Sin embargo, el único que en realidad decide es el gran ogro.
Debemos saber que en el reino de Progresía no existen palabras para llamarle a cada cosa por su nombre. Todo se nombra por eufemismos bonitos y elegantes. La pena por utilizar palabras tan asquerosas y crudas como "aborto" "discapacitado" o "anciano" es sumaria y mortal:
El peor castigo es llevar una etiqueta en la frente, por el que sea conocido siempre el condenado, sin previo juicio ni decisión alguna: el anatema es el adjetivo de Progresía. Me dicen que por los tiempos corrientes, los anatemas más populares en el reino son: imperialista, entreguista, fundamentalista y capitalista. La verdad en Progresía se conoce a priori y no puede ser defendida con argumentos racionales (olvidé decir que eso no existe: la verdad es la verdad del "pueblo").
Además, para proteger la pureza del reino, se nombra a un malvado que quiere destruir a Progesía, y contra el que se debe pelear siempre.
En estos momentos le dicen "neoliberalismo", aunque nadie sepa bien qué es.
En el reino de Progesía nadie puede tener el derecho a trascender de cualquier forma. Eso es un pecado gravísimo que atenta contra el bienestar del "pueblo".
Quien se atreve a intentar trascender es etiquetado de inmediato y expulsado del reino.
La familia es algo inútil, puesto que su papel es ejecutado por el ogro, un feliz e impoluto guardián de la mente dócil y tierna de los más jóvenes. Conocer la verdad única y a priori del ogro es un primer y noble objetivo.
En el reino de Progresía, se puede matar a cualquiera que sea demasiado débil para oponerse a ello, especialmente aquel que no posee voz ni voto. Si cualquiera se atreviese a defender a quien será asesinado por razones nobles como el "libre proyecto de vida" o por la debilidad manifiesta del condenado, entonces se le etiqueta, anatematiza y se predica sobre una serie de conceptos que nadie conoce bien, ni es capaz de defender, porque tendría que utilizar argumentos racionales, soportados con ideas y demostrados con números. Eso no existe en este reino.
Las ideas en Progesía pertenecen al Ogro. Nadie puede opinar fuera de ellas. La libertad es un concepto sobre el que todos predican pero nadie ejerce: no es necesario con la presencia y arbitrio del benevolente padre. Nadie tiene que practicar esa horrible cosa que es escoger: todo mundo sabe que el ogro conoce perfectamente qué es lo que conviene a cada cual.
Algún día, se sabe, el ogro podrá ser capaz de asignar a cada cual no según lo que dé, sino según lo que necesite; mientras que dará todo lo que pueda dar. Mientras ese día llegue, los habitantes de Progresía deben luchar porque a fuerza de repetir mentiras hasta convertirlas en verdades a priori, convenzan a quienes no vivan en el reino a integrarse a él y pelear juntos contra el malvado.
¿Verdad que se nos ha olvidado poner a Progresía en el mapa?
¡Pues claro! Existe en la mente de todos los que se denominan "progres".
Salud por Progresía: porque nunca salga de ese mapa.
¡Pues bien! Hoy me ha llegado vía "Asuntos Capitales" la noción de un nuevo reino fantástico, completamente inexplorado a los ojos humanos. Don Ricardo Medina mencionó sutilmente el reino de "Progresía" en su columna de hoy, lo cual me ha puesto una súper idea, que en otras castellanidades dirían que es "bien guay".
Ahora que pienso con cuidado, este reino fantástico no aparece en el mapa. Sin embargo, consultando los más antiguos manuales de geografía fantástica que han dejado elfos de los bosques y enanos de las minas, he podido hallar algunas de sus fronteras, sus alcances y sobretodo, su espléndido folclor y la cultura de quienes lo adornan.
En el reino de Progresía gobierna un ogro enorme, que sin ser verde, posee una virtud intocada por el poder cuasi absoluto que le ha concedido una cosa que llaman "el pueblo". En ese reino, el gran ogro conoce perfectamente lo que sacrifican todos sus súbditos al tomar decisiones; amén de que como es omnipresente, puede sustituir cualquier sistema de información y decidir qué está bien y qué está mal, a cómo se debe comprar y a cómo se debe vender, y que todos sean felices por ello.
En el reino de Progresía no existen los incentivos. Ninguno se siente compelido a decidir de acuerdo a lo que maximiza la utilidad de sus decisiones, sino que en teoría decide de acuerdo a algo que llaman "el interés general". Sin embargo, el único que en realidad decide es el gran ogro.
Debemos saber que en el reino de Progresía no existen palabras para llamarle a cada cosa por su nombre. Todo se nombra por eufemismos bonitos y elegantes. La pena por utilizar palabras tan asquerosas y crudas como "aborto" "discapacitado" o "anciano" es sumaria y mortal:
El peor castigo es llevar una etiqueta en la frente, por el que sea conocido siempre el condenado, sin previo juicio ni decisión alguna: el anatema es el adjetivo de Progresía. Me dicen que por los tiempos corrientes, los anatemas más populares en el reino son: imperialista, entreguista, fundamentalista y capitalista. La verdad en Progresía se conoce a priori y no puede ser defendida con argumentos racionales (olvidé decir que eso no existe: la verdad es la verdad del "pueblo").
Además, para proteger la pureza del reino, se nombra a un malvado que quiere destruir a Progesía, y contra el que se debe pelear siempre.
En estos momentos le dicen "neoliberalismo", aunque nadie sepa bien qué es.
En el reino de Progesía nadie puede tener el derecho a trascender de cualquier forma. Eso es un pecado gravísimo que atenta contra el bienestar del "pueblo".
Quien se atreve a intentar trascender es etiquetado de inmediato y expulsado del reino.
La familia es algo inútil, puesto que su papel es ejecutado por el ogro, un feliz e impoluto guardián de la mente dócil y tierna de los más jóvenes. Conocer la verdad única y a priori del ogro es un primer y noble objetivo.
En el reino de Progresía, se puede matar a cualquiera que sea demasiado débil para oponerse a ello, especialmente aquel que no posee voz ni voto. Si cualquiera se atreviese a defender a quien será asesinado por razones nobles como el "libre proyecto de vida" o por la debilidad manifiesta del condenado, entonces se le etiqueta, anatematiza y se predica sobre una serie de conceptos que nadie conoce bien, ni es capaz de defender, porque tendría que utilizar argumentos racionales, soportados con ideas y demostrados con números. Eso no existe en este reino.
Las ideas en Progesía pertenecen al Ogro. Nadie puede opinar fuera de ellas. La libertad es un concepto sobre el que todos predican pero nadie ejerce: no es necesario con la presencia y arbitrio del benevolente padre. Nadie tiene que practicar esa horrible cosa que es escoger: todo mundo sabe que el ogro conoce perfectamente qué es lo que conviene a cada cual.
Algún día, se sabe, el ogro podrá ser capaz de asignar a cada cual no según lo que dé, sino según lo que necesite; mientras que dará todo lo que pueda dar. Mientras ese día llegue, los habitantes de Progresía deben luchar porque a fuerza de repetir mentiras hasta convertirlas en verdades a priori, convenzan a quienes no vivan en el reino a integrarse a él y pelear juntos contra el malvado.
¿Verdad que se nos ha olvidado poner a Progresía en el mapa?
¡Pues claro! Existe en la mente de todos los que se denominan "progres".
Salud por Progresía: porque nunca salga de ese mapa.
domingo, 10 de junio de 2007
Go Doug, Go!
Aunque meterme en temas políticos casi siempre resultará en mentadas calurosamente enviadas de parte de nuestros enemigos, esta vez después de leer un post del maracucho en el facebook sentí un profundo orgullo porque alguien de mi generación se atreviera a tomar la palabra en la más alta tribuna de su país, que anda por aquella senda que Hayek llamó "el camino de la servidumbre", con el fin de representar a todos los estudiantes venezolanos y denunciar la cobarde, autoritaria y artera acción de El Comandante cerrando la televisora RCTV.
He leído muchos comentarios, más irracionales que racionales por parte de la "progresía" donde aplauden la decisión de micomandante Chávez, arguyendo que la ley le permitía no renovar la concesión, y es cierto. Que el canal era parcial y sesgado, es cierto. Que apoyó al golpe de estado contra él, es cierto. Sin embargo, la ley debe existir sólo para proteger vida, libertad y propiedad de los individuos, dejándolos hacer lo que quieran siempre y cuando no ataquen estos tres derechos. En este caso, la actuación del gobierno venezolano no fue en contra de la ley, sino en contra de los principios que la sustentan: del contrato social que seres libres y racionales suscriben para crear una agencia llamada "gobierno" que no sirva sino para lo mencionado anteriormente. Cuando el gobierno se extralimita en sus funciones y decide cómo los seres humanos han de utilizar y asignar sus recursos, siempre escasos a necesidades ilimitadas, entonces está tiranizando sin lugar a duda la libertad de todos ellos. Aquí en México no ha faltado algún despistado perredista o unamita borrego que aplauda la decisión de Chávez y pida que se haga lo mismo con Televisa. Ignoran que si Televisa es mediocre, mala o sesgada, todos tenemos un instrumento poderosísimo contra ello: un botón rojo que está hasta arriba del control remoto. Yo siempre cambio de canal y además, no le voy al América. ¿No hay mejor manera de ejercer mi derecho a decidir qué es lo que quiero ver por televisión?
Estoy orgulloso de Douglas, compañero y amigo del LAFS. Orgulloso porque dictó cátedra ante una asamblea controlada por un hombre que no tiene diferencia alguna con Mussolini, Stalin, Pol Pot o Palpatine, por poner ejemplos variopintos. Orgulloso porque demostró cómo cuando una persona es consciente de los principios de la ciencia económica, es capaz de luchar porque su sociedad abandone ese camino de la servidumbre. Orgulloso porque siempre habrá una juventud, minoritaria tal vez, que no se deja convencer por los anatemas, las etiquetas y los juicios a priori con los que nuestros enemigos de izquierda han inundado la lucha ideológica. Y orgulloso porque las ideas de nosotros los libertarianos, confrontadas ante la vulgar respuesta de nuestros escarlatinos enemigos nunca sonaron mejor: libertad de elección.
Doug: je crois en toi, je crois en libertè
Como no sé poner videos youtubianos en el blog, les paso el link:
http://www.youtube.com/watch?v=3Vt8JPXNIGQ
He leído muchos comentarios, más irracionales que racionales por parte de la "progresía" donde aplauden la decisión de micomandante Chávez, arguyendo que la ley le permitía no renovar la concesión, y es cierto. Que el canal era parcial y sesgado, es cierto. Que apoyó al golpe de estado contra él, es cierto. Sin embargo, la ley debe existir sólo para proteger vida, libertad y propiedad de los individuos, dejándolos hacer lo que quieran siempre y cuando no ataquen estos tres derechos. En este caso, la actuación del gobierno venezolano no fue en contra de la ley, sino en contra de los principios que la sustentan: del contrato social que seres libres y racionales suscriben para crear una agencia llamada "gobierno" que no sirva sino para lo mencionado anteriormente. Cuando el gobierno se extralimita en sus funciones y decide cómo los seres humanos han de utilizar y asignar sus recursos, siempre escasos a necesidades ilimitadas, entonces está tiranizando sin lugar a duda la libertad de todos ellos. Aquí en México no ha faltado algún despistado perredista o unamita borrego que aplauda la decisión de Chávez y pida que se haga lo mismo con Televisa. Ignoran que si Televisa es mediocre, mala o sesgada, todos tenemos un instrumento poderosísimo contra ello: un botón rojo que está hasta arriba del control remoto. Yo siempre cambio de canal y además, no le voy al América. ¿No hay mejor manera de ejercer mi derecho a decidir qué es lo que quiero ver por televisión?
Estoy orgulloso de Douglas, compañero y amigo del LAFS. Orgulloso porque dictó cátedra ante una asamblea controlada por un hombre que no tiene diferencia alguna con Mussolini, Stalin, Pol Pot o Palpatine, por poner ejemplos variopintos. Orgulloso porque demostró cómo cuando una persona es consciente de los principios de la ciencia económica, es capaz de luchar porque su sociedad abandone ese camino de la servidumbre. Orgulloso porque siempre habrá una juventud, minoritaria tal vez, que no se deja convencer por los anatemas, las etiquetas y los juicios a priori con los que nuestros enemigos de izquierda han inundado la lucha ideológica. Y orgulloso porque las ideas de nosotros los libertarianos, confrontadas ante la vulgar respuesta de nuestros escarlatinos enemigos nunca sonaron mejor: libertad de elección.
Doug: je crois en toi, je crois en libertè
Como no sé poner videos youtubianos en el blog, les paso el link:
http://www.youtube.com/watch?v=3Vt8JPXNIGQ
jueves, 7 de junio de 2007
Velut luna
El título del presente, además de servir como un bonito colofón de significaciones que tienen que ver con escudos de armas corporativos, pretende explicar mi sentir a los tres días de haber cumplido veintiún años y comenzado oficialmente mi vida laboral seria.
Y viene a cuento el segundo verso de todo "Carmina Burana" para resaltar a la situación corriente de mi persona como aquella famosa rueda que hicieran famosas las cosmovisiones de antaño. La rueda de la fortuna: a nivel emocional, social, educativo y de logros, por un lado, y a nivel físico, por el otro.
Por los primeros cuatro aspectos, sigo en "los cuernos de la luna" para seguir con las metáforas y alusiones corporativas. Adoro la empresa donde trabajo, dueña de una cultura organizacional que no me hace parar de disfrutar y de reír, de pasar buenos momentos y de conocer a gente tan distinta y tan valiosa. La oleada de responsabilidades nuevas ha caído como un delicioso y retador bálsamo sobre mí. Mi camino se ve duro y difícil, pero iluminado: Sin abandonar esa de Mr. Mister de "Kyrie eleison down the road that I must travel", escuchamos otra gran canción heroica, esta vez de conocida película de Disney: "I will go the distance".
Y como siempre hay un negrito en el arroz... ayer fui al quiropráctico, el primer especialista de este campo que he visto. El chiste es que según él los ortopedistas estaban mal y lo que presumiblemente era una "fuerte contractura muscular" primero y un "desvío vertebral" es nada más y nada menos que una hernia discal irreversible, que me condena a no volver a correr en toda mi vida y a una posible futura operación que no arreglaría el problema. Ahora sí la hice buena: esos dolores que tenía a los ocho años se hallan perfectamente justificados. Me siento como la única persona de veintiún años con este problema mucho más senil.
No se puede decir "así es la vida" en este caso. Existe alguna razón para esto, que me obliga tal vez a replantearme mis vacuos y torcidos objetivos de salud personal. Tendré que retomar la natación, algo que vislumbraba desde el principio del año. Para ello, propongo una tercera canción muy heroica: "Che sarà, che sarà, che sarà della mia vita, chi lo sa? So far tutto o forse niente, domani si vedrà. Che sarà? sarà quel che sarà"
Y al igual que mi camino, depende totalmente de mí.
Ser humano nunca había sido tan valioso.
Y viene a cuento el segundo verso de todo "Carmina Burana" para resaltar a la situación corriente de mi persona como aquella famosa rueda que hicieran famosas las cosmovisiones de antaño. La rueda de la fortuna: a nivel emocional, social, educativo y de logros, por un lado, y a nivel físico, por el otro.
Por los primeros cuatro aspectos, sigo en "los cuernos de la luna" para seguir con las metáforas y alusiones corporativas. Adoro la empresa donde trabajo, dueña de una cultura organizacional que no me hace parar de disfrutar y de reír, de pasar buenos momentos y de conocer a gente tan distinta y tan valiosa. La oleada de responsabilidades nuevas ha caído como un delicioso y retador bálsamo sobre mí. Mi camino se ve duro y difícil, pero iluminado: Sin abandonar esa de Mr. Mister de "Kyrie eleison down the road that I must travel", escuchamos otra gran canción heroica, esta vez de conocida película de Disney: "I will go the distance".
Y como siempre hay un negrito en el arroz... ayer fui al quiropráctico, el primer especialista de este campo que he visto. El chiste es que según él los ortopedistas estaban mal y lo que presumiblemente era una "fuerte contractura muscular" primero y un "desvío vertebral" es nada más y nada menos que una hernia discal irreversible, que me condena a no volver a correr en toda mi vida y a una posible futura operación que no arreglaría el problema. Ahora sí la hice buena: esos dolores que tenía a los ocho años se hallan perfectamente justificados. Me siento como la única persona de veintiún años con este problema mucho más senil.
No se puede decir "así es la vida" en este caso. Existe alguna razón para esto, que me obliga tal vez a replantearme mis vacuos y torcidos objetivos de salud personal. Tendré que retomar la natación, algo que vislumbraba desde el principio del año. Para ello, propongo una tercera canción muy heroica: "Che sarà, che sarà, che sarà della mia vita, chi lo sa? So far tutto o forse niente, domani si vedrà. Che sarà? sarà quel che sarà"
Y al igual que mi camino, depende totalmente de mí.
Ser humano nunca había sido tan valioso.
viernes, 1 de junio de 2007
Las lecturas insospechadas de Golding y Garland
En mi lista de libros favoritos se hallan dos novelas cuya estructura e idea principal son increíblemente similares. La primera de ellas fue escrita por el premio Nobel de Literatura de 1983 (un momento de lucidez de la Academia Sueca, antes de comenzar a dar patentes de corso para permitir decir cualquier cosa a cada idiota que se ha venido a sacar el premio). La segunda, por uno de los más prometedores escritores de su generación, si no el que más. Ambos, británicos. La segunda novela fue, según un comentarista, "la primera, pero para la generación X". Ambas fueron adaptdadas al cine, la primera con resultados mediocres; la segunda siendo hecha pedazos.
Por supuesto, me refiero al Señor de las Moscas de Sir William Golding, y a La Playa de Alex Garland.
Como mencioné, el tema es muy similar en ambas: la destrucción del ser humano y la revlación de su verdadero rostro cuando se reduce a un esquema de recursos y civilización sumamente precarios. Aunque una tiene como protagonistas a niños y otra a veinteañeros fracasados, al fin y al cabo finalizan del mismo modo: en el terror y en la muerte. A un nivel puramente superficial, lo que podemos decir es que su efecto fundamental es refutar impecablemente la ingenuidad de Rousseau cuando hablaba de un "buen salvaje".
Sin embargo, y escarbando un poco más, encontré un trasfondo económico sumamente interesante para ambas novelas. El trasfondo nos lleva, nada más y nada menos que a ¡Hayek! (y no Salma)
Más o menos lo que dijo tal economista en su obra más famosa es que todos los totalitarismos se parecen porque todos han caminado por El Camino de la Servidumbre. Aunque el propio autor negó en el prólogo la hipótesis que sigue a continuación, muchos de sus sucesores y yo mismo creemos que ésa es la idea subyacente: que todo intento de colectivizar las decisiones de asignación de recursos provoca un conflicto de incentivos tan grande que la necesidad de orden deriva siempre en el terror, la muerte y la pérdida de las libertades individuales.
Aquí está el quid de las dos novelas: dos situaciones en donde los recursos son precarísimos (una por contingencia, la otra por una utopía) y se busca asignarlos "comunitariamente" o como dirían los de la otra esquina, "cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad". Aunque evidentemete el enunciado anterior es un absurdo terrible a nivel de incentivos, a esos incentivos me remito para observar cómo es que de una u otra manera, intentando imponer un modo centralizado de tomar decisiones económicas se atenta contra la libertad de la persona: alguien terminará alanceado o apuñalado, mientras la paranoia ideológica llega a niveles indecibles.
Sólo una persona en esta situación de "isla desierta" ha salido bien librada, y sólo porque estaba sola: Robinson Crusoe.
Recomiendo ampliamente primero El Señor de las Moscas (o LOTF como le dicen en inglés). Cuando la leí, noté el Camino de la Servidumbre incluso con mayor obviedad que en Rebelión en la Granja (y eso que la de Golding no está basada en algo de la vida real). Y me recordó a mis amigos venezolanos, cuyo país tristemente se halla actualmente corriendo por este camino. Nunca nos cansamos de no aprender, ¿Verdad?
Por supuesto, me refiero al Señor de las Moscas de Sir William Golding, y a La Playa de Alex Garland.
Como mencioné, el tema es muy similar en ambas: la destrucción del ser humano y la revlación de su verdadero rostro cuando se reduce a un esquema de recursos y civilización sumamente precarios. Aunque una tiene como protagonistas a niños y otra a veinteañeros fracasados, al fin y al cabo finalizan del mismo modo: en el terror y en la muerte. A un nivel puramente superficial, lo que podemos decir es que su efecto fundamental es refutar impecablemente la ingenuidad de Rousseau cuando hablaba de un "buen salvaje".
Sin embargo, y escarbando un poco más, encontré un trasfondo económico sumamente interesante para ambas novelas. El trasfondo nos lleva, nada más y nada menos que a ¡Hayek! (y no Salma)
Más o menos lo que dijo tal economista en su obra más famosa es que todos los totalitarismos se parecen porque todos han caminado por El Camino de la Servidumbre. Aunque el propio autor negó en el prólogo la hipótesis que sigue a continuación, muchos de sus sucesores y yo mismo creemos que ésa es la idea subyacente: que todo intento de colectivizar las decisiones de asignación de recursos provoca un conflicto de incentivos tan grande que la necesidad de orden deriva siempre en el terror, la muerte y la pérdida de las libertades individuales.
Aquí está el quid de las dos novelas: dos situaciones en donde los recursos son precarísimos (una por contingencia, la otra por una utopía) y se busca asignarlos "comunitariamente" o como dirían los de la otra esquina, "cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad". Aunque evidentemete el enunciado anterior es un absurdo terrible a nivel de incentivos, a esos incentivos me remito para observar cómo es que de una u otra manera, intentando imponer un modo centralizado de tomar decisiones económicas se atenta contra la libertad de la persona: alguien terminará alanceado o apuñalado, mientras la paranoia ideológica llega a niveles indecibles.
Sólo una persona en esta situación de "isla desierta" ha salido bien librada, y sólo porque estaba sola: Robinson Crusoe.
Recomiendo ampliamente primero El Señor de las Moscas (o LOTF como le dicen en inglés). Cuando la leí, noté el Camino de la Servidumbre incluso con mayor obviedad que en Rebelión en la Granja (y eso que la de Golding no está basada en algo de la vida real). Y me recordó a mis amigos venezolanos, cuyo país tristemente se halla actualmente corriendo por este camino. Nunca nos cansamos de no aprender, ¿Verdad?
June reading list
Para el mes de junio, si el tiempo me permite; pretendo leer la historia de la segunda palabra más pronunciada en el planeta tierra y que resulta ser una marca comercial de cierto refresco muy famoso. Después de ella, pretendo leer ahora sí un libro similar de historia de las empresas, y que narra el caminar de los primeros 165 años de mi ahora compañía.
Mientras tanto, a ver cómo John Pemberton creó en 1886 en la ciudad de Atlanta,casi por accidente eso que le ponemos a las cubas y que cuando escasea en un antro, es cuando hace sufrir a la cartera.
Mientras tanto, a ver cómo John Pemberton creó en 1886 en la ciudad de Atlanta,casi por accidente eso que le ponemos a las cubas y que cuando escasea en un antro, es cuando hace sufrir a la cartera.
jueves, 31 de mayo de 2007
let me tell you the story about the call
...that changed my destiny.
El martes 29 del presente por fin recibí la llamada que cambió mi destino (si es que tal cosa existe, aunque lo dudo). Hoy fui a ver la Vista Hermosa y salí con una sonrisa tan grande que me tragaba las orejas: el día de mi vigésimo primer cumpleaños comenzaré una era completamente nueva: nada más y nada menos que mi primera gran aventura seria en el mundo laboral, en la número 25 de las Fortune-five-hundred.
Libiamo per questo!
Estoy, literalmente, en los cuernos de la luna.
El martes 29 del presente por fin recibí la llamada que cambió mi destino (si es que tal cosa existe, aunque lo dudo). Hoy fui a ver la Vista Hermosa y salí con una sonrisa tan grande que me tragaba las orejas: el día de mi vigésimo primer cumpleaños comenzaré una era completamente nueva: nada más y nada menos que mi primera gran aventura seria en el mundo laboral, en la número 25 de las Fortune-five-hundred.
Libiamo per questo!
Estoy, literalmente, en los cuernos de la luna.
lunes, 28 de mayo de 2007
Mis memorias con la economía
En un larguísimo ensayo que yace tranquilo en las páginas de mi Moleskine y lleva por número el seis, hago una disertación sobre cómo fue que descubrí maravillosa y ebriamente cómo Jorge Luis Borges en toda su genialidad, me enseñó economía mediante su famoso cuento: "El jardín de los senderos que se bifurcan".
Todos los detalles se hallan en tal libreta, pero lo importante aquí es que ahora que reflexiono con mayor cuidado, yo ya sabía algo de economía mucho tiempo antes. Me explico.
Resulta que desde el 7 de junio de 1996 hasta el 25 de septiembre del 2001 usé bracketts (o frenos para los puristas de la lengua). Como mis papás son ortodoncistas, jamás he pagado ni un peso por cuestiones odontológicas.
Al igual que pasa con los hijos de psicólogos, por poner un ejemplo burdo, yo resulté un desgraciado para cuidar mis dientes. ¡Cinco años y pico con frenos! Frenos que por supuesto, se caían una y otra vez hasta pulverizar esmalte y dentina de mis dientes anteriores y superiores (como aclaración, diré que los frenos de abajo sólo estuvieron dos años, contra los cinco de los superiores).
Ahora, con tres cursos de economía muy básica encima, puedo reflexionar sobre la genialidad de Hayek y Von Mises, cuando dijeron que el estado no puede sustituir al mercado porque no conoce el costo de oportunidad.
Desde niño había concluido que uno: "no valora lo que no paga". ¡Economía para dummies, ni más! Por esto es por lo que del total, el 90% de los estudiantes de cierta universidad mexicana son casos perdidos, por esto es por lo que el seguro social está como está, y por eso es por lo que mis dientes terminaron como terminaron antes de un excelente trabajo de odontología estética por parte de mi mamá. Cuando uno no conoce o no tiene noción de lo que sacrifica al tomar una alternativa, entonces no tiene incentivos para siquiera mostrar respeto por lo que ha escogido. ¡Fantástico!
Ésta es una de las grandes nociones que me ha dado la economía.
Todos los detalles se hallan en tal libreta, pero lo importante aquí es que ahora que reflexiono con mayor cuidado, yo ya sabía algo de economía mucho tiempo antes. Me explico.
Resulta que desde el 7 de junio de 1996 hasta el 25 de septiembre del 2001 usé bracketts (o frenos para los puristas de la lengua). Como mis papás son ortodoncistas, jamás he pagado ni un peso por cuestiones odontológicas.
Al igual que pasa con los hijos de psicólogos, por poner un ejemplo burdo, yo resulté un desgraciado para cuidar mis dientes. ¡Cinco años y pico con frenos! Frenos que por supuesto, se caían una y otra vez hasta pulverizar esmalte y dentina de mis dientes anteriores y superiores (como aclaración, diré que los frenos de abajo sólo estuvieron dos años, contra los cinco de los superiores).
Ahora, con tres cursos de economía muy básica encima, puedo reflexionar sobre la genialidad de Hayek y Von Mises, cuando dijeron que el estado no puede sustituir al mercado porque no conoce el costo de oportunidad.
Desde niño había concluido que uno: "no valora lo que no paga". ¡Economía para dummies, ni más! Por esto es por lo que del total, el 90% de los estudiantes de cierta universidad mexicana son casos perdidos, por esto es por lo que el seguro social está como está, y por eso es por lo que mis dientes terminaron como terminaron antes de un excelente trabajo de odontología estética por parte de mi mamá. Cuando uno no conoce o no tiene noción de lo que sacrifica al tomar una alternativa, entonces no tiene incentivos para siquiera mostrar respeto por lo que ha escogido. ¡Fantástico!
Ésta es una de las grandes nociones que me ha dado la economía.
lunes, 21 de mayo de 2007
Sobre los crossovers
El sábado pasado me di una vuelta por el Mixup de Plaza y como siempre, busqué las mismas cosas que siempre busco. Válgame.
El caso es que reprendido anteriormente por mi falta de prodigalidad, decidí darme un gusto ligero, aunque tal vez un poco más deseado por la ocasión. Me refiero a un DVD de Hoobastank, mi banda favorita. Aunque tuve que decidir entre ése, otro DVD, esta vez de Lifehouse, y el primer disco de la primera banda mencionada, al final me quedé con La Cigale, que es un concierto semi-sinfónico donde la banda mezcla la dulce agresividad de su rock alternativo con un revestimiento forzosamente exultante dado por la orquesta. Suena como Yanni en sus mejores tiempos; pero suena bien, al fin y al cabo: sobretodo escuchar Same Direction con música de fondo tipo persecución de James Bond.
Esto me llevó a reflexionar cómo una de de las herencias más notables de la década de los fabulosos noventa fue la institucionalización del crossover como:
1. - Una forma en que una banda, solista o grupo fuera capaz de alcanzar nuevos mercados mediante la diversificación y conocimiento de un público ajeno a su música.
El pionero en estas cosas se llama Luciano Pavarotti, quien con sus conciertos de Pavarotti & Friends llevó el Pop hasta las salas de concierto más o menos cultas. Se dieron cita en ellos gente como Bryan Adams, Celine Dion, Brian May, Aqua, Savage Garden, Maná, etc. Poco a poco, hacer crossover, como cita Dietrich Schwanitz en su famoso libro de La Cultura, se ha vuelto una necesidad para muchos artistas.
Es como esos cuadros de castas del virreinato: podríamos hacer toda una matriz enorme con los supuestos ya clásicos. Ejemplo: de hip-hop y música latina da reggaetón, de norteña y electróncia da Nortec, de norteña y reggaetón da Intocable tocando con Calderón, de ópera y lounge da ópera chillout, de ópera y pop de boy band da Il Divo, de ¡ópera y bolero! da Carlos Cuevas haciendo dueto con un César Rodríguez que canta el más nopalero italiano que he oído en mi vida.
Si bien el rock per se permite que sus estilos internos se fusionen muy frecuentemente, la fusión de géneros distintos resulta mezclas gloriosas, interesantes o francamente, deleznables. Sin embargo, esta opción como diversificación de la oferta musical es sumamente importante para que ya sea de manera temporal o de manera permanente, personas que no estén acostumbradas a ciertos ritmos puedan conocer un poco más del tremendo espectro de la música. ¿Quién sabe? habrá algún músico de cámara que se interese por el rap metal. Ésas son historias que vale la pena contar.
El caso es que reprendido anteriormente por mi falta de prodigalidad, decidí darme un gusto ligero, aunque tal vez un poco más deseado por la ocasión. Me refiero a un DVD de Hoobastank, mi banda favorita. Aunque tuve que decidir entre ése, otro DVD, esta vez de Lifehouse, y el primer disco de la primera banda mencionada, al final me quedé con La Cigale, que es un concierto semi-sinfónico donde la banda mezcla la dulce agresividad de su rock alternativo con un revestimiento forzosamente exultante dado por la orquesta. Suena como Yanni en sus mejores tiempos; pero suena bien, al fin y al cabo: sobretodo escuchar Same Direction con música de fondo tipo persecución de James Bond.
Esto me llevó a reflexionar cómo una de de las herencias más notables de la década de los fabulosos noventa fue la institucionalización del crossover como:
1. - Una forma en que una banda, solista o grupo fuera capaz de alcanzar nuevos mercados mediante la diversificación y conocimiento de un público ajeno a su música.
El pionero en estas cosas se llama Luciano Pavarotti, quien con sus conciertos de Pavarotti & Friends llevó el Pop hasta las salas de concierto más o menos cultas. Se dieron cita en ellos gente como Bryan Adams, Celine Dion, Brian May, Aqua, Savage Garden, Maná, etc. Poco a poco, hacer crossover, como cita Dietrich Schwanitz en su famoso libro de La Cultura, se ha vuelto una necesidad para muchos artistas.
Es como esos cuadros de castas del virreinato: podríamos hacer toda una matriz enorme con los supuestos ya clásicos. Ejemplo: de hip-hop y música latina da reggaetón, de norteña y electróncia da Nortec, de norteña y reggaetón da Intocable tocando con Calderón, de ópera y lounge da ópera chillout, de ópera y pop de boy band da Il Divo, de ¡ópera y bolero! da Carlos Cuevas haciendo dueto con un César Rodríguez que canta el más nopalero italiano que he oído en mi vida.
Si bien el rock per se permite que sus estilos internos se fusionen muy frecuentemente, la fusión de géneros distintos resulta mezclas gloriosas, interesantes o francamente, deleznables. Sin embargo, esta opción como diversificación de la oferta musical es sumamente importante para que ya sea de manera temporal o de manera permanente, personas que no estén acostumbradas a ciertos ritmos puedan conocer un poco más del tremendo espectro de la música. ¿Quién sabe? habrá algún músico de cámara que se interese por el rap metal. Ésas son historias que vale la pena contar.
viernes, 18 de mayo de 2007
Mis manías y yo
Cuando era niño solía tener toda una serie de manías que casi cualquier persona consideraría normales: entre ellas se encontraba por supuesto no pisar ninguna raya o grieta en las calles (un imposible en Chill&GoLand), morderme la lengua hasta molestar a cualquier persona que estuviera cerca, o bien golpear con los dedos o con el canto de la mano todos los barrotes de las rejas de las casas por las que caminaba.
La historia viene al cuento porque en estos días de aprehensiva espera, me ha llegado una especie de nuevo ritual, consistente en que cada vez que veo un producto de La Compañía lo tomo inmediatamente y leo en su etiqueta que efectivamente es La Compañía quien lo ha hecho. Incluso esto se repite para todas las veces que paso por el mismo producto, esté en mi casa o no, y sabiendo o no que dicho producto fue hecho por La Compañía. Es una de las manías más extrañas que he desarrollado, quizá por lo impactante de la espera, quizá por que hacía varios meses no me cargaba la obsesión tan fuerte como ahora.
Mientras tanto, ayer fui al estadio a que me robaran la garganta y a salir ligeramente molesto por la irregularidad en el nivel de juego de mi equipo. Entraremos pronto a exámenes finales, con lo que espero poder terminar rápidamente el libro de Walker y seguir escribiendo. Me prometí terminar un libro para diciembre, y espero sinceramente lograr esa meta; aunque por otro lado, espero aprehensivamente que pronto no tenga tiempo de hacer nada.
A esperar, entonces.
p.d. Acabo de leer en el blog de Himeku que a ella ya le hablaron. ¡Enhorabuena!
La historia viene al cuento porque en estos días de aprehensiva espera, me ha llegado una especie de nuevo ritual, consistente en que cada vez que veo un producto de La Compañía lo tomo inmediatamente y leo en su etiqueta que efectivamente es La Compañía quien lo ha hecho. Incluso esto se repite para todas las veces que paso por el mismo producto, esté en mi casa o no, y sabiendo o no que dicho producto fue hecho por La Compañía. Es una de las manías más extrañas que he desarrollado, quizá por lo impactante de la espera, quizá por que hacía varios meses no me cargaba la obsesión tan fuerte como ahora.
Mientras tanto, ayer fui al estadio a que me robaran la garganta y a salir ligeramente molesto por la irregularidad en el nivel de juego de mi equipo. Entraremos pronto a exámenes finales, con lo que espero poder terminar rápidamente el libro de Walker y seguir escribiendo. Me prometí terminar un libro para diciembre, y espero sinceramente lograr esa meta; aunque por otro lado, espero aprehensivamente que pronto no tenga tiempo de hacer nada.
A esperar, entonces.
p.d. Acabo de leer en el blog de Himeku que a ella ya le hablaron. ¡Enhorabuena!
martes, 15 de mayo de 2007
Las dos Odiseas
"Cuando llegamos al estacionamiento se veía la pista de despegues. Antes de entrar al auto de nuevo; miré a la pista tras la lluvia y entonces deseé con todo mi corazón que alguna vez hiciera un viaje mágico a una tierra lejana" --- Introducción a la Odisea (1999)
Han pasado casi ocho años desde que escribí el texto que sirve de medio epígrafe a esta entrada. Un poco después de haber pasado seis días en Orlando, en Space Camp; me sentí con una enorme cruda moral, pero también con el enorme deseo de relatar lo sucedido. Así nacieron una serie de narraciones escritas por la computadora de un niño de trece años, en uno de sus peores años escolares y después de haber perdido su grupo de amigos. Con todas las faltas que ahora tolero de mi propia hermana, quien hace sus pininos en la escritura, relaté la historia de lo que había sido la primera Odisea.
"Dijo la maestra: -Quisiera hacer un pequeño alto para pedirle un favor a un compañero que acaba de tener una maravillosa aventura, José Joaquín, porfa ponte de pie y relátanos tu Odisea...” --- La Post-Odisea (1999)
La Primera Odisea ocurrió entre el 10 y el 16 de octubre de 1999. Después de haber contestado correctamente un cuestionario sobre astronomía, entré el 4 de septiembre a una prueba de habilidades físicas y de búsqueda de información para ganar una semana de campamento en Space Camp. De muchos que aplicaron, quedaron cien semifinalistas. Y ganamos veinticuatro.
La narración de aquellos acontecimientos está contenida en el texto "Una helada odisea", donde en un estilo singularmente infantil cuento cómo se fueron aquellos días de ensueño: algún día tendré la fuerza moral para leerlo y no terminar en el suelo riéndome o llorando por las obsesiones de aquel niño.
"P.D. Sé ahora que escaparé de nueva cuenta. Las odiseas se devoran." --- La Moleskine de Dykter, artículo 7 (2007)
En fin. La Segunda Odisea ocurrió hace dos semanas. Del 28 de abril al 5 de mayo de 2007. Después de haber contestado correctamente un cuestionario sobre habilidades de liderazgo, de pasar una prueba de habilidades mucho más difícil y dos entrevistas, fui escogido junto con otros veintinueve valientes para un seminario de finanzas en la mas lontana ciudad de Santiago de Chile. Algún día contaré la historia completa, pero en este momento no: mejor lean el blog de Himeku para saber un poco más de slang latinoamericano.
Lo que quiero enfatizar es que estos dos milestones sirvieron para propósitos distintos en distintas etapas de mi vida. Una la acogí con tórrido romanticismo; la otra con un alivio sorprendente. Una fue para tiempos de crisis, la otra para tiempos de sana y dura recuperación. Una para recordarme que todos estamos llamados a ser líderes, la otra para recordarme que jamás debemos negarnos a esta verdad. Una para construir, y la otra también. Una para retar paradigmas, y la otra también. Una para hacerme sentir como nunca, y la otra también.
Como digo en la libreta, y como parafraseo a cierta camioneta: escapar es un arte
Han pasado casi ocho años desde que escribí el texto que sirve de medio epígrafe a esta entrada. Un poco después de haber pasado seis días en Orlando, en Space Camp; me sentí con una enorme cruda moral, pero también con el enorme deseo de relatar lo sucedido. Así nacieron una serie de narraciones escritas por la computadora de un niño de trece años, en uno de sus peores años escolares y después de haber perdido su grupo de amigos. Con todas las faltas que ahora tolero de mi propia hermana, quien hace sus pininos en la escritura, relaté la historia de lo que había sido la primera Odisea.
"Dijo la maestra: -Quisiera hacer un pequeño alto para pedirle un favor a un compañero que acaba de tener una maravillosa aventura, José Joaquín, porfa ponte de pie y relátanos tu Odisea...” --- La Post-Odisea (1999)
La Primera Odisea ocurrió entre el 10 y el 16 de octubre de 1999. Después de haber contestado correctamente un cuestionario sobre astronomía, entré el 4 de septiembre a una prueba de habilidades físicas y de búsqueda de información para ganar una semana de campamento en Space Camp. De muchos que aplicaron, quedaron cien semifinalistas. Y ganamos veinticuatro.
La narración de aquellos acontecimientos está contenida en el texto "Una helada odisea", donde en un estilo singularmente infantil cuento cómo se fueron aquellos días de ensueño: algún día tendré la fuerza moral para leerlo y no terminar en el suelo riéndome o llorando por las obsesiones de aquel niño.
"P.D. Sé ahora que escaparé de nueva cuenta. Las odiseas se devoran." --- La Moleskine de Dykter, artículo 7 (2007)
En fin. La Segunda Odisea ocurrió hace dos semanas. Del 28 de abril al 5 de mayo de 2007. Después de haber contestado correctamente un cuestionario sobre habilidades de liderazgo, de pasar una prueba de habilidades mucho más difícil y dos entrevistas, fui escogido junto con otros veintinueve valientes para un seminario de finanzas en la mas lontana ciudad de Santiago de Chile. Algún día contaré la historia completa, pero en este momento no: mejor lean el blog de Himeku para saber un poco más de slang latinoamericano.
Lo que quiero enfatizar es que estos dos milestones sirvieron para propósitos distintos en distintas etapas de mi vida. Una la acogí con tórrido romanticismo; la otra con un alivio sorprendente. Una fue para tiempos de crisis, la otra para tiempos de sana y dura recuperación. Una para recordarme que todos estamos llamados a ser líderes, la otra para recordarme que jamás debemos negarnos a esta verdad. Una para construir, y la otra también. Una para retar paradigmas, y la otra también. Una para hacerme sentir como nunca, y la otra también.
Como digo en la libreta, y como parafraseo a cierta camioneta: escapar es un arte
May- Reading List
¡Perdón Himeku por lo de la copia!
me parece una idea excelente la lista de libros. Prometo que la lista de películas no la pondré porque no soy tan cinéfilo. ¡Saludos, de cualquier modo!
Para mayo: espero poder terminar ahora sí El Río Prohibido del Tíbet, de Wicliffe Walker. Antes creía que los libros de viajes eran de lo más interesante que existe, pero al darme cuenta de que no muchos comparten mi manera lúdica-rimbombante-fársica de redactar, los libros de viajes no fueron tan buenos. Chatwin me aburrió a medio libro cuando comenzó a hablar de sus miles de amigos que se dedicaban a la música étnica, a la moda old-fashioned style o a la restauración de arte (aunque me mate Ale). Phil Caputo falló en engancharme con la historia de una investigación en Kenia para descubrir qué fueron en realidad The Ghost and the Darkness, los dos leones que salen en Garras (una película malona con Anthony Hopkins). Esta vez espero que la narración, que comenzó a decaer cuando la leí en un avión, nos ayude más o menos a terminar exámenes, a seguir adelante en la escritura del libro primero de mi tetralogía (el primer freno en todo el año) y a soportar la espera de The Call.
me parece una idea excelente la lista de libros. Prometo que la lista de películas no la pondré porque no soy tan cinéfilo. ¡Saludos, de cualquier modo!
Para mayo: espero poder terminar ahora sí El Río Prohibido del Tíbet, de Wicliffe Walker. Antes creía que los libros de viajes eran de lo más interesante que existe, pero al darme cuenta de que no muchos comparten mi manera lúdica-rimbombante-fársica de redactar, los libros de viajes no fueron tan buenos. Chatwin me aburrió a medio libro cuando comenzó a hablar de sus miles de amigos que se dedicaban a la música étnica, a la moda old-fashioned style o a la restauración de arte (aunque me mate Ale). Phil Caputo falló en engancharme con la historia de una investigación en Kenia para descubrir qué fueron en realidad The Ghost and the Darkness, los dos leones que salen en Garras (una película malona con Anthony Hopkins). Esta vez espero que la narración, que comenzó a decaer cuando la leí en un avión, nos ayude más o menos a terminar exámenes, a seguir adelante en la escritura del libro primero de mi tetralogía (el primer freno en todo el año) y a soportar la espera de The Call.
Entrata Uno
Ni tengo idea de porqué me animé a hacer un blog para mí. Me prometí a mí mismo que sólo iba a escribir en mi fabulosa y ya bastante golpeada Moleskine; pero como el tono comenzó medio rimbombante y ha ido degenerando poco a poco por diversos estadíos: de una sobrada justificación y jactancia medio filosóficas a una serie de diatribas violentísimas contra mis fantasmas ideológicos, pasando por supuesto por la melancolía que llega a veces y con cada vez menor frecuencia durante los tiempos vorticoidales (aquellos de mucho trabajo administrativo) y la sinceridad abrupta acerca de mis experiencias con el Núcleo; por todo esto decidí comenzar a escribir en electrónico cosas-no-literarias y dejar la Moleskine con su rígida estructura para cuando halle momentos de lucidez.
Por mi parte, estoy esperando con cada vez mayor obsesión aquella llamada que (esperemos, por favor) me haga recordar los tiempos en que mi hermana era fanática de los Backstreet Boys y no de Il Divo; y me haga cantar ésa de: Let me tell you the story about the call that changed my destiny...
Espero contar en el siguiente post un poco acerca de la Odisea, parte II. (Mi Odisea, no la de alguien a quien buena parte de la población de este planeta cree un tipo amarillo, calvo, gordo y de frases irreverentemente deliciosas, sin el que nadie de nuestra generación puede vivir). Esta OII tuvo como el ochenta por ciento de concordancias con la Odisea original, aunque con mucho, mucho alcohol. Ya sabremos después.
Por mi parte, estoy esperando con cada vez mayor obsesión aquella llamada que (esperemos, por favor) me haga recordar los tiempos en que mi hermana era fanática de los Backstreet Boys y no de Il Divo; y me haga cantar ésa de: Let me tell you the story about the call that changed my destiny...
Espero contar en el siguiente post un poco acerca de la Odisea, parte II. (Mi Odisea, no la de alguien a quien buena parte de la población de este planeta cree un tipo amarillo, calvo, gordo y de frases irreverentemente deliciosas, sin el que nadie de nuestra generación puede vivir). Esta OII tuvo como el ochenta por ciento de concordancias con la Odisea original, aunque con mucho, mucho alcohol. Ya sabremos después.
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